¡Me revienta mi culito mi amado papá!
Caía aquella tarde de verano del mes de agosto cuando Justa llegó en un viejo Land Rover de color gris a una pequeña aldea gallega de montaña donde vivían su tío paterno. La aldea tenía poco más de cuarenta casas. En una de ella estaba la taberna, en otra el herrero tenía su fragua, en una tercera vivía el curandero, en otra el capador… Esta gente vivía en siglo XXI cómo habían vivido sus abuelos a principios del siglo XX.
Justa dejó el Land Rover enfrente de la taberna, entró en ella y le dijo al tabernero.
-Buenas tardes, buen hombre.
El tabernero era un hombre moreno, cejijunto, llevaba una boina negra en la cabeza y no llegaba al metro cincuenta. Miró para Justa, que medía un metro setenta, que vestía una falda de color verde que le daba por encima de las rodillas y una blusa blanca y le dijo:
-Lo de bueno lo dices porque no sabes lo que estoy pensando.
-Era un modo de hablar.
El tabernero no entendió lo que le había dicho y fue a por ella.
-Si quieres te digo lo que deseo hacerte.
-Mejor no lo haga. Póngame algo fresco de beber.
-¿Vino blanco o vino tinto?
-Usted mismo.
-¡¿Yo?! Yo te lo comía todo.
-Me refería al vino, elíjalo usted.
-¡Ah!, era eso.
-Sí, era eso.
-Ya me parecía a mí demasiado pastel para un perro pulgoso.
Justa sonrió y le preguntó:
-¿Me puede decir dónde vive Manuel García?
El tabernero echándole un vino tinto en una taza de barro de medio litro, le preguntó:
-¿El cabrero o el borracho?
-El que busco tiene una hija que se llama Marta y otra que se llama Teresa.
-Ese es el cabrero. Vive en esa casa -señaló una casa con el dedo-, pronto volverán de monte.
-Gracias por la información. ¿Cuánto le debo por el vino?
-Nada, invita la casa.
-Gracias de nuevo.
Justa bebió un sorbo de vino. Tenía sabor a fresa. Cómo parecía tener poco alcohol y estaba fresquito, se bebió el vino de dos tragos más. Al acabar le dijo:
-Se bebe cómo si fuera agua.
-Sí, pero es muy falso.
Justa al salir de la taberna sintió cómo se mareaba. Llegó a la casa que le había señalado el tabernero y que tenía la puerta entornada. Se sentó en el segundo escalón de los tres que llevaba a ella, y dijo:
-Joder si es falso el puto vino.
Media hora más tarde llegaban su tío y sus primas, venían detrás de un rebaño de cabras. La vieron y fueron a su lado. El tío, un hombre moreno, de complexión fuerte, de estatura mediana y vestido con una camiseta azul y un pantalón de pana gris, le preguntó:
-¿Qué haces ahí sentada?
Justa se puso en pie.
-Estaba esperándolos.
-¿Para qué?
-Vengo a conocer mis raíces. Soy su sobrina Justa, la hija de su hermano Pedro.
Marta, una joven morena, de la misma altura que Justa y que vestía una falda un vestido gris, y que tenía a su lado un pastor belga de color negro le dijo:
-Te informaron mal. Aquí no tienes tierras. ¿Y si no tienes tierras cómo vas a tener raíces?
Justa sonrió y le dijo:
-Esas raíces no. Tú debes ser Teresa.
-No, soy Marta.
-Se acercó a ella y le dio un abrazo y dos besos, luego se los dio a Teresa y por último a su tío.
Marta le dijo:
-La boca te huele a vino y el cuerpo a flores.
-Tienes buen olfato.
-Sí, tengo olfato de perra de caza. Vamos a encerrar a las cabras.
Las cabras se habían ido detrás de la casa y se habían metido solas dentro de un cobertizo. Las hermanas fueron a cerrarlas.
Esa noche, acompañados del perro, cenaron, bebieron y charlaron hasta que llegó la hora de ir para cama. Manuel fue el primero en irse. Se levantó y dijo:
-Mañana es otro día. ¿Vamos, Teresa?
Teresa se levantó y fue detrás de su padre.
Justa le preguntó a su prima.
-¿¡Tu padre duerme con tu hermana?!
-Si, hoy está mala.
-Pues yo no le noté nada
-Eso es porque no la has visto en el monte.
-Será por eso.
El pastor belga puso sus patas delanteras en el regazo de Marta.
-Pancho quiere que lo acaricie.
-Normal, es un perro.
Marta no se anduvo con medias tintas.
-Me gustaría más acariciarte a ti.
Justa miró a su prima con cara de sorpresa y le dijo:
-¡¿A mí?!
-Sí, a ti, eres muy guapa.
-Deja de decir tonterías. No me gustan las mujeres.
-¿Probaste con alguna?
-No.
-¿Entonces cómo sabes que no te gustan?
Justa viendo el peligro le dijo:
-Pienso que será mejor que esta noche duerma en mi coche.
-No te lo aconsejo, el Rufino sale por las noches y es muy peligroso.
-¿Qué hace por las noches?
-Ronda por si alguna mujer tiene ganas, bueno, alguna mujer o algún hombre.
-Dormiré a tu lado.
Le volvió a entrar.
-¿A qué sabe tu coño, prima?
-Ya te he dicho que te dejaras de tonterías.
-Seguro que sabe a gloria bendita.
Justa quiso dejarla en evidencia.
-¿Y a qué sabe la gloria bendita?
Marta no era tonta.
-A tu coño.
-De reflejos no andas mal.
-De lengua aún ando mejor.
Justa empezó a sentir curiosidad.
-¿Hay muchas lesbianas en el pueblo?
-Ninguna, todas nacieron aquí.
-Me refería a si hay muchas mujeres a las que les gusten otras mujeres.
-Con lesbianas querías decir tortilleras, pues todas son tortilleras, pero también le gusta follar con sus cuñados, con sus hermanos, con sus hijos, con sus primos… Aquí follamos todas con todos, todos con todas, todas con todas y todos con todos..
-Esto es Sodoma y Gomorra.
-Sabes bien que este pueblo no se llama así.
Justa le preguntó:
-¿Entonces follas con tu hermana?
-Sí
-¿Y con tu padre?
-Sí, y a veces follamos los tres
-Entonces en este momento tu padre y tu hermana están follando.
-Claro.
-¡Estáis enfermos!
-¡No me asustes! ¿Qué nos has visto que no nos ve el curandero?
-Si veis normal todo lo que me has dicho estáis mal de la cabeza.
-¡Ah, era eso! Me habías asustado. Tú lo ves cómo algo malo, pero en este pueblo es algo normal.
-Entonces este pueblo es un antro de vicio.
-Este es un pueblo donde somos libres de hacer lo que nos sale del coño y de los huevos y donde nadie juzga a nadie.
-Confundís libertad con libertinaje.
-No confundimos nada, sabemos lo que hacemos… Estás colorada.
-Siento vergüenza ajena.
-Esas palabras son nuevas para mí. ¿Quieres ver cómo folla mi padre con Teresa? Siempre deja la puerta entornada por si me quiero hacer una paja.
-No voy a hacer tal cosa.
-Pues yo tengo ganas de correrme.
Se levantó de la silla y fue hasta la puerta de la habitación de su padre, que estaba a un lado de un pasillo, pasillo que se veía desde la cocina. Echó una ojeada y luego le hizo señales con un dedo cerrándolo y abriéndolo para que su prima fuera a mirar. Justa le dijo que no con la cabeza. Marta metió una mano dentro de las bragas y comenzó a darse dedo. Le volvió a hacer señales con el dedo para que fuera a mirar. Justa le dijo:
-Olvídame, prima, olvídame.
Marta se olvidó de su prima y siguió mirando… Teresa, que era morena y flaca, pero que tenía buenas tetas y buen culo, estaba a cuatro patas sobre a la cama. Manuel le lamía el coño y el ojete… Luego vio cómo la agarraba por las tetas y le daba caña con su tremenda verga. Teresa cada vez que se la clavaba en el coño soltaba un: «Máááás» Al rato largo soltó un: «¡¡Síiíí, síííí, síííí, síííí…!!», y se corrió. Al acabar de gozar, Manuel sacó la polla de su coño y comenzó a correrse. Teresa giró la cabeza y le lamió el meato para lamer la leche que salía de él. Marta viendo a su hermana lamer la leche se corrió con su padre.
Al acabar de correrse volvió junto a su prima y le dijo:
-Vamos para mi habitación.
Justa acaba de ver cómo se corría su prima y no las tenía todas con ella, más que nada porque estaba muy mojada y podía sucumbir a la tentación, le dijo:
-Yo duermo en la cocina.
-No te lo aconsejo, al apagar las luces bajan del trastero por un agujero que hicieron…
Justa pensaba que la estaba engañando.
-¿Quién? ¿Los duendes?
-Las ratas, son grandes cómo conejos.
Justa, que le tenía pánico a los ratones, al oír lo de las ratas cambió de opinión.
-Está bien, duermo a tu lado.
Al entrar en la habitación, Marta, cerró la puerta. Justa se sentó en el borde de la cama, una cama con barrotes de bronce en la cabecera y en los pies. Marta, desnudándose, le dijo:
-Tengo ganas de correrme otra vez.
-¡¿Vas a hacer otra paja?!
-Si te animaras…
-Haz la paja y déjame en paz.
-Eso voy a hacer.
Marta era gordita y muy morena, Su cintura era casi inexistente, tenía las caderas anchas, el culo cómo un pandero, las tetas gordas, con areolas oscuras y pezones gorditos y su coño tenía una pelambrera importante.
La muchacha puso a su gusto la almohada, apoyó la espalda a la cabecera de la cama, flexiono las rodillas, pasó tres dedos por el coño y con ellos mojados comenzó a frotar el clítoris haciendo círculos sobre él. Masturbándose, le pregunto:
-¿Has visto otro coño que no sea el tuyo?
-No, ni quiero verlo.
Le entró por otro flanco.
-¿Follarías con mi padre, conmigo y con mi hermana?
-No, yo soy una chica buena.
-Yo soy una chica mala y me gustaría hacerlo con los dos y contigo.
Justa, instintivamente, giró la cabeza. Vio a su prima con los ojos cerrados y después miró para el coño peludo, coño que estaba abierto debido a la presión que ejercían los dedos sobre el clítoris. Como no la había visto mirar volvió a girar la cabeza y le dijo:
-¿Y se puede saber por qué?
-Porque me corro más veces. Contigo me correría…
No dejó que acabara de hablar.
-Conmigo no te vas a correr.
-Si pudiera mirarte a la cara un par de minutos creo que hoy gozaría de la mejor corrida de mi vida.
-No seas exagerada.
-No exagero. Mírame.
-No.
Sin dejar de acariciar el clítoris le preguntó:
-¿Qué te cuesta?
-Que te hagas ilusiones y quieras más.
-¿Y que? No te voy a hacer nada si tú no quieres.
-Eso es cierto.
-Sube a la cama.
-A ver si no me pesa.
Justa se subió a la cama, se sentó con las piernas cruzadas delante de su pima y le dijo:
-Tienes dos minutos.
Justa vio cómo Marta metía dos dedos dentro e su coño, cómo los sacaba mojados y cómo volvía a frotarlos en su clítoris haciendo círculos. Marta mirando a la cara a su prima comenzó a acelerar los movimientos de los dedos. De la vagina comenzaron a salir jugos. Cuanto mas aceleraba mas altos se oían sus gemidos. En menos de dos minutos, exclamó:
-¡¡Me corro!!
Justa miró para su prima y vio que tenía los ojos en blanco. Luego miró para su coño y vio cómo la vagina se le cerraba y se le abría. El coño de Justa comenzó a pulsar y casi se corre.
Marta al acabar de correrse le dijo a su prima:
-Me corrí cómo una cerda.
-Ya te vi
-¿Quieres correrte en mi lengua?
-Ya te he dicho que no.
-Es que ahora tienes la cara muy roja y eso quiere decir que estás cachonda.
-No te voy a negar que estoy cachonda, pero de eso a dejar que me comas el coño media un abismo. Si fueras un hombre la cosa cambiaría.
-¿Quieres que llame a mi padre?
-Tu padre es un depravado.
-¿Quieres que te haga una paja?
-¿A qué viene tanto empeño en que me corra?
-A que sé lo que se siente cuando el coño pide correrse.
-Pues gracias, pero no.
-¿También te parezco una depravada?
-No, pero no voy a dejar que me la comas.
-Si es tu última palabra lo mejor es que nos echemos a dormir.
-Sí, será lo mejor.
Justa se echó a lo largo de la cama. Marta le preguntó:
-¿No te vas a desnudar?
-No, es que no llevo ropa interior.
-¿Y la llevo yo?
-Tú eres tú y yo soy yo.
-Eso es muy cierto, tan cierto cómo que yo no voy a pasar el calor que vas a pasar tú.
-Prefiero sudar a sentir tu lengua en mi coño.
-¿A qué no sabes una cosa, prima?
-¿Qué cosa?
-¡Qué me están llegando hasta el coño tus aires de niña buena!
-No te enfades.
-Pues desnúdate, coño, que no soy una perturbada.
-Apaga la luz.
-¡¿Tan fea eres desnuda?!
-No digas tonterías.
-Pues desnúdate para que te vea que tú también me estás viendo a mí.
-¿Te comportarás al verme desnuda?
-¡Desnúdate de una puta vez que quiero dormir!
Justa se puso en pie, se quitó los zapatos, los calcetines y luego la falda. Marta, al verla desnuda, exclamó:
-¡Qué buena estás! Pareces una de esas de las revistas con las que me hago mis pajas.
A Justa le gustó el comentario.
-¿Es que aquí llegan las revistas?
-No, pero hace años vino un… ¡Qué más da cómo conseguí la revista! Deja que te coma el coño.
Justa empezó a entregar la cuchara.
-No estaría bien.
-Estaría muy bien, te correrías, eso te lo aseguro.
-No sé.
Marta salió de a cama, se puso en cuclillas delante de su prima y se quedó mirando para el coño.
-¡Que mojada estás! ¿Puedo lamerla?
-Lame una vez a ver si me gusta.
Marta lamió su coño y la lengua se le llenó de jugos, los tragó y luego le dijo:
-Sabe salado. ¿Sigo hasta que te corras?
Ya entregó todo el equipo.
-Sigue.
-¡Cómo me voy a poner!
Lamió el coño de abajo a arriba apretando la lengua contra él y se tragó más jugos. Luego se lo siguió lamiendo.
-¡Qué delicia!
Marta jadeaba cómo si fuera su prima la que le estuviese comiendo el coño a ella.
-¡Qué maravilla!
Le abrió y le cerró el coño con dos dedos. Cayeron gotas de jugo al piso. Se lo volvió a abrir y le metió la lengua dentro de la vagina.
-¡Qué sabroso!
Le chupó el clítoris y Justa explotó.
-¡Qué corrida!
Se corrió en la boca de su prima gimiendo y con un tremendo temblor de piernas.
Al acabar de gozar le dijo Marta:
-¡Nunca había comido un coño tan rico! ¿Me dejas que me harte?
Justa, sentándose en el borde de la cama, le respondió:
-Hártate.
-Échate a lo largo de la cama que te voy a hacer lo que me hacen mi padre y mi hermana.
-¿Qué te hacen tu padre y tu hermana?
-Me pongo boca abajo, me atan las manos a los barrotes de la cama, me vendan los ojos, y luego me dan placer. Yo te lo daré sin atarte.
Justa se echó a lo largo de la cama. Marta arrodillada sobre la cama le cogió un pie, le lamió la planta, le chupó los dedos, lamió entre ellos… Cambiaba de pie cuando le dijo Justa:
-Átame y véndame los ojos.
Marta cogió dos cintas y una venda en el cajón de la mesita de noche, le ató las manos a dos barrotes de la cabecera de la cama y le vendó los ojos, Justa le dijo:
-Sigue con mis pies, prima -sintió pisadas-. ¿Quién entró en la habitación?
Lo supo al oír la voz de Teresa.
-Un ladrón y una ladrona.
Revolviéndose sobre la cama, dijo:
-¡Suéltame, Marta!
Por abrir la boca la cabeza de la verga de su tío entró en ella.
Le cayeron dos cachetes en el culo con la palma de la mano ahuecada. ¡Plassss, plassss!» Después oyó la voz de su tío.
-Mama.
-No, huele al coño de tu hija.
-Y su coño huele que alimenta.
Sintió cómo le abrían las nalgas y después sintió una lengua lamer su ojete. Le gustó, pero no quería colaborar.
-¡Dejarme, desgraciados!
Le cayeron cuatro cachetes más. «¡Plaassss, plassss, plassss, plassss!»
-Mama o te pongo el culo negro.
Justa abrió la boca y comenzó a mamarle la tranca. Marta lamió lentamente sus cinco vértebras lumbares, sus doce vértebras torácicas y sus siete vértebras cervicales y luego le besó, le lamió y le chupó el cuello. Teresa le lamio y le folló el ojete con la lengua. Pasado un tiempo Marta le desató una mano, hizo que se pusiera boca arriba y se la volvió a atar. Manuel, al verla, exclamó:
-¡Que buena está!
Teresa le dijo a su padre:
-Está, está buenísima. Tú cómele el coño, Marta que le coma la boca que yo le como las tetas.
Marta quiso besar a su prima con lengua, pero Justa apretó los dientes y no pudo hacerlo, no pudo hacerlo al primer intento, ya que al segundo abrió la boca en el momento en que su tío le enterraba la lengua en el coño. Luego mientras Teresa le comía las tetas y Manuel el coño, comió a besos a Marta.
Tiempo después Manuel le echó las manos a la cintura, la levantó y le puso la tranca en la entrada del coño. Marta se abrió de piernas. Se la fue metiendo despacito hasta que llegó al fondo. Era demasiada tranca para tan estrecho coño. Manuel, para no lastimarla, le dijo:
-Ahora fóllame tú..
Justa movió el culo hacia arriba, hacia abajo y al alrededor. Teresa comiéndole las tetas le dijo:
-Sigue así que lo estás haciendo muy bien.
Marta, que la besaba, le susurró al oído:
-Eres la cosita más bonita que han visto mis ojos.
Justa, cuando estaba a punto de correrse, le dijo a su tío:
-¡Fóllame duro, cabrón, fóllame duro!
Manuel le dio caña y pasados unos segundos, exclamó:
-¡Qué corrida!
Justa se corrió con tanta fuerza que perdió el conocimiento. Cuando despertó abrió los ojos y vio que estaba desatada y que tenía a Teresa entre sus piernas comiéndole el coño. Sintió gemir a su izquierda, miró y vio a Marta con las manos apoyadas a la pared y a su tío follándole el coño. ¿O era el culo? Al rato, oyó a Marta decir:
-Me estás reventando el culo, papá.
Manuel le preguntó:
-¿Quieres que te la vuelva a meter en el coño?
-No, pero fóllamelo con menos fuerza si quieres que me corra otra vez.
Fue saber que Manuel le estaba follando el culo a su hija y correrse ella. De su coño salió una pequeña cascada de jugos, pero de su boca no salió ni un solo gemido. Quería que su prima le siguiese comiendo el coño. Teresa siguió comiéndoselo hasta que se volvió a correr.
Justa se quedó a vivir en el pueblo. ¿Por qué sería?
Quique.