Un día que parecía ser como cualquier otro, en un lugar que, igualmente en teoría iba a ser demasiado normal
Dejas pasar sólo un minuto y abres la puerta después de haberme acechado mientras entraba en tu habitacion, el tiempo justo para dejarme entrar, calzarme mis tacones y quitarme el vestido, dejándome al desnudo solo con unas medias de encaje a media pierna y un coulote negro que espero rompas cuando menos me lo espere. Me observas, estoy en el centro de la cama, de espaldas a ti, con una venda que al tiempo que recoge mi melena en una cóleta, tapa mis ojos. Tiemblo, respiro nerviosa, casi jadeando, cada vez más fuerte porque siento tus pasos acercándote. Crees que es por los nervios hasta que ves mi mano en mi sexo, acariciando suavemente mi clítoris, mi otra mano acaricia mi lengua, mojando la yema de mis dedos para luego pasarlos por mi pezón desnudo, duro. Escucho como te desvistes, sin dejar de mirar mi espalda y el movimiento de mis caderas, adelante y atrás, despacio pero sin parar. Te apoyas en la cama y a modo de rienda de caballo, tiras de mi pelo hacia atrás, lo justo para besarme y meter tu lengua en mi boca, sin tocarme más me pides que siga masturbando, tirando de nuevo de mi melena hasta que mi espalda, toca la cama. Sólo con tu lengua, recorres mi cuerpo, como si fueras un animal salvaje y yo tu presa, sólo lamiendo cuando llegas a mi sexo, repasando tu lengua de arriba abajo por el encaje empapado de mis ganas de sexo… Lo dejo ahí, a ver como sigues, amo!