De como descubrí las sorpresas que tenía guardadas mi tía

Se tenía que ser, y estar muy aburrido para que mis mejores momentos fueran esos, en los que me escapaba a la azotea y por fin podía fumarme ese cigarrito a solas.

Desde que había empezado el puto confinamiento y me había visto obligado a regresar a casa de mis padres no podía morirme más de asco, después de acostumbrarme a vivir a mi aire, todo se había ido al traste y sin la excusa de los estudios, me había visto obligado de momento a volver a compartir casa con la familia; y si digo la familia, porque así vive la mía. Vivimos en lo que antiguamente era una pequeño hotel, ahora reformado en cuatro viviendas separadas, pero compartiendo las zonas bajas ajardinadas, con una pequeña piscina en el jardín.

En el primer piso, vivían mis padres y vivía y yo antes de irme a estudiar fuera, en la segunda planta dividida en dos viven mi primo con su mujer y en el otro piso mi hermana mayor con su marido, y por último en el ático mis tíos, la hermana de mi padre y su marido.

A pesar de ser mi familia no me sentía demasiado afín con nadie, ya que el que menos tenía, tenía diez años más que yo que era mi hermana, con lo que poco había que hacer ahí encerrados.

Poco podía imaginar que esa noche mi vida en esa casa iba a cambiar tanto como estaba a punto de suceder.

Estaba dándole la ultima calada a mi cigarrito de la risa, cuando oí ruidos, una puerta se abrió y voces que venían del ático justo por debajo de donde estaba. Enseguida reconocí la voz de mi tía y con la curiosidad del aburrido me acerqué amparado por la oscuridad al borde de la barandilla de piedra.

—Vamos no seas soso, nadie puede vernos, ni oírnos, además a estas horas todos duermen –reclamaba mi tía

—Cuando se te mete algo en la cabeza –dijo mi tío

Y la sonrisa melosa de ella hizo que me asomara ligeramente más picado aun.

La escena me dejó de piedra, mi tío se había sentado en una de las tumbonas que tenían en la terraza y mi tía, se estaba arrodillando entre sus piernas, tocando el bulto evidente de él y mientras sonreía tiraba del pantalón para liberar su rabo.

Joder, de repente se me pasó el colocón, el sueño y el aburrimiento en un microsegundo, viendo como la mano de mi tía empezaba a tallar la polla de su marido. Mi polla se removió dentro del pantalón cuando ella, no conforme con meneársela, bajó la cabeza y empezó a tragar polla, al tiempo que la mía empezaba a crecer con rapidez, presionando contra la tela de mi pantalón.

El gimió inclinándose un poco para abrir la bata de mi tía, y entonces vi por primera vez esas preciosa tetas, nada que ver con las puntiagudas, o redonditas tetitas con las que había lidiado hasta el momento, las tetas de mi tía eran grandes, muy grandes, redondas, ligeramente caídas por su propio peso, con unos pezones enormes y duros, que ahora mi tío pellizcaba sin piedad moviendo así esas preciosidades. Mi polla humedecía ya la fina tela de mi pantalón y hasta eso me ponía más cachondo aun de lo que recordaba haber estado nunca, mientras la cabeza de mi tía subía y bajaba tragándose ese rabo con maestría, sin remilgos.

—Así, cómetela cariño…chupa… –decía mi tío con palabras entrecortadas sin soltar esas tetas que estaban volviéndome loco junto con toda la escena.

No podía apartar la mirada de mi tía de rodillas, sus generosas curvas, que se me antojaban de lo más deseables, su culo perfectamente mercado por al finísima tela de la bata de raso y el chapoteo de su boca, las manos de mi tío amasando lo que yo deseaba tocar…sus gemidos iban en aumento, mi polla palpitaba cuando la saqué.

—No te corras aun –suplico ella

Pero sus palabras no frenaron el primer trallazo que bañó esos preciosos pezones haciéndolos perecer aún más oscuros manchados de lefa, un segundo sus labios carnosos y para entonces mi polla y se había unido al festín solo que mi semen manchaba la pared, pero salía a borbotones sin control mientras veía como mi tío llenaba a mi tía de semen.

—Cariño lo siento, no te enfades, vamos entra a limpiarte y si lo necesitas te ayudo con lo tuyo –oí que se ofrecía él sin ganas

—Ve a dormir, no te preocupes ahora iré, prefiero quedarme un ratito aquí al fresco.

Y tras un “como quieras” casi aliviado oí la puerta cerrarse. Y ya me iba cuando el inconfundible sonido de un suspiro volvió llevarme al borde de esa pared, y lo que vi volvió a poner mi polla ya blanda de nuevo morcillona.

Mi tía se había recostado en la tumbona y se estaba acariciando los muslos, la cara interna; sin prisas, subiendo…la bata se había abierto ligeramente y podía ver de nuevo sus pechos, sus pezones aun manchados de semen…joder mi polla volvía a estar dura.

Su mano de canto debió llegar su coño, porque gimió más fuerte, mi mano apretó mi polla por encima del pantalón.

Sus gemidos fueron en aumento a medida que su mano se afianzaba más entre sus piernas, más arriba, más encontrando lo que buscaba…separó sus muslos gorditos y supe entonces que quería más, necesitaba ver su coño, quería ver más cerca el coño de mi tía mientras se masturbaba.

Sigilosamente fui hasta la esquina y bajé la escalerita hasta la verja, para encontrarme de lleno con la visión de sus piernas abiertas, y su mano acariciando los labios abultados de su sexo, mientras gemía flojito y abría más su empapado y brillante coño, que desde ese rincón veía al completo.

Me pajeaba frenéticamente y con brío, sin miedo, con ganas ya que al haberme corrido sabía que iba a aguantarlo, mordí mis labios cuando dos de sus dedos desparecieron en su coño y elevo ligeramente las caderas, haciendo que sus tetas se movieran liberándose más de la bata…joder mi tía era una hembra espectacular y yo por primera vez mirándola a ella, estaba cachondísimo, me agarré con una mano fuertemente la verja en pleno éxtasis y entonces chirrió, me quedé quieto en la oscuridad, pero era tarde, ella también paró porque había oído el chirrido y miro, me vio entre las sombras, y una vez sabiendo que había alguien no tardó en asociar la silueta en la penumbra.

—Paco, ¿qué haces…? –apenas podía articular las palabras al borde del orgasmo

—No pares tía, sigue –le dije sin pensar con voz queda

— ¿Estás loco? –intentó querer reñirme, pero no podía, ni siquiera había sacado los dedos de su coño

Y supe que tenía que jugármela y aprovechar ese momento de debilidad en ella, estaba al límite, donde ella misma se había llevado y yo iba a usarlo en mi favor

—He dicho que sigas puta, hazlo…sigue tocándote como hacías tras comérsela a tu marido como un golfa, vamos, estas deseando correrte… –quería avergonzarla recordándole que había visto la mamada

—Esto no está bien

—No, no lo está, pero lo deseas demasiado, estás demasiado cachonda ya para pararlo

—Cállate joder va a oírte tu tío

—Ese ya debe estar durmiendo después de la mamada que le has dado, venga te mereces esto

Había llegado el momento, ver como su mano empezaba a moverse y ver como su mirada claudicaba me dio el valor de acercarme

Ella miraba la mancha que posiblemente había dejado mi anterior corrida en mi pantalón y pude ver como se mordía los labios, como se metió mas los dedos mirándola y entonces supe que era mía.

— ¿Te gusta pensar que me he corrido viendo cómo se la chupabas? Pues sí, me he corrido, me has puesto muy cachondo. Seguro que te encantaría ver mi polla ti, ¿quieres verla?

Las dudas cruzaron su mirada cachonda, sus ojos se oscurecieron, sus mejillas estaban encendidas y sus dedos entraban y salían sin piedad de su coño…

—Si –dijo con voz débil

—No te he oído tía, ¿quieres ver mi polla? ¿Quieres ver lo dura que la pones?

—Si joder sí, quiero ver tu polla

Y di el paso definitivo, frente a ella saqué de nuevo mi polla del pantalón de chándal y la dejé frente a su cara.

—Si quieres puedes probarla, hazlo te gustara, está recién corrida, vamos demuéstrame lo puta que eres tía, ya he visto cómo te gusta comer polla

—No es lo mismo

—No, tienes razón, la mía va a gustarte más –y sin darle tiempo me incliné un poco y agarrando la parte de atrás de su cabeza la acerqué

Rocé mi capullo en esos labios gruesos y empujé hasta separarlos sin esfuerzo y me cole en su boca, llenándola, mientras ella se dejaba sin participar pero dócilmente.

—Así, trágatela toda –le dije empujándola hasta llenarla, hasta llegar a su garganta suavemente, presionando un poco más forzándola, viendo sus ojos llenarse de lágrimas por el esfuerzo de abarcarme

Unos segundos y liberé presión, la dejé respirar y volví a la carga, ella se dejaba hacer, repetí una y otra vez, mi polla palpitaba en su boca, llegaba a su garganta y retrocedía llena de su saliva. Lo hice hasta no poder más salido perdido.

Entonces me incliné más y aparte su mano, saqué sus dedos de su coño y puse los míos, empapando mi mano en sus jugos, estaba chorreando, junté tres dedos y la penetré…uff estaba caliente y su coño apretó mis dedos, cerraba los ojos y gemía completamente entregada a la follada de mis dedos… mi pulgar buscó su clítoris y lo froté hasta notar su cuerpo rígido, el temblor de este y su grito ahogado cuando se corrió empapando más mi mano que chapoteaba entre sus muslos.

Apenas se había recuperado la cogí de las manos y la hice poner en pie, la llevé a la mesa y la senté en esta.

— ¿Qué haces Paco?, no podemos…

—Si podemos, mira que polla me has puesto cabrona y tú tienes el coño más que dispuesto a colaborar… si podemos

No le di opción, acerqué el glande, la agarré del culo y de un solo movimiento de caderas me hundí en ella, hasta el fondo, hasta los huevos.

—Joder qué coño más caliente tienes, ¿cómo puede dejarse este coño sin follar? –le dije mordiendo su cuello

—joder Paco, joder…

Abrí bien su bata y por fin tenia esas tetas para mí, me incliné y lamí esos oscuros pezones, los succioné y terminé mordiéndolos con saña rebotando dentro de su coño, entrando más y más sin apenas salir unos centímetros, empuje con toda mi alma, movía su culo, sus tetas se escapaban de entre mis dientes y volvía a por ellas y volvía a empotrarme dentro…

—Voy correrme, Paco no pares, no pares

—No lo hare tía, no parare, córrete, córrete con mi polla…

Y vaya si obedeció, los espasmos de su orgasmo casi me arrastran con ella, pero no quería hacerlo en su coño, quería que saboreara mi lefa y cuando se relajó yo apenas podía controlar el temblor de mi polla, me incliné y lamí su coño, la tumbé en la mesa y devoré su rajita, sus jugos; chupeteé, succioné y penetré con mi lengua y mis dedos hasta hacerla retorcerse una vez más.

—Joder Paquito, joder, que gustazo.

—Se buena tía, ponte de rodillas para mí, quiero darte leche… ¿la quieres?

—Si mi niño

Y agradecida se arrodilló ante mí y mientras mis manos agarraban sus preciosas tetas mi polla llenaba de nuevo su boca, sus manos acariciaban mis pelotas y joder, está vez no follé su boca, está vez mi tía me hizo la más espectacular de las mamadas.

—Me corro, voy correrme, voy…

Y su barbilla apretó mis cojones, la punta de mi polla rozo su campanilla y la leche lleno su garganta, retrocedió y dejó que el segundo llenara su boca y hasta sus labios, dejando y enseñándome como mi leche escurría de su boca sus pechos, cosa que me seguía matando de gusto, haciendo que temblarán mis piernas, mientras su lengua limpiaba y tragaba hasta la última gotita.

— ¿Paco subes mucho a fumar? –pregunto relamiéndose

—Cada noche tía, cada noche –contesté siendo que esa noche empezaba una nueva etapa de ese confinamiento.

Y bajé a casa con una sonrisa de oreja a oreja y sequito feliz pensando que iba a poder disfrutar del sexo rico con mi tía a menudo durante el confinamiento, sin sospechar inocente de mí, que mi tía solo era una de las hembras necesitadas de ese edificio…