Mientras mi pareja trabaja hago todo lo que quiero

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“Si.

Estoy casada.

Tengo hijos que ya viven sus vidas y están independizados.

Mi marido trabaja y tiene viajes de empresa.

Yo estoy sola muchas horas en mi casa.

Mi vida sexual se va apagando poco a poco y no quiero que sea así.

¿Quieres hacer que mi vida sexual aumente más?

Te mando foto para que veas lo que te doy.”

Y este es el mensaje que Carmen, una mujer de cincuenta años me mando hará un mes, ya que vio mi perfil en la página.

La verdad es que a veces pienso que estás cosas no pueden ocurrir, pero me lancé a contestarla y le dije que sí. Deseaba ver si era cierto.

Tras varios mensajes, y algunas llamadas, como ya han pasado las navidades, época de estar en familia y esas cosas, ayer nos vimos y bueno, digamos que no es que ella me diera su cuerpo, es que se entregó en todo, tanto que vamos a seguir viéndonos.

Vale, contaré solo un poco lo que hicimos, vaya a ser que sea aburrida la historia.

Carmen es una morena andaluza, solo que no diré de que provincia es ni tampoco de que localidad.

Es delgada, pero no se le notan los huesos, pero de pecho es pequeño, aunque muy sensible, por como gemía cada vez que le besaba y acariciaba sus pezones. También es verdad es que estaba algo falta de roce sexual, por lo que intente que se saciará de sexo, pero he de indicar que es ella la que me eligió, es ella la que decide de vernos más veces y es ella la que puede elegir a cualquier otro hombre, por tanto, es una relación solamente sexual, porque como siempre me pasa, están enamoradas de otras personas, pero eso no viene ahora al cuento que estoy escribiendo, de la realidad del asunto.

Como Carmen no vivía donde lo hago yo, pues digamos que para ella le vino bien que yo me trasladará para dicho encuentro. Pensé que lo haríamos en algún hotel, que suelo pagar yo, pero me dijo que deseaba hacer una cosa.

Me dijo textualmente:

— Quiero hacerlo mientras mi marido está de viaje y no vuelve hasta mañana o pasado, nunca se sabe con precisión.

— Mi gran morbo es hacerlo en la misma cama donde luego duermo con él. Quiero que cuando follemos huela las sabanas a sexo, así luego a la noche, él se tumbará en el mismo sitio dónde te la he comido y hayamos follado salvajemente.

— Cuando quiera besarme, lo hará en los mismos labios que se han llenado de tu semen al tragarlo.

La verdad es ¿qué quien se puede negar a cumplir la fantasía de una mujer como Carmen? Porque yo no estaba por la labor de poder hacer lo que ella quería. Así que empezamos con besarnos tanto nuestras bocas como cuellos, mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, elevando el grado alto de excitación, hasta que llegó un momento en que empezamos a desvestir a la otra persona, primero empezó ella quitándome el jersey que llevaba y la camiseta negra, y cuando me desabrocho el cinturón e iba a abrir mi pantalón, la sujete de las manos para que no fuera directamente, quería chupar sus ricos pezones, que ya los tenía muy duros, pero para eso, tenía que quitar primero su jersey de cuello alto rojo, quitarle el sujetador y entonces si pude contemplar esas preciosas tetas, pequeñas pero muy ardientes.

Bese cada pezón, lentamente.

Bese cada milímetro de su aureola.

Bese cada centímetro de sus senos.

Ella seguía gimiendo mientras sus manos no paraban de acariciar mi bulto que estaba más que pronunciado por dentro de mi pantalón y bóxer. Incluso lo apretaba con la palma de su mano, para hacerme notar que deseaba ya tenerla en sus manos.

E de indicar que estábamos en su habitación, pero no estábamos tumbados en la cama en donde duerme con su marido cada noche o las noches que no está de viaje, sino que estábamos al lado, por lo que en cuanto la deje que me abriera la cremallera, empuje de los hombros para que se sentará en el borde de su cama, así estaría su cabeza a la altura de mi cintura, mucho mejor para lo que iba a realizar con su boca.

Tardo muy poco en meterse lo que yo ya tenía muy erguido, dentro de su boca, y parecía que llevará casi toda su vida sin hacer una mamada, porque chupaba, tragaba, lamía e incluso ella sola se hizo una garganta profunda que le dio una arcada considerable, pero en estos casos es mejor dejar que la mujer haga lo que le gusta, ya que a cualquier hombre también le va a gustar.

Por eso, mientras ella me hacía una profunda y caliente mamada, yo intentaba llegar a sus pezones para estimularlos más, pero es que eran diamantes de los duros que los tenía, incluso no hacía caso a mis caricias, ella seguía engullendo, seguía tragando, era como si no hubiera nadie más allí, ni yo estaba, solo estaba mi pene con el que ella jugaba con su lengua, con su boca, incluso con sus dientes, también con sus labios, pero parecía que yo no estaba. Así que, tuve que hacer que se diera cuenta que, si me encontraba allí, por lo que la separé de mí empujando sus hombros para que cayera su espalda en su cama.

Ya dejé de ser bueno, y saque el cabrón que llevo dentro. Ella necesitaba ya volver a la realidad, que estaba con un hombre de su misma edad, que había quedado con él para follar y que iba a darle la caña que necesitaba o pedía a gritos, por eso, cuando le quité el pantalón vaquero, vi un tanga que estaba incluso bastante húmedo. Podría haber follado con ella y su tanga, pero, aunque esas prendas supuestamente no molesten, yo no quería tener posibles inconvenientes. Por eso, al quitarle su tanga y tirarlo fuera de la cama, ella vio que estaba delante de un hombre bastante pasional, pero a la par bruto, porque le podría haber abierto las piernas y comerme su coño, pero sabía que no lo iba a realizar, aunque me gusta mucho comer un rico coño. Solo que Carmen, cuando noto que me subía encima de ella, sin estar tumbado en su pecho, solo pudo poner una cara de satisfacción, entonces rocé mi capullo con sus labios, y sin usar mis manos para guiarme, empuje y entré en ella, de manera rápida.

Gimió de placer.

Jadeo de lujuria concentrada.

Agarro mi cabeza con sus manos y metió su lengua dentro de mi boca.

Empecé a bombear rápido dentro de su coño, para que supiera que no íbamos a echar un polvo de enamorados, suave y lento, sino que la iba a follar como un salvaje desbocado, por eso, mi mete y saca era rápido, duro, veloz, brutal, iba y venía dentro de ella como sus tetas se movían por cada envite que le metía. Jadeaba cada vez más rápido, incluso noté que su vagina se contraía varias veces, pero si despiertas a la fiera, no querrás que paré en ningún instante, por eso metía y sacaba muy fuerte, tanto que incluso oíamos el sonido de follar, cuando dos cuerpos se chocan, y seguía, mientras ella clavaba sus uñas en mi culo, porque se estaba corriendo de gusto, pero yo seguía dando fuerte. No paré hasta que ella me dijo jadeando que se corría de nuevo, entonces fue cuando me paré dentro de ella. La bese, aunque no podía responderme por las fuertes sacudidas que le daba su cuerpo teniendo el orgasmo tan grande y que hacía muchos meses o incluso años que no tenía.

Le indique que cambiáramos de posición, y me dijo que sí, deseaba cabalgarme, por eso, me tumbe y ella sin esperar ni un momento, sin volver a meterse mi pene en su boca para degustar sus orgasmos, se sentó encima mía y tras tragarse todo, apoyo sus manos en mi pecho y realizo una de las mejores cabalgadas que me han metido en mi vida. Al igual que la había follado yo fuerte anteriormente, ella empezó a mover su cadera rápidamente, sin levantar su culo de mis piernas, por lo que ese movimiento hacia que entrara del todo en ella o me salía a la mitad, y lo hizo hasta volverse a correr.

Yo realmente necesitaba correrme ya, porque tanta caña, pasa factura, y le comunique que estaba a punto, por lo que ella incluso acelero más su movimiento de cadera, iba de atrás hacia adelante y no paró ni un solo momento, solo cuando apreté sus tetas con mis manos y noto como le inundaba su interior con mi leche, pero es que también note como su vagina volvía a contraerse, incluso más que la anterior vez. Efectivamente, volvió a tener otro orgasmo, creo que incluso más fuerte que los anteriores.

Había pasado casi una hora desde que estábamos en su habitación, besándonos como desesperados, por lo que cuando Carmen acabo de vibrar su cuerpo, pero sin sacar mi miembro de dentro de ella, le dije que no me había puesto condón, pero ella me indico que tenía el Diu y necesitaba sentirse bien follada. No había que decir nada más. Somos adultos. Sabemos lo que conlleva el follar sin protección, por tanto, seguimos pegados.

Se recostó en mi pecho, todavía jadeando por este intenso y primer polvo mío, pero de ella casi el cuarto, por tanto, cuando nuestras respiraciones se calmaron de tanta agitación, se despegó de mí, notando como mi herramienta estaba casi desinflada y ella sin cortarse un pelo, la agarro con su mano y empezó a menearla para intentar que volviera a un estado de erección considerable, pero sabía que tenía que usar su cuerpo para ello.

Agarro de la mesilla de noche que tenía un par de cajones, en uno de ellos, una goma del pelo. Se hizo una coleta para quitarse los pelos que podrían interferir en su labor de la “mamada de erección rápida”. No es por nada, pero cuando ves a una mujer que se pone la goma del pelo, sabes que no lo hace para que le veamos la cara mientras nos hace la mamada, es para darse el placer de que ningún pelo de su cabello se pueda meter en su boca, lastimando sus labios o la polla que se traga. Esto lo aprendí hace muchos años, casi décadas, y la verdad es que no ha fallado nunca. Realmente Carmen hizo eso. Se volvió a tragar mi pene, y con su lengua, con su boca, incluso con su garganta volvió a ponerla dura casi como el mástil de la bandera en un cuartel. Así que, deje que ella ahora hiciera lo que deseaba yo, me faltaba follarla en la posición de cuatro, vulgarmente conocida como “a cuatro patas” y lo hizo. Se puso cómoda, incluso apoyo su cabeza un poco en las dos almohadas que tenía y me ofreció su precioso culo.

Bese su ano.

Mordía sus cachetes.

Incluso le azote suavemente sus nalgas viendo que empezaba a gemir de nuevo.

Apunte mi capullo en la entrada enrojecida de su cueva, mientras pasaba un dedo por su ano, pero ella me indico que era virgen de atrás, que nunca lo había hecho. Eso da un morbazo increíble, por eso no quise follárselo, eso lo haría para una próxima vez. Así que, agarrándome a sus caderas con mis manos, empuje fuerte.

Jadeo. Vaya si jadeo.

Metí todo lo que tengo se largura y una vez dentro, le dije mi frase favorita:

— ¿Fuerte o suave? — aunque realmente iba a follarla fuerte, pero entonces ella entre que tenía su cabeza apoyada en sus almohadas y que tenía su culo muy levantado, haciendo que sus labios casi enrojecidos fueran la señal luminosa de “estoy preparada para otro asalto” dio tres golpes muy rápidos con la palma de su mano en la cama.

Así que ella quería de nuevo fuerte y así lo hice.

Es casi como una escena porno.

Mujer a cuatro patas, ofreciendo su parte trasera.

Hombre dentro de la mujer por su vagina.

Mujer que arquea hacia abajo su espalda para levantar más su vagina e incluso comprimir más por dentro.

Hombre que agarra de las caderas o cintura a la mujer para destrozarla y que no se escape.

Mujer que empieza a jadear y a moverse incluso con el mismo movimiento que el hombre entra y sale de ella.

Hombre que se convierte en el mejor amante que tiene esa mujer, porque no para de meter y sacar su miembro de su coño, y así como escena porno está más que vista.

Carmen me pedía más y más.

Yo le daba empotradas más fuertes y rápidas.

Ella jadeaba y me suplicaba más rápido.

Yo bombeaba tan fuerte y rápido que a veces se salía mi polla de ella y volvía a entrar, cosa que a ella incluso le producía más excitación, por lo que lo que seguí haciendo eso, sacarla escasos milímetros de su coño y volvía a metérselo rápidamente, como la posición la teníamos bien puesta, solo era como meter y sacar, sin apenas movimiento hacia algún lado, y como ella estaba totalmente dilatada, tenía su abertura indicando que no habría problema, así metía y sacaba, sacaba y metía cuanto más rápido y más fuerte, por lo que ella tuvo un fuerte orgasmo que hizo que su cabeza y hombros cayeran encima de las almohadas, y yo seguía agarrado a su cadera, con ambas manos, mientras metía todo, y le follaba fuerte, tan rápido y veloz como mi cadera me permitía hacerlo.

Carmen se volvió a correr, pero no una vez, sino que encadeno unos cuantos. Su cuerpo vibraba. Su culo lo notaba que vibraba de los espasmos producidos dentro de su útero, de la explosión que estaba teniendo, y yo seguía destrozando su coño, cada vez más rápido, parecía tener un motor hidráulico en mi cadera que bombeaba más y más para que mi polla entrara y saliera velozmente, tan rápido que cuando note que me venía mi orgasmo aceleré tanto y le di diez empujones contra su culo que hizo que casi se tumbara en la cama, pero sin salirme yo de ella.

Explote dentro.

Me caí encima de su espalda y culo.

Y nos quedamos así hasta que mi miembro se desinflo y se salió por naturaleza propia.

Carmen se giró para besarme.

Apenas podía responder a sus besos porque me faltaba el aliento, la respiración.

Ella notaba como le salía de su coño mi líquido, y se pasó los dedos para probar mi leche con su lengua, en plan pícaro, de una forma lasciva. Parece que le gusto, porque se llevó sus dedos varias veces a su coño para recoger la mezcla de sus orgasmos con mi leche. Saboreaba sus dedos, los relamía y me miraba, con cara de felicidad.

Nos fuimos recuperando y nos quedamos tumbados en la cama en donde a la noche siguiente, su marido dormiría, y me dijo que no cambiaría las sabanas, quería que supiera que el olor a sexo, el olor a otro hombre se metiera por sus fosas nasales y se pensará que su maravillosa esposa no había dormido sola o no había estado aburrida mientras él lo hacía con se secretaria en la habitación de un hotel.

Incluso, mientras nos duchábamos me dijo que no quería dejar de vernos, es más, que, si quería ser su amante secreto hasta que el cornudo dejará de ponerle los cuernos a ella, o que serían una pareja abierta, pero sin decirse las cosas claramente, y bueno, no es que no quiera seguir follando con ella, aunque realmente la idea es muy buena. Su marido le pone los cuernos que ella sabe que lo hace desde hace años, pero que él cree que no lo sabe. La esposa tiene amante para recuperar el tiempo perdido, pero sin que el marido lo sepa, aunque lo iría notando en el olor a sexo en las sabanas de su cama. La idea es interesante, tanto como volver a ser amante de una casada que desea devolver la jugada a su marido que oculta su vida laboral de reuniones y de dormir solo en la habitación de un hotel. Por eso, tengo la agenda de reuniones del marido, o al menos los días que no dormirá en su casa, para quedarme esas noches con ella y que hagamos sexo guarro, tanto que me ha pedido que la desvirgue por atrás. La verdad es que una mujer, casada o no, te conceda el privilegio de desvirgar su culo, no se da todos los días y menos cuando ella, solo con una cita sexual quiere que sea el que suscribe la historia. Así que volvemos a empezar el año con sexo con una casada.

Nota de autor:

Gracias a todas las personas que les guste la historia, real como la vida misma. Espero que entiendan que los cuernos a veces son necesarios y merecidos, cuando no se va con la verdad por delante, pero yo no rompo matrimonios, solo los conozco ya rotos por ocultar deseos que no se cuentan las parejas y no es malo hablar las cosas, no es malo decir las fantasías que se tienen, otra cosa es saber si se podrán cumplir. Por cierto, Carmen no se llama así, pero ella sabe que “Poner Emociones” en su vida hace que saber que, si se puede conseguir lo que una quiere, ella lo tiene y ahora ya he quedado para la semana que viene. Aunque sigo haciendo mi vida y ella también.

®Todos los derechos reservados al autor de la historia.

Historia real, aunque pueda parecer ficción o fantasía.

Podéis seguir mis otras historias en los enlaces o páginas en las que los publico.

Ser felices y tener muchos orgasmos que una vez que dejamos de vivir, no hay orgasmos ni felicidad, solo somos polvo.

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