Mi encantadora dosis de lechita caliente

Un saludo queridos lectores.

Me llamo Carolina, tengo 19 años. No se porque cuento esto, pero ahí va…

Cuando tenía 18 años, aún seguía virgen y varias de mis compañeras ya habían tenido su experiencia sexual, yo aun no, pero no se imaginan las ganas que tenía de que alguien me rompiera el himen y me hiciera su mujer, quería tener esa experiencia.

Y para mi buena suerte tenía un vecino que era mucho mayor que yo, era militar, vivía con su esposa, pero eso no me importaba. La cosa es que me daba cuenta como me miraba mi vecino, tenía mi tendero que justo daba con su patio, entonces decidí seducirlo para que me metiera su pene en mi vagina, comencé a salir con blusa de tiras sin sostén con mis senos parados y un short chiquito, no era experta seduciendo hombres, pero mi esfuerzo valió la pena.

Un día como de costumbre salí a tender mi ropa y el vecino me hizo un ademan de que me acercará, como justo no estaban mis padres fui, pero con el corazón acelerado, me sentía muy excitada, quería que me rompan la vagina… Entonces me acerque y tenía paraditos los pezones, estaba sin brasier, me invito a su casa y comenzó a besarme, nunca borro esa sensación que sentía de estar volando, como éxtasis, me tocaba por afuera mis pezones, luego me bajó las tiras de mi blusa y comenzó a besarme, asu estaba pero volando, gemía de placer, hasta que le grite méteme la pinga, quiero que me quites la virginidad, él me miro y me dijo ponte en perrito, le hice caso y mientras miraba el barandal de la cama esperaba que me metiera su pinga, comenzó primero a lamerle la vagina, el clítoris, el ano, se sentía delicioso, me preguntaba ¿Quieres mi pinga?, le decía sí quiero eso, me dijo arrodíllate, le hice caso y me dijo te has portado mal y te daré tu castigo y me metió su pinga hasta el fondo en mi boca una y otra vez, se sentía tan rico, tan excitante escucharlo gemir y que su pinga se ponga más dura, más venosa…

Entonces, agarró y me dijo ahora sí échate, le hice caso y se puso encima de mí, me abrió las piernas y me metió su pinga, sentí como entraba toda su pinga, mete y saca, mete y saca, mete y saca, yo estaba mojadita, mojadita, se vino dentro de mí, sentí su lechecita tan rica, calientita, luego con su semen en mi vagina comenzó a chupármela… Desde ese día, siempre que podemos nos vemos para que me dé su dosis de leche.