Cornudo reprimido durante años

Corren malos tiempos pero lo importante es no perder la esperanza. La vida continúa, con sus alegrías y sus menos alegrías. Trabajar mucho hace que uno vea menos problemas, porque no le da tiempo ni para respirar, claro esto lo digo yo que no soy sanitario porque ellos no pensarían lo mismo. Un abrazo solidario para todos ellos. En mi nueva faceta, me refiero a haber decidido tener más tiempo para mí, se me hizo complicado los primeros días y con bastante mono de estar conectado con todo y con todos. Me dio tiempo para hacer deporte más ordenadamente, leer con más tranquilidad y poder ver algunas series. Pero como siempre el hombre propone y Dios dispone.

Esto lo digo porque cuando ya me iba acostumbrando, surgieron problemas laborales diversos. Un grupo de personas que trabajan conmigo, se fueron un fin de semana de despedida de soltero y la liaron, porque se contagiaron y menos mal que no se lo pasaron al resto de compañeros. Eso supuso muchos cambios y como varios estaban aquí sin familia, pues echarles una mano en lo que se podía. Por si eso no fuera bastante, una empresa que nos surtía de un material, dio el cerrojazo y para nosotros era un desastre, porque si no se solucionaba pronto, tendríamos que parar en proyectos importantes.

Aparecieron los nervios, los enfados, no míos del resto. había quien quería que se fueran y no volvieran, los que decían que teníamos un gafe, los que nos habían echado un mal ojo por lo bien que íbamos… como no me gustan los pesimistas hubo que poner un poco de orden y amansar las aguas. Una vez que más o menos se tranquilizó todo, buscamos alguna empresa de ese sector para ver las posibilidades. Las dos que más nos gustaban estaban en Madrid y cuando me las pasaron, el cuerpo se tranquilizó mucho más, porque una de ellas conocía a los dueños, que habían estudiado conmigo y nos habíamos criado juntos.

Con los que conocía la reunión podía ser inmediata, todo fueron facilidades y con la otra en un principio eran tres días después, porque al día siguiente me iría a Madrid. Salí a las seis de la mañana y a las diez estaba en Madrid. Quede con un gran amigo para que me informara de algunas cosas, sobre estos amigos que tenían la empresa, porque llevábamos un tiempo largo sin mucho contacto, aunque siempre que nos encontrábamos el trato era muy bueno entre nosotros, pero una cosa es la amistad y otra los negocios, que ya me había llevado en esta vida más de una sorpresa.

Teníamos la misma edad. Me parecía recordar que la mayor era ella, pero por días en un caso y por dos meses con otro. Se llaman Aitor y Constanza. Llevaban juntos desde los doce años, fue la primera pareja que se hizo en el colegio y así hasta hoy. Las familias estaban encantadas porque eran casi familia, las dos familias tenían unas empresas similares y al final se fusionaron. Tanto Aitor como Constanza, fueron un revulsivo porque estaban muy preparados e innovaron en el momento preciso. Quedé con mi gran amigo y me vino a recoger a la calle Princesa al hotel en el que me suelo alojar. Nos fuimos dando un paseo hasta la Plaza Mayor. No pasaba como en Valencias, que estaban todos los bares, cafeterías y restaurantes cerrados, salvo que te lo llevarás a casa. No nos apetece quedarnos en un sitio que íbamos mucho, porque estaba con demasiada gente y nos fuimos a otra terraza donde casi no había nadie, unas patatas bravas, unos calamares y un buen tanque de cerveza, mientras hablábamos.

– Ya te he contado mientras veníamos el problema que me había surgido y que estaba buscando quien suplirá a la empresa que ha cerrado. Hay dos empresas que reúnen las condiciones que quiero y una de ellas es la de Constanza y Aitor.

– ¿Qué es lo que quieres saber?

– Pues como tu si tienes más contacto con ellos… ¿Cómo están, cómo son ahora…?

– Como han sido siempre, dedicados a ellos, a sus hijos, a sus familias. Viven ellos los suegros, todos en unos chalets unos al lado de otros.

– ¿Nada más?

– Algunas veces salen de cenas con la pandilla, pero de tarde en tarde, siguen siendo igual de pijos, pero buenas personas. Les va todo muy bien, están muy bien relacionados y poco más te puedo decir.

– Mañana saldré de dudas.

Estuvimos el resto del día juntos y una vez en el hotel prepare bien toda la documentación que llevaba, la repase varias veces, me puse a leer un libro y me quedé dormido hasta el día siguiente. Había quedado en sus oficinas que estaban en una gran avenida de Madrid. Estaba en una torre muy alta, llegue, pase la seguridad y había una señorita que me estaba esperando, para que la acompañara, me trataban de una forma especial. Trataban de hacerme sentir bien, típico de mis amigos. Me estaban esperando los dos y antes de entrar, me pasaron a una sala donde me ofrecieron hacerme un test para estar todos más tranquilos, ni me molesto ni me cogió por sorpresa. Una vez realizado y dando negativo nos fuimos a un gran despacho, que no sabía, de cuál de los dos era.

Me encontré con dos personas muy diferentes a las que vi la última vez. Que fue si la memoria no me engaña en octubre del año 2018. Aitor seguía encontrándose físicamente bastante bien, solo que siempre había llevado una melena importante y en ese tiempo había perdido casi todo el pelo. Constanza sin embargo había cogido algunos kilos, que siempre había estado demasiado delgada para mi gusto y ahora estaba más atractiva. En la primera parte de la conversación surgió a forma de resumen, que el si no fuera por el COVID-19 se hubiera hecho un trasplante de pelo y ella que tenía un problema de tiroides que ya estaba en vías de solución, que a pesar de machacarse en el gym horas, no lograba reducir kilos, se lo tomaban de forma muy natural.

Los dos eran más bajos que yo, estaban en el 1,68 y 1,70, que al llevar tacones ella parecía más alta que él. Antes de empezar a hablar de lo que teníamos que hablar, se empeñaban en que me quedara en su casa esos días y lo que no iban a permitir es que ese día no fuera con ellos a comer. Ya tratamos de negocios, les entregue la documentación y los dos le dieron un largo vistazo. Llamaron a dos personas que se pusieron a revisar todo, escribieron unas notas y llegaron las cifras. Que no fueron nada buenas para mis intereses y eso que bajaron mucho el coste por tratarse de mí. La sinceridad fue total, porque les dije que eran unos costes demasiados altos y les comente cómo eran los anteriores, con la empresa que trabajaba y me explicaron por qué de la quiebra, habían dejado pufos a todo el mundo y se dedicaron a recaudar con precios tirados hasta que ya estalló todo.

De todas maneras les dije que tenía que estudiarlo bien. Quedé en ir a comer con ellos y les dije que antes tenía que hacer unas cosas, quedamos a las 13:30 allí mismo. Fotografíe todo lo que me habían dado y lo envié a Valencia para que me dijeran, pero eso sí, les dije que ya por la noche. Luego llame a mi amigo, para saber la edad de los hijos. Fui al Corte Inglés a comprarles algo. Lo típico… para que te has molestado, no era necesario… y nos encaminamos a su casa. Nos esperaban además de los hijos los padres de ambos, que me conocían de niño. Estaban al tanto de mis periplos y sabían perfectamente cómo me iba ahora profesionalmente. Una comida en familia, hablando de tiempos pasados, de las familias y algún recuerdo amargo. Al final todo muy bien. Tan bien que al final tenía cena también, porque la comida con el resto de la familia había sido una imposición de los padres. Que la cena seríamos nosotros solos.

Pude escaparme con una excusa y en el hotel estuve hablando con Valencia. Hicieron bien su trabajo y la información que obtuvieron decía que era verdad lo que me habían dicho de la empresa con la que habíamos trabajado y sobre las cantidades que nos habían pasado, no pudieron decirme de momento mucho más. Lo que no he dicho es que estos amigos siempre habían sido muy clásicos y conservadores en todo, en nuestra manera de pensar y de ser, éramos completamente distintos, con lo que se refiere a cómo entender la vida. Esa forma de ser la llevaban también a sus formas de vestir, nunca se les veía vestir lo que se suele decir informal y si ya hablamos de ella, desde bien jovencita iba muy tapada, porque era muy delgada, de cara bonita y pechos grandes, se desarrolló muy pronto. La vez que más desnuda la vi, fue un día en una piscina y llevaba un bañador de una pieza feo, pero feo, feo y cuando nos vimos hoy, más de lo mismo, una falda cuatro dedos por debajo de la rodilla, eso sí tacones altos, una camisa con unos volantes a lo largo de donde iban los botones y cerrada en el cuello. Él con traje de buen corte. Si a ella la asesoraba alguien en el vestir, sería su peor enemiga.

Me cambié y me puse una ropa más informal, sabiendo que no iba a conjuntar con ellos, pero me daba igual. Al llegar de nuevo a su casa, me abrió Aitor, se debía creer que iba informal y juvenil, llevaba unos pantalones de la marca mirto de color gris oscuro, una camisa de D. Donahue de color azul claro y un pañuelo en el cuello. Si él se sentía cómodo y bien de esa manera, que iba a decir yo… sin embargo cuando la vi a ella, iba totalmente distinta, porque lucía un vestido por encima de las rodillas, de manga corta, color negro, con escote en V, la cintura alta y era fruncido plisado, lo que hacía que aunque tuviera algún kilo de mas, no se notara, le quedaba muy bien y como no, unos zapatos del mismo color con unos tacones de los que me gustan que lleven las mujeres, porque les realzan el culito y las piernas mucho más. La verdad que la cena estuvo ligera pero perfecta, hablamos de lo divino y de lo humano, de amigos y de tiempos pasados.

Hablaron más ellos, porque del pasado me gusta hablar más bien poco y después de cenar, fue un “ataque” en toda regla para saber cosas de mí, porque les habían llegado algunas informaciones, pero querían saber más y detalles. Salí bien del paso sin contar como siempre más de lo que quería contar y mientras él se encendía una pipa, hábito que tenía desde siempre, sirvieron unos licores para ellos por lo que contaron muy especiales y que eran el no va más. Lo raro fue la “frenada” en la conversación y a donde la llevaron, que no me lo esperaba.

CONST.- ¿Te has dado cuenta todos los que se han separado de la pandilla?

YO.- A muchos les pasa como a mí, que dejaron Madrid porque quisieron o porque no les quedó más remedio, inicias otra vida en otro sitio y ya se sabe…

CONST.- No Carlos, me refiero a divorciados. Es como este virus que estamos pasando.

YO.- Mujer comparar un divorcio con el COVID-19 es algo exagerado, pero si se han divorciado la mayoría. Cosas de la vida.

CONST.- Que han sido débiles, en muchos casos egoístas.

YO.- No creo que sea por eso, que salvo vosotros que lleváis toda la vida, algo inaudito, no porque llevéis ya los años que lleváis, es que no habéis tenido otras parejas. Algo extraño, por lo menos para mí.

AITOR.- Estoy con Constanza, se divorcian sobre todo por falta de compromiso y de hablar.

YO.- En lo de por falta de hablar puedo estar contigo.

AITOR.- ¿Tu con cuántas casadas o con pareja te habrás acostado?

YO.- No tengo ni idea, porque con mantengo algún tipo de relación no le pido la filiación.

AITOR.- Jajaja… si en el colegio eras conocido por haber tenido rollos con algunas mamas.

CONST.- Es verdad, reconoce que la fama que tenías en algo estaban en lo cierto.

YO.- Es que ni antes ni ahora me ha llegado a preocupar lo que piense de mí. (Trate de cambiar un poco el rumbo de la conversación) Mirar sobre lo que decíais antes, entiendo mucho de los divorcios, porque van perdiendo el deseo del uno por el otro, pierden el morbo, no se cuentan sus fantasías. Por eso te daba la razón que les ha faltado hablar y lo digo, porque con algunos de ellos y ellas hable.

CONST.- Ahora estoy de acuerdo contigo, por eso a nosotros no nos pasa, porque nos contamos todo incluidas nuestras fantasías.

YO.- Jajaja… (Se me escapó una risa sarcástica, porque dijera ella eso…)

CONST.- ¿Qué te crees que nosotros no tenemos fantasías?

YO.- (Para que no se enfadaran) No digo que no, si se me ha escapado la risa, es porque las fantasías, algunas por lo menos hay que cumplirlas.

AITOR.- ¿Es que tú has cumplido todas tus fantasías? Porque seguro que alguna te quedara en el campo sexual.

YO.- De momento digamos que he cumplido casi todas.

CONST.- Jajaja… ¿Cómo cuáles?

YO.- Deja, que lo mismo os escandalizáis.

CONST.- Sí, seguro. Lo mismo te escandalizamos nosotros.

YO.- Eso sí es seguro, me escandalizareis, jajaja…

AITOR.- Pues mira lo mismo sí y para que veas que no soy tan melindroso como tú. Mi mayor fantasía sería ver a mi mujer entregada a otro hombre, ver como la poseen y le dan mucho placer. (La verdad que me esperaba de todo esa noche menos ese tipo de confesiones y mas viniendo de ellos)

YO.- Me parece muy bien siempre que estéis preparados para ello, si decidís hacerlo realidad, sobre todo tu Aitor y bueno que Constanza tendría que dar su opinión, porque sería una fantasía compartida.

AITOR.- Lo mismo me tratas como un loco o lo mismo no, pero como tú dices me da igual. Lo tengo muy claro y muy asumido. El deseo y el placer de ser un cornudo me puede, porque durante años reconozco que soy un reprimido y cada vez me siento peor. (Sus gestos me demostraban que hablaba muy en serio)

YO.- Constanza… ¿Y tú qué opinas que Aitor quiera ser un cornudo?

CONST.- En la práctica lo es, porque le trato de esa manera, pero cuando elijo a uno posible, le encuentra todos los defectos posibles y nada.

No sabía si era una invitación a algo, si Constanza no hubiera dicho que Aitor luego se echaba atrás, hubiera ido a por todas. Como tampoco me era necesario no quise que Aitor se pudiera sentir ofendido por una rareza de esas que se dan en la vida, que la conversación lleva a pensar una cosa y luego no lo es. Dije que ya era tarde y que no quería que me pillara el toque de queda, lo dije esperando que dijeran algo, que al final no dijeron, aunque la mirada de Constanza era pura dinamita. Me marché y como les había dicho que iba a reunirme con otra empresa, les daría la respuesta después. Quisieron que quedáramos al día siguiente, pero lo rechacé porque quería aprovechar mi viaje y visitar a algún miembro de la “familia” que me quedaba, lo de ponerlo entre comillas es porque algunos siendo familia eran un poco “especialitos”.

Después de la reunión con la otra empresa, la decisión estaba clara, me quedaría con esta última empresa. Llame a Aitor y le explique todo, me dijo que no podían competir con esa empresa en concreto porque disponían de una patente que ellos no tenían, por eso el mejor precio y después de insistir quedamos en castellana en una terraza, no me apetecía mucho porque había quedado un poco mosqueado tendiendo puentes con la familia que me quedaba, no con todos pero un fiasco. Eso sí, con la conciencia tranquila porque estaba tendiendo puentes con personas de las que me había alejado por alguna circunstancia. El almuerzo con Aitor fue interesante.

– Me hubiera gustado que nos hubiéramos quedado con vosotros, pero no es posible.

– Carlos, que no te preocupes, que lo entiendo, que una cosa es la amistad y otra tirar el dinero. Seguro que en otro momento llegaremos a algún tipo de acuerdo.

– Eso seguro. Porque tal como va el mercado, seguro que nos volvemos a encontrar. De todas maneras cualquier novedad que tengas te pones en contacto conmigo y en cuanto llegue ya te mandaré un mail detallado sobre otros proyectos.

– Mira que hayamos coincidido es por algo. Y ese algo es que quiero que aprovechemos, que si te apetece… pues pases una noche con Constanza y yo mirando o lo que quieras. Si quieres me quedo en otra habitación… no sé. ¿Tú has vivido alguna situación parecida?

– Muchas veces.

– Mira mejor, nos ponemos en tus manos. ¿Qué me dices?

– Pues que si quieres esta noche voy a cenar y según vea a Constanza, pues hacemos o no hacemos nada. Sin compromiso ni antes ni después, ocurra lo que ocurra.

Aitor lo aceptó y entendió mi postura y quedamos para cenar esa noche. Ni le dije que lo hablara con su mujer ni que no lo hablara, aunque me dijo que solo le diría que iba a cenar para despedirme. Estas situaciones no me son nuevas y no me sorprenden. Lo que pasa es que me llamaba poderosamente la atención en que viniera de ellos, lo que se cambia a lo largo del tiempo y no me refiero al aspecto físico. Eso sí, siempre guardando las apariencias. Algo que también me llamó la atención, es que cuando use el término cornudo, ni ella se ofendió ni me corrigió, lo tenían interiorizado entre ellos y como lo use sin ningún miramiento, pues no le dieron la mayor importancia.

Esta vez al llegar me recibió Constanza, porque Aitor estaba hablando por teléfono y se le oía de fondo. Básicamente iba vestida como la otra noche. Lo que cambiaba era el color del vestido, que era rojo, pero igual que el negro que llevo la otra vez y más corto, y se le veían unos muslos poderosos, duros y atractivos. Llevaba los labios pintados de un rojo intenso, nos dimos dos besos, que fueron casi en la comisuras de los labios. Cuando se dio la vuelta e inicio el camino, me dieron ganas de tocarle ese culo tan redondo que tenía. Me saltare la cena porque no hubo nada trascendental en ningún sentido. Nos fuimos a sentar a unos amplios sillones, se sentaron juntos y como si fuera mi casa, le dije a Aitor… “Podías quitar alguna luz, que quedara más suave la iluminación” se levantó y dejó a su mujer en ese momento sola, me senté con ella, donde se había sentado él, que después de dejar una iluminación muy adecuada, se sorprendió al verme sentado junto a su mujer, no dijo nada y se sentó en el sillón a la izquierda de ella. Desde el momento que me senté junto a ella, Constanza se puso nerviosa y ya no estaba tan lanzada como lo había estado, mirando de vez en cuando a Aitor, como esperando algo de él, estaba claro que no le había dicho nada a su mujer y sin embargo el, si estaba nervioso pero más decidido e inició una conversación conmigo, como si estuviéramos solos.

– Carlos tú siempre has tenido fama de todo y nunca te he oído decir nada de ninguna de esas aventuras que se te achacaban. ¿Por qué?

– No hay ningún motivo, es que no lo he encontrado necesario.

– ¿Pero son todas ciertas?

– Es que no se en concreto a las que te puedas referir, ni tampoco me interesa saberlas.

– Venga no te pongas así. Pues… ¿Cuál es el prototipo de mujer que te gusta para tener un momento de placer?

– Que fino sigues siendo, que tú lo que quieres saber que como me gusta que sea una mujer para follar. ¿Es así?

– Pues sí, pero se sinceró.

– Pues si es solo para eso, me gusta que en la cama sea la más PUTA, aunque luego no lo parezca, que para ese momento además de eso, tiene que parecerlo, tiene que tener cara de PUTA.

– ¿Y cómo se nota eso?

– Pues como está ahora tu mujer, así es como me gustan.

– (Un minuto de silencio) Pues en eso has acertado, porque Constanza parece de hielo y cuando estamos en la cama, es puro fuego y sé que no logró el incendio total.

Constanza en ningún momento dijo nada. Estaba callada y ya no nos miraba a ninguno de los dos. Me gire a la izquierda, poniendo mi muslo de la pierna izquierda sobre el sillón, así miraba a Aitor y por supuesto a Constanza. Mi intención era acariciar sus piernas, en concreto sus muslos, pero percibí demasiada tensión en ella. Por ello desistí pero le pedí a Aitor que pusiera música para bailar y me gusto que obedeció en el acto, una buena señal. Constanza cuando me puse de pie y quise que bailara conmigo, estuvo un poco remisa, pero al animarla su marido y seguir insistiendo, que no fue mucho, se levantó a bailar. Ella se quiso separar un poco más de donde estaba Aitor y no la deje. Su vestido por detrás tenía una buena y amplia abertura. Cuando la abrace, una de mis manos la puse en su espalda, piel con piel, sentí una corriente de placer en mi cuerpo, pero lo sentí también en ella y cuando la acerque a mí, me encantó su olor, porque la notaba super excitada, contenida. Estábamos muy pegados y no tardé nada en tener una erección completa y poderosa, pegada a su vientre.

Con movimientos suaves y delicados, inicie un movimiento con mi cuerpo para que nos estimuláramos los dos e íbamos por buen camino, porque nuestras respiraciones habían variado. Mis manos ahora las dos, acariciaban su espalda y rozaban las yemas de los dedos el inicio de sus pechos. Me acerqué a su oído… “Constanza mira cómo me has puesto, me tienes cachondo perdido, me excita sentir tus pezones en mi pecho…” no me decía nada y ahora mis manos acariciaban su culito por encima de su vestido. Constanza con la voz entrecortada… “Si no paras, no respondo”, le respondo… “Pues nos parará Aitor” y a ella se le escapa un “JA” y a continuación me dice… “Buaf… si es un cornudo en toda la regla, solo le falta que rematemos y si sigues así vamos a rematar por todo lo alto” y no lo dejo pasar, meto mis manos por debajo de su vestido y toco sus nalgas. Que me sorprenden su dureza, pero teniendo mucha calidez en ellas. Comprobé que no llevaba debajo ropa interior. Aun así no quería acelerar nada, me puse a darle besos en los lóbulos de las orejas, en el cuello, sobre sus hombros y sin dejar a mis manos quietas.

Quería que llegara al límite de su excitación normal y que Aitor lo viera, lo disfrutara como ella. Ahora cambie de posición una de mis manos, para ponerla delante y tocar su coñito mejor. Me llamó la atención lo mojada que estaba y tenía un clítoris muy hinchado. Arqueaba sus piernas para facilitar mis tocamientos y su marido desde su posición debía de ver a la perfección esos movimientos desde atrás. Constanza dio un gran suspiro, me agarró de mi mano y tiró de mí, pasamos junto a su marido y no sabía dónde me llevaba. Nos metimos en un ascensor con paredes de cristal. Me miró con ardor y nos besamos, primero de una forma casi normal y segundos después como si fuéramos auténticas fieras, logre sacarle el vestido de sus brazos, quedando en su cintura y sus tetas quedaron libres, delicadas, grandes y hermosísimas, esos kilos de más las habían hecho más sabrosas y deseables. No me pude contener… “Tienes unos pechos preciosos y qué pezones más ricos tienes…” y ella hinchando su pecho de manera desafiante, como si fuera una invitación… “Pues son todo tuyos” y aunque ya había parado el ascensor me los metí en la boca, cambiando de una a otro como si estuviera poseído y cuanto más gemía, mas cachondo me ponía.

Justo en ese momento Constanza pasó su mano por mi entrepierna, a lo largo de toda mi polla, lo hacía muy bien, morbosamente y eso nos puso más cachondo a los dos. Estábamos por explotar, lo mismo era por conocernos de toda la vida y vernos tantos años después en esa situación, por imaginar que nada más había estado con un hombre. Salimos del ascensor y Aitor estaba al fondo, junto a una puerta que imaginaba que sería el dormitorio de ellos y nos había estado viendo. Caminamos hacia donde estaba, ella con las tetas al aire, sin cortarse y mirando desafiante a su marido. Antes de llegar a donde estaba Aitor, nos paramos y nos volvimos a morrear, ante el asombro de Aitor y el mío, Constanza abrió una puerta y me empujó hacia dentro. Era otra habitación, encendió la luz, se terminó de quitar el vestido y cuando Aitor se acercó a mirar, cerró la puerta. Estaba muy buena, no tenía complejos de nada y no tenía por qué tenerlos, estaba lo que se dice bestial.

Se acercó, me desabrocho el pantalón y nos besábamos de forma lenta, pero sensual y de forma morbosa. Ya sentía sus dos manos a lo largo de mi polla, me desnudo de la parte superior, dejo caer mis pantalones y se fue bajando lentamente sin dejar de mirarme a los ojos, lamiendo mi pecho y mis abdominales, hasta que atrapó mi polla con sus labios. En los primeros minuto de la mamada me di cuenta perfectamente, que aunque no hubiera estado con otro hombre, me hacia una mamada que me enloquecía, no quise en ningún momento tomar la iniciativa, quise dejarle a ella ese papel, quería ver donde llegaba. Estuvo un buen rato y al contrario de lo que hago siempre, iba a dejarme llevar, quería correrme en su boca. Después de un buen rato ella se dio cuenta de que me podía correr en cualquier momento y sin dejar de hacerme una paja, me miro a los ojos… “No termines dentro de mi boca, que eso no me gusta y no dejo a Aitor que lo haga nunca” y fue a continuar la mamada, no la deje, le agarré de su melena para que siguiera mirándome… “Me voy a correr en tu boca y no vas a quitarte, no es una opción, yo no soy tu marido, a mí no me ordenas nada”, espere alguna respuesta, alguna reacción y no se produjo mas que volvió a la mamada.

Estuvo un rato mas y me empecé a tensar hasta que soltó un berrido corriéndome profusamente dentro de su boca y lo más importante y mejor, ni se apartó, ni dejo que nada se perdiera y de forma provocativa, abrió la boca, saco la lengua llena de parte de mi corrida para que lo viera y se lo trago. No paro de mamármela hasta que perdió un poco de dureza. Se levanto y los dos desnudos salimos de la habitación, al abrir la puerta estaba Aitor mirando con ojos de salido, seguro que había estado escuchando. Se fue hacia su marido, restregándose bien contra él, una demostración de la calentura que tenía y le beso con toda la pasión habida y por haber. Aitor que de tonto no tenía nada, se tuvo que dar cuenta que la boca de su mujer se acababa de comer una buena corrida y no dijo nada, se limitó a besarse con la misma pasión que lo hacía su mujer. Nos fuimos para su habitación, una habitación grande y muy iluminada. Constanza le decía a su marido… “Ya te queda poco para coronarte del todo, por eso he salido, para que disfrutes de ese momento” y se sentó en la cama, que era una cama alta. Abrió sus piernas y nos dejaba ver a los dos los labios de su coñito, totalmente brillantes de sus jugos. Era toda una invitación a devolverle el placer que ella me dio. Acaricie sus muslos suavemente, lentamente pase mi lengua por sus muslos, llegando al inicio de su coñito, pero sin llegar a él. Me gustaba notar como la excitaba ese momento.

Así estuve un rato hasta que inicie a darle unos pequeños lametazos en esos labios mojados. Sus suspiros fueron in crescendo y cuando profundice mas y llegue a su clítoris, un clítoris que parecía que había alcanzado su tamaño máximo y no fue así, porque sentí como se inflamaba más. De la misma manera que supe que si no me paraba iba a tener un orgasmo y por eso me pare. Bajo su tensión, aunque no mucho, mordisqueaba y lamia el interior de sus muslos, mientras mis dedos la penetraban y mi dedo pulgar trataba de entrar en su culito de forma infructuosa porque se ponía en tensión, haciendo fuerzas e imposibilitando que lo lograra, algo que me ponía muy cachondo, porque lo mismo su culito jamás había sido follado. Durante bastantes minutos estuve haciendo y provocando, hasta que supe que en cualquier momento se podría correr sin apenas tocarla. Por lo que me amorre a su coñito, succione su clítoris con mis labios, inicie un movimiento con la punta de mi lengua sobre él y la follaba con mis dedos velozmente. Vino un orgasmo tras otro, el primero largo e intenso, los demás cortos pero igual de intensos. Hasta que puso sus manos en mi frente, levantando mi cabeza y con cara cogestionada, colorada me decía… “Por favor PARA, PARA, PARA… que no puedo más”.

Me aparte y tenía una erección de caballo, oír como se corría de esa manera me termino de poner super cachondo. Se estabilizaba y mirándonos a su marido y a mí, se puso a hablar de forma acelerada… “Es la primera vez que me pasa esto, ¿Verdad Aitor? No sé cómo lo has hecho” no espero que su marido la respondiera, aunque por su movimiento de cabeza le dio la razón y siguio hablando… “Y tu (a Aitor) ¿Por qué no te has desnudado? Que no te tiene que dar vergüenza nada, que Carlos a estas alturas no se va a asustar. (Mirándome a mi) es que no tiene algo tan hermoso y potente como lo que tú tienes, lo de él es más bien un lapicero, pero que lo sabe usar muy bien”. Al final su marido se desnudó y a pesar de que estaba empalmado, era verdad lo que decía Constanza y no quiero que se me interprete mal, pero tenía una “ridiculez” como polla, muy delgado y curvado hacia abajo. Me encontraba tumbado junto a ella y quiso que su marido se pusiera al lado y nos agarró las pollas. No se reía de su marido eso no, pero hizo comparaciones, mirando a su marido… “Mira Aitor la de Carlos está en rampa, mirando majestuosamente hacia arriba, se la ve más alegre y fíjate no la abarco con mi mano. La tuya se la ve más triste y mirando hacia abajo y me sobra mano para abarcarla”.

No le molesto, todo lo contrario le excitaba oír a su mujer hablar en ese tono, que nunca era un tono de cachondearse. Su respiración iba siendo más normal y no deje de acariciarla. Ella se dejaba y es mas, se colocaba para que la pudiera acariciar mejor. Me coloque para comerle un pezón y en un momento dado le dije a Aitor que el comiera el otro. Eso la volvió loca, porque no dejaba de decir que nunca había sentido algo así. No dejaba de acariciar su clítoris, hasta que ella de forma sorpresiva me dijo… “Fóllame, no me puedo aguantar más…” quería ver su cara bien y la veía con ganas, su marido se aceleraba comiéndole las tetas, como no le hacía caso… “Por favor, fóllame de una maldita vez” me coloque un preservativo y estando ella boca arriba, me puse en medio e introduje mi polla en su coñito. Cuando la tenía toda dentro de ella, exclamo a su marido… “Dios mío Aitor, que placer, es enorme, la siento enorme. Como me está quemando, muévete, muévete…” puse sus piernas sobre mis hombros y la penetraba profundamente, haciendo que ya dejara de gemir y gritara de placer. La penetraba con movimientos suaves pero profundos. Poco a poco, fui cambiando las suaves penetraciones por embestidas seguidas y profundas, potentes y con mucha fuerza.

Se corrió de forma fabulosa y le di la vuelta, tal vez un poco bruscamente, tenía y se le veía un culo muy deseable. “Aitor, tienes una mujer muy puta, una puta encantadora, folla muy bien y le gusta que la follen… ¿Verdad PUTA?” y ella no contestó por eso, azote su culo y a la tercera vez, me dio la razón. “Aitor… “¿Te has follado alguna vez su culo?” y Aitor me dijo que eso había sido algo imposible. La que contestó mas contundentemente fue Constanza… “Pues tu tampoco lo harás por ahí, olvídate de eso, lo demás lo que quieras”, tome el mando y le clave la polla en esa posición, gimió fuertemente y le azote el culo en plan salvaje y le dije… “Te digo como antes con la mamada, voy a hacer lo que quiera y no te estoy pidiendo permiso. Aitor busca lubricante y si no, con cualquier crema de manos me vale”, Aitor se fue al baño y trajo varios tarros, es cogí uno que conocía, lo deje caer entre sus nalgas, lo único que dijo que estaba muy frio. Con mis dedos se lo fui metiendo en su culito. Lo tenía demasiado apretado, me iba a costar, pero no iba a cejar en mi empeño.

Siempre que es la primera vez para una mujer o está asustada, me lo tomo con toda la paciencia del mundo, las prisas las dejo aparte. Me costó mucho poder meter dos dedos, porque no se relajaba, entre azote y azote, se fue relajando y ya iba todo mejor. Mis dedos entraban y salían ahora con mucha suavidad. Hice que su marido se acercara y que me sustituyera mientras me ponía en mi polla. Aitor lo hacía muy bien y me llamo la atención que no dejaba de mirar mi polla, cuando se dio cuenta de que le había pillado mirándomela, se puso colorado, le hice un gesto de tranquilidad. Quise hacerle participar más, le dije que abriera sus nalgas mientras se la metía. Suavemente le puse la polla en la entrada del culito. En ese momento volvió la máxima tensión. Que con mucha paciencia y dedicación, logre que fuera desapareciendo, en el momento que le di el primer “puntazo” dio un pequeño grito, que no sabía si era de dolor, de sorpresa o de que. Me quede muy quieto y poco a poco fui metiendo mi polla. Entre suspiros, grititos, respiraciones profundas y resoplidos. Aitor animaba a su mujer, le decía que le quedaba poco y ella con bastante sarcasmo, por no decir mala leche le decía… “Menudo cornudo que eres, se han follado a tu mujer, me están desvirgando el culo, que es lo que tú has querido siempre y solo se te ocurre animarnos… cuanto te quiero mi cornudo amoroso” y en ese momento un último empujón y se la metí entera. Fui follándola entre un ritmo suave a mediano, hasta que me pidió más marcha como decía ella y entonces sí que la folle con toda la potencia que pude, ante la mirada absorta de Aitor. No corrimos los dos a la vez y me pidió que no me saliese, que esperase. Hasta que se fue bajando mi erección y nada mas sacársela se fue corriendo al baño. Me quede a solas con Aitor.

– ¿Cómo te sientes ahora?

– Mejor de lo que pensaba. Pletórico, muy animado y alucinado de como has podido meter todo eso en el culo de Constanza.

– Pues me alegro y la verdad que me ha sorprendido Constanza, porque siempre la he visto muy modosita.

– Jajaja… y eso que no se ha soltado del todo, que en la cama es como a ti te gusta muy puta.

– Pues más suerte para ti.

– Si desde luego. Pero siempre queda algo por hacer, que por lo que sea no logro sacarle.

– Aunque no te valga lo que te voy a decir, que sepas que eso ocurre en la mayoría de las parejas, que no logran exprimir, sacra todo el potencial sexual de sus mujeres. Solo lo consiguen los atrevidos, que buscan a alguien que le ayuden a conseguirlo.

– ¿Qué opinas de nosotros? ¿Cómo nos ves?

– No opino nada y os veo con capacidad para más. Cuando digo para mas, me refiero a más de lo que me has contado.

Apareció de nuevo Constanza diciéndonos… “Os he estado oyendo y Aitor te han calado, jajaja… tú has sido mas cobarde que yo y si no lo he dado todo, queda noche por delante, porque Carlos se tiene que quedar que ya estamos en el toque de queda”, aproveche para ir al baño, me siguio Constanza para llevarme una toalla. Me daba una ducha cuando se metió conmigo. Era una ducha que resbalaba demasiado, no estaba preparada para tener muchos meneos dentro de ella. Puse una toalla sobre el inodoro y me senté sobre él. Constanza vino hacia mí, quería que folláramos y como no tenía allí ningún preservativo, me dijo que tomaba anticonceptivos y se montó sobre mi polla, en contra de lo que Aitor había dicho. Sabia montar, se movía espléndidamente. Agarre su cintura y ahora era yo quien la follaba, me comía sus tetas con avaricia y otra vez que se volvió a correr. Como no se encontraba cómoda nos fuimos a la habitación. Aitor tenía la cara con medio disgusto, nos debía haber visto follar sin nada. Para quitar hierro a ese momento, le dije a Aitor que se tumbara en la cama, para que le comiera el coñito a su mujer mientras me la follaba.

Parece que eso le hizo olvidar un poco. Se coloco y ella se puso con las piernas abiertas sobre la cabeza de su marido. Sin preservativos se la metí e hice que se fuera bajando hasta que su marido la pudiera lamer bien. Cada vez iba notando a los dos mas cachondos, aunque mas a su mujer y la prueba es que empezó a decirle a su marido… “Que cornudo, te gusta ver cómo me entra un pollón de verdad y no lo que tú tienes”Aitor solo emitía sonido inteligibles y ella volvía a la carga… “Cornudo es como si me reventara, seguro que eres tan cornudo que le habrás chupado ya”, la respiración de los dos se aceleraba por momentos y después de decir eso Constanza, si note varios lametazos por parte de Aitor en el tronco de mi polla. Que ya parecían todo menos accidentales. Eran de las parejas primerizas más valientes que había conocido, porque todo lo tenían muy claro. Estábamos haciendo todo muy bien su marido y yo, porque nos avisó de que se corría y fue una corrida mas sonora que las anteriores, pero no había terminado de correrse y nos exigía mas que pedir, que siguiéramos.

Saque intencionadamente mi polla de su coñito y como la tengo como decía Constanza en rampa hacia arriba, la baje un poco con mi mano y Aitor hizo lo que me imaginaba, como si fuera un bebe con su biberón y se lo dije a su mujer cuando protesto porque no se la volvía a meter… “Lo siento Constanza el cornudo se la ha metido en la boca”, Constanza se movió para verlo y dijo… “Cornudo, maricón… vaya marido que tengo… CORNUDO, YA ESTAS PARANDO Y METIÉNDOLA EN SU SITIO”, no le hizo falta repetirlo y seguimos follándola, nos decía que le había puesto muy cachonda ver a Aitor mamando y se corrió ella, después yo y lo que no supe en ese momento si Aitor se había corrido en algún momento, porque si lo hizo no lo vi ni le oí. Seguimos follando un buen rato mas y paramos porque Constanza nos decía que por el momento paráramos y nos pusimos a hablar de ese momento. Que no se si porque nos conocíamos de pequeños o porque eran así de sinceros y abiertos.

AITOR.- Vaya noche ha sido de puta madre.

YO.- Estoy de acuerdo contigo y para mí ha sido una sorpresa, porque nunca pensé que os iba este buen rollo.

AITOR.- Siempre se lo he dicho a Constanza, que estoy abierto para todo y sé que no se lo creía del todo.

CONST.- No es que no me lo creyera del todo, es que no me lo creía. Ni que en verdad quisieras verme con otro y lo de que estabas abierto a mas cosas. Ahora si me lo creo y también entiendo que para nosotros es complicado.

YO.- Complicado lo que vosotros digáis.

CONST.- No Carlos. Tu estas soltero, eres un hombre de éxito en todo y hagas lo que hagas, eres un hombre y todo te está permitido o por lo menos te lo justifican. Si alguien se enterar de lo que ha pasado esta noche, mi marido sería un enfermo, por ser un cornudo consciente, por pedir a un amigo que se folle a su mujer y yo directamente seria además de puta una guarra. Es más a nosotros se nos resentiría nuestra empresa ya ti no.

YO.- En eso te entiendo y tenéis toda la razón. Pero tampoco se puede vivir sin vivir.

AITOR.- Si no tuviéramos hijos, nos podríamos aventurar, pero para nuestra vida y nuestros negocios es muy importante guardar mucho las apariencias.

YO.- Cuando decidisteis que yo entrara en vuestro juego.

CONST.- JAJAJA… que lo cuente Aitor.

AITOR.- Nosotros siempre hemos andado por la fantasía y en esas fantasías siempre has andado tú, no en todas pero si en la mayoría. Porque te conocíamos, a Constanza siempre le has gustado y luego porque la fama que siempre has tenido ayudaba. Como cuando todos decían que eras un superdotado y no solo en los estudios. Que por cierto, mucho más de lo que decían.

CONST.- Termino yo que este se enrolla. Cuando llamaste, esa noche se le ocurrió que te tentáramos o provocáramos. Con esto del toque de queda, íbamos a intentar que te quedaras aquí a dormir, pero te fuiste. Y se echó a perder nuestros planes. Menos mal que has vuelto a cenar. Aunque no lo tenía claro porque este (Aitor) hubiera encontrado alguna pega.

YO.- Eres injusta. Ya que lo decimos todo. Aitor hablo conmigo para proponerme lo que ha pasado esta noche.

CONST.- Pues ya que estamos más unidos que antes, propongo que lo repitamos, ya sea en Madrid, en Valencia o Sebastopol.

Estuvimos todos de acuerdo. Nos quedamos dormidos los tres en la misma cama. Hay una cosa que me pasa cuando he follado durante mucho tiempo y con intensidad. Que me quedo dormido como un niño chico. Pues esta fue una de esas veces. Lo que me despertó no fue la luz del día, ni un ruido, algo difícil en un lugar tan silencioso. Me despertó la excitación. Un sueño erótico porno festivo. De eso que hacía tiempo que no tenía y soñaba con una persona en concreto. Soñaba que me pasaba la lengua por toda mi polla y estaba como en un neblina. Poco a poco fui saliendo de ese sopor y cada vez era más real. Hasta que vi que era lo que pasaba. Me estaban comiendo la polla los dos. Un mano a mano. Creo que me desperté del todo porque estaba a punto de correrme y cuando lo iba a hacer, cuando empezó a salir el líquido preseminal, Constanza se quitó la polla de su boca y se la metió a su marido, que recibió la descarga completa de mi corrida y después se morrearon. No hubo tiempo para mas porque ellos tenían reuniones y yo una importante.