Un buen masaje para mi cuñado
Hola, mi nombre es Laila. Tengo 19 años de edad y soy originaria de Venezuela. Me considero una chica bastante normal, morena de ojos grises, con un cuerpo delgado, senos pequeños y un trasero respingón acompañado de unas piernas largas y gordas que mi novio ama.
Cómo todo fin de semana, me quedo en su casa, pero esta vez todo se había complicado porque el muy tonto se había contagiado de COVID en una fiesta. Él me aconsejó que no fuera, que podía contagiarme. Obviamente no le hice caso porque quería cuidarlo, así que que toque la puerta de su casa y espere.
Como siempre, la abrió su hermano mayor sin camisa, mostrando su cuerpo delgado. Él tenía 24 año y trabajaba desde casa, así que él era el encargado de cuidar a Will, mi novio, ya que su madre era maestra universitaria y se la pasaba fuera.
Claro, hasta que llegué yo para hacerme cargo de él.
-Hola, Seth. ¿Cómo estás? – paso junto a él y como siempre, siento su mirada en mi trasero. Donde vivía mi novio hacia bastante calor, así que hoy iba con un short negro relativamente corto, una camiseta negra y una blusa blanca abierta.
-Muy bien, ¿Estás segura que quieres entrar? Te puedes contagiar- me encojo de hombros. En una relación hay que hacer sacrificios.
-Vengo equipada.- señalo mi tapaboca y saco un envase lleno de alcohol.- Solo quiero que tenga unas buenas defensas para que se cure rápido.- me dedica una sonrisa.
-Ya quisiera yo una novia como tú.- siento que me recorre con la mirada y mi cuerpo se sonroja por la atención. No soy una chica tímida, pero es mi cuñado.
-Bueno, ya me voy. Le traje sopa y no quiero que se enfríe.- el asiente y yo corro a la habitación de mi novio, colocandome los guantes que me dió mi madre.
Paso todo el día cuidando a Will y viendo películas mientras me siento triste por lo decaído que se ve. Le duele tanto el cuerpo que no puede ni moverse bien. Traté de traerle todo para que lo tuviera a la mano. Cómo no quería contagiarme me quedé sentada a unos metros, viendo la televisión hasta que llega la noche y su madre entra.
– Hola, cariño – me toca el hombro ligeramente, yo le sonrío y camina hacia su hijo, quedándose a un metro.- ¿Cómo te sientes?
-Mejor.- le responde Will con una sonrisa.- Tengo la mejor novia del mundo.- me sonrojo y le devuelvo la sonrisa.
-Claro que sí.- mi suegra se gira hacía mí y me sonríe.- Ya la cena está lista, cariño, pero tenemos un pequeño problema. La habitación de invitados está ocupada por unas herramientas de trabajo de Julio – mi suegro. Él trabaja como camionero pero en tiempos libres trabaja de herrero, por eso las herramientas – Te diría que te quedes conmigo, pero Julio ya está por llegar de su viaje. ¿Te molesta quedarte con Seth? – umm, de molestarme no me molesta, pero siento que sería incómodo.
Obviamente no le digo, solo veo a mi novio.
– ¿Te molesta, Will? – él tose y asiente.
-Es mejor que quedarte conmigo.- tose.- Ni siquiera debiste venir.- me encojo de un hombro.
-En las buenas y en las malas, ¿No? – asiente. Estoy segura que él haría lo mismo por mí.
Realmente lo amo y haría lo que sea por él.
Me levanto cuando su madre me llama y la sigo hasta la cocina, ayudándole con los platos cuando terminamos de comer.
A la hora de dormir paso por la habitación de mi novio y le deseo una buena noche antes de irme al daño y darme una ducha, cepillarme los dientes y colocarme mi pijama. Una bata de piolín y un short corto. Pensé que iba a dormir en la habitación de invitados, como usualmente hago.
Cuando entro a la habitación de Seth, lo veo acostado sin camisa, revisando el teléfono. En la cama hay una línea de almohadas que me hace sonreír.
-Lo hizo mi madre, para no incomodarte.- asiento y lo veo quedarse un poco sobre su puesto, sin dejar de ver el teléfono.
Camino hacia él y me siento, recogiendo mi cabello en una cola alta.
-¿Estás bien? – le pregunto cuando lo veo quejarse.
-Si, eso solo que tengo un dolor de espalda. Trabajar desde casa no es tan relajante como dicen.- asiento y me acuesto. Él apaga la luz y yo me quedo pensando, viendo las almohadas.
– Necesitas una noche en un spa.- hablo bajo, pero Seth me escucha.
-Necesito días libres.- lo escucho reír.- ¿Cómo vas con la universidad? – hablamos un rato de mi universidad, pero una parte de mí, esa parte protectora de mí, está preocupada por su salud.
¿Que puedo decir? Me gusta cuidar a las personas.
-¿Quieres que te haga un masaje? – me asomo por encima de las almohadas. No lo puedo ver bien por la oscuridad, pero la luz de la luna que se filtra por la ventana me permite ver su figura.
– ¿En serio? ¿No te importaría? – niego, aunque sé que no puede verme bien.
-No, igual no tengo sueño.- el se sienta y prende la luz de la lámpara, haciendo que lo vea.
-¿Tienes alguna crema? – me levanto y camino hacia el lado de su cama.
-Si, allá.- señala una mesa y yo camino, agarrando una crema dove. Arqueo una ceja al ver que tiene una crema de estas aquí, pero no digo nada y camino hacia él, que ya está boca abajo y con su cabeza antre sus brazos cruzados.
Me acerco a él y le coloco crema por toda la espalda, provocando que se estremezca por el frío. Me río un poco y comiendo a masajear su espalda, de arriba abajo y apretando en ciertos lugares.
El suelta gemidos de relajación que me provocan extrañas vibraciones dentro de mí. Me aclaro la garganta suavemente y continúo con mi trabajo.
– Tienes un nudo en la espalda. Voy a ejercer un poco más de fuerza.
-Haz lo que quieras, mi espalda es tuya si la sigues tratando así.- nos reímos y me monto encima, a horcadas sobre su espalda con mis piernas a cada lado de ella.
-Mi mamá se coloca de pie encima de la espalda de mi padre y le camina.- me mira sobre su hombre.
– ¿Quieres hacerlo? – me encojo de hombros.
-Voy a seguir así un poco más, realmente estás tenso.- sigo con el masaje por un rato más.
-Me duelen bastante los hombres, ¿Eso se soluciona con un masaje? – asiento aunque no me puede ver.
-Claro que sí.- masajeo sus hombros, pero mis manos chocan contra la cama y me dificulta el trabajo.- Ummm, vas a tener que voltearte, no puede masajearte bien.- me lavento sobre la cama y el se voltea.
Ignoro las advertencias que me envía mi cerebro y me siento sobre su abdomen. Nos sonreímos y comienzo a darle el mensaje.
Esa noche no pasa más nada, solo nos acostamos a dormir, pero con un aura de confianza sobre nosotros y un secreto.
El día siguiente no pasa mucho más. Me quedo con Will durante el día, le preparo comida y le llevo a Seth. En la noche ceno con mi suegra y mi cuñado, hasta que llega la hora de dormir.
Me baño y me visto con mi pijama, la misma de ayer. Me acuesto en la cama y Seth llega unos minutos después, saliendo de su baño privado con una toalla cubriendo su entrepierna y con otra toalla secando su cabello.
Mis ojos recorren su cuerpo entero y un calor sube por mi cuerpo, para bajar de nuevo y posarse en mi vientre. Trago saliva.
-Hoy me duelen bastante los hombros, ¿Me puedes hacer un masaje? – me sonrie tímido y me levanto de la cama.
-Claro, ¿Lo hago ahorita o espero que te vistas? – él se mira la toalla.
-Creo que es mejor así. Más profesional.- me dio y asiento, señalándome su cama.
Una parte de mi piensa que se va acostar boca abajo, pero al final se acuesta boca arriba. Me quedo viendo su abdomen con las mejillas hirviendo de calor. Me imagino a mi novio viéndome con desaprobación uno cuantos segundos hasta que una parte de mí me dice que solo es un masaje.
Si cuido a Will no tiene nada de malo cuidar a Seth. Después de todo, él está dándome una cama donde dormir.
Me siento sobre su abdomen y coloco crema en su hombro. Los masajeo por unos segundos hasta que lo veo quejarse.
– ¿Puedes echarte un poco para atrás? Me duele un poco el estómago.- detengo lo que hago y me quedo viendo sus ojos café durante unos segundo. La verdad no soy capaz de decir no. Mi madre me ha regañado bastante por eso.
-Como que te dieron con un bate. Estás tenso por todos lados.- me echo hacia atrás y prácticamente salto cuando siento un bulto bastante notorio contra mi trasero. Me da algo de vergüenza, pero no digo nada. Tal vez es tan grande que se note de esa forma, sin contar que solo tiene la toalla.
Lo miro con las mejillas sonrojadas y él me sonríe, como si esto fuera lo más natural del mundo.
Cómo soy pequeña y el es alto, para masajear sus hombros tengo que estirarme, y el movimiento de mis brazos hace que mi cadera se mueva sobre él en un Vaivén, provocando que el bulto aumente y mi interior gotee. Veo a a Seth cerrar los ojos y suspirar, soltando pequeños gemidos que casi no logro escuchar.
Trago saliva y joder, me siento mal, pero también me siento bien cuando su miembro ya erecto me hace cosquilla entre mis pliegues. Si sigo así se que pronto mi exitación va a traspasar la tela de mi short y la tela de su toalla.
Algo me dice que me baje y termine con el masaje, pero es como el demonio de la Lascivia me poseyera, porque en vez de detenerme, solo me muevo con más impetu, soltando un gemido deseoso cuando mis partes gritan de felicidad y exitación.
La boca de Seth se abre con un suspiro y sus manos se posan en mis caderas. El contacto me hace saltar, provocando que deje de masajear, porque tal vez me volví loca cuando me moví como zorra sobre él, pero no había dejado de hacer mi trabajo.
-Esto me esta doliendo, creo que también necesito un masaje.- me toma de la mano y suspiro un gemido cuando mis propios dedos tocan mis pliegues al tomar el grosor del miembro de mi cuñado en mis manos.
-¿Quieres un masaje? – mis voz sale suave, como si alguien nos fuera a escuchar.
-Si, necesito un masaje. Se una buena cuñada.- asiento y muerdo mi labio, mientras me echo más hacia atrás, tocando el miembro gordo, largo y delicioso sobre la toalla, en un Vaivén. Mi mirada se encuentra con la suya y ambas reflejan el deseo carnal que nos gobierna.
Ninguno piensa en las consecuencias, ni en la infidelidad. Solo pensamos en nuestro propio deseos, en nuestro propio placer.
Me muerdo el labio con fuerza y bajo la mirada hasta el bulto, sintiendo tan deliciosamente sucia que apartó la toalla blanca, un color puro, de su entrepierna. Mis ojos se abren como platos con la sorpresa de ver este miembro tan divino, grande y largo, lleno de venas que exigen mi atención.
Lo tomo en mi mano y muevo mi cintura sobre su pierna, gimiendo cuando una parte de ella choca contra mi abultado clítoris exigente de atención.
Tomo su pollo en mi mano y comienzo a masturbarlo. No, a hacerle un masaje a mi querido cuñado, porque le duele y dedo cuidarlo, porque somos familia y mi novio no querría que lo deje retorcerse de dolor.
Solo lo estoy cuidando.
-¿Te estás sintiendo mejor? – mis voz de niña buena y zorra saborean las palabras mientras mi mano no deja de moverse de arriba abajo suavemente.
– Oh, si. Eres la mejor cuñada. No podría pedir una mejor.- suspira y me ve masajearlo, con mi boca abierta soltando los suspiros que reflejan mis exitación.
Le sonrío y me bajo un poco por sus piernas, volviendome todavía más zorra cuando inclino mi cabeza y paso mi lengua por su cabeza. Se mueve y siento mano acariciar mi cabello.
-Oh, cuñadita. Que buen masaje me das.- sonrío orgullosa y paso mi lengua por su longitud sin dejar de darle el mejor masaje. – Deberías dedicarte a esto.- gimo y lo meto entero en mi boca, chupando con ansias, haciendo que sus jadeos de placer los controle con su mano.
La habitación de mi novio queda justo al lado y las paredes son finas.
Muevo mi cabeza de arriba abajo y juego con sus bolas, alzando la cabeza y dejando que una gota de mi saliva caiga donde si cabeza, la cual llevo con mi mano por toda su longitud antes de meterla de nuevo dentro de mí boca, alzando mi ojos para encontrarme con sus ojos, que me miraban como si fuera una diosa, y joder, eso me exitó todavía más, a tal punto que aumente el vaivén y el masaje.
-Para.- me toma del cabello con fuerza y se sienta antes de estampar sus labios contra los míos llenos de su pre-semen, salado y delicioso.
Sus labios se mueven contra los míos en un beso intenso me deja el corazón agitado y los jugos mojando todo debajo de mí.
-Volteate.- me ordena y como una buena cuñado, le hago caso cuando me alejo de sus labios mojados, dándole la espalda.
Como un salvaje me rompe el short por completo y ni siquiera me importa, solo me exita más de lo que ya estoy. Siento que voy a quedar deshidratada después de eso y no puedo estar más deliciosamente feliz por eso.
La lengua de mi cuñado choca contra mis pliegues y su brutalidad exitante hace que tenga que cubrirme la boca con mi mano para que mi suegra y mi novio no se enteren que Seth me está mediando su lengua profunda en mi coño.
Gimo y me muevo sobre su rostro como una perra en celo. Me muerdo el labio y tomo si miembro en mi mano, siguiendo con el masaje mientras su lengua juega con mis pliegues, chupando y mordiendo mi botón mientras sus dedos comienzan a penetrarme.
Meto mi polla en mi boca para evitar gemir fuerte y se la chupo con tantas ganas que nuestros cuerpos se mueven exigiendo más placer del que ya nos estamos dando.
Mi trasero se mueve contra su rostro y sus caderas exigen que lo lleve más dentro de mi boca y eso es lo que hago, una garganta profunda que deja mi boca llena de su fluido. Lo saco haciendo un «plooc» y gimo entre dientes y me penetra con tres dedos sin dejar de chuparme.
Me lanza una nalgada que me lanza hacia el frente, dejando un ardor donde conectó su mano. Me muerdo el labio para no jadear fuerte.
Me coloco un poco más lejos de sus rodillas y miró sobre su hombro cuando alzó mis trasero y bajo lentamente, dejando que el coloco la punta de su deliciosa polla debajo de mi abertura, que se lo traga entero.
Me duele un poco porque la diferencia entre el tamaño de mi novio y la de su hermano es bastante. Pero no me importa, me la traga entero y lanzo mi cabeza hacia atrás cuando el placer es demasiado.
Nunca me habían llenado tanto.
Gimo y comienzo a saltar sobre su verga, parando y moviendo mi cintura sobre él, provocando que Gina contra espalda cuando se sienta y toma mis senos en sus manos.
-Salta, bebé. Recibí mi polla dentro, pequeña zorra.- me echo hacia al frente y pego mis mano a la cama cuando el se arrodila y deja mis piernas a cada lado de su cuerpo y me comienza a dar tan duro que tengo que pegar mi rostro a la sábana para no gritar.
-Dame más, dame más.- le pido y si que me da más, tanto que me agarra del cabello con fuerza y con su otra mano aprieta mi cadera, aumentando la velocidad de una forma tan bestial que siento como la cama comienza a moverse en un vaivén que golpea la pared.
-Que rica eres, pequeña zorra. Mira como recibes a tu cuñado. Mira como gemis, mica cómo tienes mi polla dentro mientras mi hermanito duerme.- jadeo y conecto contra sus caderas con ansias de que me dé más duro, sintiendo sus bolas golpear mis pliegues.
-Dame duro, folla a tu cuñada. Follame más.- le pido y aprieto las sabana en un puño cuando el orgasmo hace que explote en miles de pedazos.
Él me sigue dando con fuerza, apretando mis senos cuando el agarre fuerte mi cabello hace que me atraiga hasta tener mi espalda contra su pecho.
-Te voy a llenar de mi leche. Te voy a llenar tanto que cuando estés con mi hermano todavía bajaran por tus piernas.
Gimo con fuerza y siento un segundo orgasmo construirse.
-¿Te gusta como follo, cuñadita? ¿Te gusta? – asiento y siento el golpe de su dedo conectar con mi botón.- Responde.- ordena.
-Me gusta. Me encanta. Me fascina como me das duro.- Géminis al unísono y me sigue dando tan duro que en algún momento me salgo, me giro y lo lanzó sobre la cama de nuevo, colocándome a horcadas y con una sonrisa sexy lo meto de nuevo dentro de mí.
Nunca había estado con un hombre con tanto aguante, pero no me quejo cuando empiezo a saltar sobre él y su boca chupa los senos con ansias, pegándome a él mientras mi cabeza se va hacia atrás cuando el segundo órganos explota dentro de mí y lo llena de mis fluidos, que recoje con sus dedos, se los mete a la boca y después de besa.
Lo recibo entero y no paro de moverme sobre él.
-Salta así, cuñada. Salta sobre mí. Masajea mi polla con tu canal.- lanza mi cabeza hacia atrás gimiendo.- Masajea, masajea.- lo beso y enredo mis dedos dentro de las hembras de su cabello, jalando sin dejar de saltar sobre él.
– ¿Que gusta mi masaje? – le pregunto cuando me separo de él.
-Me encanta, pequeña zorra. Me gusta como te tragas toda mi verga.- gimo.- muévete como la zorra que eres, follandote q tu cuñado.- lanza mi cabeza hacia atrás cuando hala mi cabello con fuerza y comienza a besar mi cuello .
-Eres una puta, mira como saltas sobre su cuñado. Mira como engañas a mi hermano. ¿Así lo cuidas? ¿Follandote a tu hermano? – como y explotó en mi tercer orgasmo, sintiéndome la mujer más dichosa de todas cuando su leche me llena entera.
Me quedo un rato escuchando sus jadeos mientras me llena y me llena, hasta el punto que su leche comienza a bajar por mis piernas. La tomo en mis dedos y la pruebo, cerrando los ojos por su delicioso sabor.
Cuando me bajo de él, ninguno dice nada, solo dormidos como un par de bebés hasta el día siguiente.
Al mañana me levanto y me doy un baño, cepillandome los dientes mientras el agua baja con mi cuerpo, sintiéndome todavía llena de él.
Al salir voy a la habitación de mi novio, lo saludo desde lejos y después le preparo el desayuno, despidiéndome de mi suegra cuando se va a trabajar, quedándome sola con mi novio y mi cuñado, el cual me saluda con un asentamiento, un simple movimiento que trae a mi mente todo lo sucedido el día anterior y que me hace mojarme de nuevo cuando le llevo el desayuno a mi novio.
Lo acompañó desde lejos y lo escucho hablar sobre el deporte que le gusta.
Cuando bajo a lavar los platos, me encuentro a mi cuñado viendo la tele.
-Cuñis, ¿Sería mucha molestia si me das un masaje en mis hombros? – una sonrisa se desliza por mis labios.
-No, todo por mi cuñado.
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Basada en una historia real