Follando con un maduro en el shopping
Ya habían pasado un par de semanas de mi encuentro con Andrés en el cine. Y por decisión propia había abandonado los chats eróticos, no porque quisiera, pero se estaba volviendo peligroso, pasaba gran parte de mi día chateando con desconocidos, sobre sexo, y me encantaba, pero me había alejado de mis amigas, de mis estudios de música e idioma, y aunque me daba placer esa vida, traté por un tiempo volver a mi vida anterior a Esteban, aquella chica ingenua y virgen, que ya me parecía una desconocida.
Gracias a mis ingresos generados por vender mi cuerpo, comencé a salir a pasear sola, generalmente después de almorzar, me iba a un shopping, al patio de comidas, y tomaba algún licuado de fruta o helado, mientras leía un libro. Era mi forma de disfrutar el dinero ganado, hubiera preferido comprarme una notebook nueva, pero no tendría forma de justificarla con mis padres, si bien me daban dinero para mis gastos semanales, me era imposible comprarla con ese dinero por lo que me daba gustos simples, pero se sentía muy bien pagar mis gastos con ese dinero prohibido.
Era un jueves, ese día, parecía ser uno mas, fui a un Shopping en el barrio de Once, era uno de mis favoritos, pedí un helado y me senté en una de las mesas. Comencé a leer mi libro, y me distraje por culpa de una mesa que estaba a unos 15 metros. Uno de los chicos derramó un vaso de gaseosa, y el padre lo reprendía, mientras su hermanito se reía, trataba de limpiar la mesa pero solo ensuciaba mas, y hasta tiró otro de los vasos, yo me reí de la situación de verlo superado, por sus dos hijos, su mirada se cruzó con la mia, y me sonrió, bajé la mia y seguí con mi libro, aunque ya no pude concentrarme en mi lectura.
Fue a buscar servilletas, a otra mesa y se puso a limpiar, pero vino una empleada, y terminó ella la limpieza, se cambiaron a otra mesa, ahora estaba mas cerca.
No dejaba de mirarme, me hacia la que miraba en otra dirección, pero terminaba cruzando su mirada.
Un par de veces le sonreí, no pude evitarlo. Me pareció atractivo, aunque no era nada de otro mundo, alto, delgado, pelo castaño oscuro, lo tenía bien corto, ojos negros, vestía de traje gris, una camisa blanca, corbata azul oscuro y zapatos negros. Calculé unos 45 años de edad.
De repente se levantó, sus hijos hicieron lo mismo, y se fue, me sonrió antes de irse.
Me deprimió su partida, no se que esperaba, pero me dejó un vacio. Seguí leyendo, sin dejar de pensar en el, apretando mis piernas, presionando mi parte íntima, sentía que volvía la putita en mi, quería una pija dentro de mi cuerpo. Dejé mi libro, y me quedé observando el lugar, con la mirada perdida.
En eso, se me acerca alguien por detrás.
– Puedo sentarme?
Miro hacia mi derecha, y era él, había vuelto, mire hacia todos lados y estaba solo.
Volvió a preguntar:
– Puedo?
– Si, claro. Dije nerviosamente.
– Gracias.
Se sentó.
– Sola?
– Si, sola.
– Mejor, asi no nos molesta nadie.
– Si. Dije.
– Venis siempre aca? Preguntó.
– No.
Me odiaba por ser tan corta de palabras, estaba respondiendo solo con un si o un no, trataba de decir algo mas pero los nervios me superaban.
– Te molesta si nos vamos de aca, a dar una vuelta, que me esta mirando como un pervertido.
Hacía referencia a la chica que solo hace unos minutos le limpió la mesa. No se que estaría pensando, pero motivos no le faltaban, hace instantes estaba con sus hijos y ahora hablando con otra chica.
Me pregunté donde estaban sus hijos, aunque supuse que vivía cerca del shopping y los dejó en su casa y volvió.
– Dale, vamos. Le contesté. Para ser honesta, también me resultaba incómodo como nos miraba. Seguramente con razón.
Comenzamos a caminar por el shopping, al principio solo eran preguntas simples, como, por donde vivía, si tenía novio, que me gustaba leer, que ropa me gustaba usar. Era una conversación poco interesante pero que me sirvió para relajarme. Ni siquiera habían pasado 15 minutos, que me dijo.
– Me pareces muy hermosa y por como me mirabas, algo te interesé, te gustaría hacer algo rápido, sabes a que me refiero?
Ni siquiera lo pensé, seguramente estaba esperando su pregunta.
– Dale. Dije.
– No es joda, no?
– No.
– Pensé que iba a ser mas difícil, jajaja. Disculpame que sea tan directo, pero tengo muy poco tiempo. Lo puso muy feliz mi respuesta.
Me dijo, que conocía un muy buen lugar, comenzamos a bajar de pisos con las escaleras mecánicas. Me comentó que le dio mucho morbo verme sola y que cuando cruzamos las miradas no lo podía creer, que pensaba que se lo estaba imaginando, que le muestre interés le pareció increíble y que se la jugó, si decía que no, listo, que podía perder. El no, ya estaba, y había todo por ganar. Llegamos al estacionamiento.
El caminaba y yo lo seguía, ya estaba mas serio, mirando para todos lados.
Entra ahí, que ya voy. Dijo apurado.
Ingresé a un baño, pero era diferente.
Tardé un poco en darme cuenta que era un baño para personas con discapacidad.
Era mucho mas grande, en una de las esquinas, estaba el inodoro y de costado tenía unos barrales que eran para sostenerse de aluminio. Estaba increíblemente limpio, muy iluminado, y en una de las paredes un espejo gigante con una mesada de mármol con una pileta para lavarse las manos.
Me acomodé el cabello, me quedé mirándome, llevaba puesto un short amarillo con una musculosa negra, zapatillas negras, ropa interior blanca.
Sentía curiosidad que íbamos a hacer.
Entró rápido trabo la puerta.
– Todo bien, linda?
– Todo bien, respondí.
Me llevó contra la mesada de mármol, me puso de frente contra este, gracias al espejo podía ver todo lo que sucedía. Por detrás me desabrocho el botón del short y me bajó el cierre, y me lo bajó de una, junto con mi tanga blanca, que terminaron en mis pies.
Se desabrochó el cinto, el pantalón, que se cayó solo, y pude ver su pija bien dura bajo su bóxer gris claro, metió la mano por la parte de delante de su ropa interior y sacó su verga sin sacarse el bóxer.
– Ya habías probado 20 cm de chota?
– No, nunca, le respondí.
Era de buen tamaño, le calculé 15 o 16 cm, pero estaba segura que no eran 20 cm.
De grosor estaba bastante bien, y me sorprendió lo recta que era.
Del bolsillo interior del saco tomó un preservativo, lo abrió se lo quiso poner, y se le complicó, trató un par de veces.
-Mierda, gritó. Lo tiró al suelo.
Me quedé mirando el preservativo roto a través del espejo, trató de acomodarse para penetrarme por detrás, pero la diferencia del altura, lo hacía difícil, por lo que me levantó, me sentó en la mesada, dando la espalda contra el espejo, me sacó el short sin sacarme las zapatillas, quiso hacer lo mismo con la tanga pero no pudo por la zapatilla, de tanto tironear, me la rompió de un lado, y me quedó colgando en mi pie izquierdo, tenía mis piernas bien abiertas, me acomodó bien al borde, casi al límite de caerme, acercó la cabeza de su pija, podía ser mi ano o concha en esa posición, la sentí mas cerca de mi hoyito mas pequeño, pensé que sería por ahí, pero cambió de rumbo, y sentí como me abría por mis labios vaginales, buscando la entrada a mi concha.
Hundió fuerte sin perder tiempo, mi conchita se resistió, solo un poco pero con solo 3 o 4 embestidas bien fuertes, sin piedad, me la enterró mas de la mitad, y no se detuvo, siguió hundiendo hasta penetrarme completamente, largué varios gritos de dolor, mezclados de placer, me corrió hacia atrás de la pileta, tuvo que volver a traerme al borde, con su mano izquierda, me tapó la boca y comenzó a darme bien duro, solo la sacaba unos cm y volvía a embestirme con mucha velocidad y fuerza, me sorprendía que no gemía, solo se lo sentía agitado como si estuviera corriendo, cuando sintió que dejé de gritar, me sacó la mano de mi boca, con sus dos manos me tomó por mi cintura y con cada embestida, con sus manos me hundía contra su cuerpo, me hacía sentir aún mas penetrada, no se cansaba, era constante sin parar, como si su vida dependiera de eso, me sacaba mis buenos gemidos de placer pero a la vez me sentía irritada en mi vagina. Luego su mano derecha se metió por debajo de mi musculosa y me tomó mi teta izquierda, bueno mi pequeña teta, y me la apretó con mucha fuerza por sobre el corpiño, me hizo gritar muy fuerte, pero esta vez no me tapó la boca, ya estaba como poseído, rompiéndome la conchita a pijazos y ahora mi tetita se estaba llevando la peor parte, la retorcía con la mano, la soltaba y la volvía a apretar, sin que me de cuenta, ni aviso se vino dentro de mi interior, hundía la pija hasta el fondo, y se descargaba, sin gemidos ni nada, solo se lo notaba agitado y con los ojos cerrados, y sin soltar mi pecho que lo apretaba mas fuerte mientras se descargaba.
Cuando terminó de vaciarse en mi ser, me soltó la teta, me volvió a tomar de mi cintura con sus dos manos y sin mirarme, siguió penetrándome con su pija cada vez menos erecta, podía sentir como me esparcía su semen por dentro y a la vez salía su leche bajando por mis nalgas hasta terminar en la mesada hasta que su miembro se volvió a dormir, ya era un pequeño miembro dormido de unos 6 u 8 cm que se salió solo de mi conchita.
Ni siquiera se limpió, se acomodó la ropa.
Miró la hora.
– Me tengo que ir, que tengo los chicos en el auto. Gracias por todo.
Y se fue, me quedé sentada en la mesada, aun con mis piernas abiertas, con mi vagina llena de semen, me hubiera gustado descansar ahí mismo, pero me dio miedo que alguien entre, por lo que salté de la mesada y volví a trabar la puerta del baño.
Me senté en el inodoro, oriné, y me limpié lo mejor que pude. El roce del papel contra mis labios me producía ardor. Mi tanga, aun en mi tobillo, ya no servía mas, por lo que la tiré en el cesto. Me puse el short, me acomodé el corpiño, la remera me había quedado estirada, pero no estaba tan mal.
Salí del baño con la mirada hacia mis pies y lo mas rápido posible, no sabía si había alguien pero tampoco me interesaba saberlo, me terminé perdiendo en el estacionamiento y me ayudó una señora que estaba cargando las compras en su auto. Salí y me fui a la parada del colectivo, me di cuenta como me dolía el roce de mi short contra mis labios vaginales, tuve que caminar mas despacio.
Por suerte encontré un asiento libre y me senté, aun sentía el semen de ese desconocido saliendo de mi interior, fui muy relajada todo el viaje, al punto de no querer bajarme de seguir viajando.
Llegué a casa, fui a bañarme antes de que mis padres lleguen, cuando salí de la ducha me noté algo raro en mi pecho, podía ver marcas de moretones, todo alrededor, había sido muy violento, pero me gustó ser nuevamente esa puta que provocaba a hombres mayores. Esa noche volví al chat, buscando nuevas experiencias, y ya no tuve dudas, la Vicky real, la que debía ser, era la “putita”.