La temperatura del hogar
Son las 8 de la mañana y estoy medio dormido en nuestra cama de matrimonio de mi acogedora casa, calentito. Noto los pies de mi esposa. Se me van las manos hacia su cuerpo maduro, curvilíneo, todavía prieto y lozano. Ni le sobra ni le falta nada a sus 47. Entreveo su cara preciosa de MILF con la poca luz que entra por la persiana. Esas pequeñas arrugas, esos rasgos de Mami cariñosa pero a la vez de esposa pícaros e infiel. Se me empieza a poner morcillona al pensar en los hombres que la observan o la desean… cuando lleva a las niñas al Instituto, cuando vamos al centro comercial o cuando salimos los dos a tomar algo por la noche de vez en cuando. Realmente deseo que la posean delante mía…
Las niñas corretean medio desnudas por la casa, huelo a café recién hecho y seguro que ya están conectadas con los novios por el whatsapp. Mi mano se va hacia el coño de mi hembra que ayer tuvo una de sus raras horas extra con su jefe y que llegó muy cansada. En el sofá de casa le Rogério un polvo y cuando se bajó el tanga ví como toda su carne estaba dilatada, usada, recién follada y le comí todo hasta que se corrió y se durmió agotada.
Es una buena madre, aguanta a este salido e inestable Géminis, es una profesional querida y respetada… Una mujerona perfecta. Te la comerías de los pies a la cabeza y la llevo hecha una reina. Le compro toda la lencería, le aconsejó la ropa para que me excite a mi y los otros hombres en ese punto de equilibrio para que no parezca vulgar o putona. En resumen, sensual, elegante pero que te caliente la poya. No soy egoísta y cómo ella es la indecisión en persona, yo me encargo de que vaya guapa cómo nos gusta a los tíos. Su jefe seguro que está súper agradecido. Le toco el ano, le cojo un pie y se lo chupo. Le acaricio la espalda y le empiezo a susurrar lo de siempre: ¿cuando nos vamos a un hotel del centro y pagamos a un guapo y fornido negro para que nos pegue un repaso en pareja?
Oigo que ella se ríe. Pone su culo en pompa y me dice:
– Si pruebas la poya tú ya no la dejarás. No tengo ganas que te vayas con un tío.
Y yo le contesto con mi poya ya dura y caliente entre sus nalgas: -Yo soy tu esclavo, tu perrito faldero y sin ti no soy nada. Quiero macho pero contigo mi amor.
El olor a sexo, nuestros gemidos y el crujir de nuestra cama avisa a las perversas adolescentes de la casa de que los papis están en plena faena. Unas miradas curiosas nos vigilan en la puerta entreabierta de nuestra habitación. Ven dos culos en un folleteo frenético. Me estoy beneficiando a mi guapa esposa a cuatro patas y pensando que su jefe me da por culo. Todos en casa somos felices. Es un ambiente sano. Nos va bien la vida en general. ¿Qué más puede pedir un cornudo?