Papá me ayuda a follar a mamá
Es increíble lo que puede hacer el morbo en una persona. Esta historia es una propuesta que me hizo mi mamá con el beneplácito de mi papá.
Ella es una mujer de 43 años de pelo rubio teñido, tetas firmas, culo macizo y una tatuaje en la parte inferior de su espalda.
Yo aún asisto a la escuela, de manera virtual, por la pandemia. Esto sucedió hace unos meses y desde entonces esta locura no se ha detenido. Todo lo relatado es del mismo testimonio de mi mamá después de haber consumado el acto carnal.
Resulta que mis padres estaban agotados de tener el sexo matrimonial convencional e intetaban nuevas formas de tener placer, desde fantasías como juego de roles hasta un trío con una mujer random. Esto último impulsó a mi madre a hacerle una propuesta a mi padre, ya que como le había procurado placer en un trío que ella aceptó, ella también quería hacer lo mismo pero con un hombre desconocido.
Ante la primera indirecta que ella le hizo a mi progenitor, él no reaccionó de mala manera. Sino que la alentó a buscar algún hombre que le gustará para que se lo cogiera, pero mencionando que la avisara antes.
Ella, muy exigente como siempre, porque su cuerpo de milf lo admite, se puso a buscar entre amigos e incluso desconocidos de internet con buen miembro. Hubo varios candidatos, según ella.
Cuando terminó su búsqueda de una semana le hizo llegar los candidatos a mi padre para que él diera el permiso.
Tal fue la sorpresa de mi madre que al final de revisar todos los posibles amantes, papá le preguntó:
Pensé que entre tu lista estaría Alessandro. Una vez me dijiste que te gustan jovencitos.
Por cierto, mi nombre es Alessandro Paredes
Ella con cierta perplejidad le dijo que estaba loco. Que cómo podría pensar que ella tendría entre su mente pervertida la imagen de su propio hijo desnudo.
Yo sé que te gusta el incesto entre madre e hijo. Lo hemos visto muchas veces e incluso hemos fingido serlo – expuso mi padre.
Lo sé. ¡ Pero es nuestro hijo!
No tienes que recordármelo.
Lo que más me sorprende es que no te moleste que lo haga con él. Creo que estás enfermo.
Si a ti te satisface, no tengo problema.
Estás loco, Pedro.
Y así tuvieron una larga conversación en la que discutían del tabú más grande de todos los tiempos: el sexo filial.
Pasados unos días y más tranquilos, mi papá le volvió a insistir de tener sexo conmigo. Yo aún ignoraba esas conversaciones.
¿Entonces? ¿Ya lo pensaste? – preguntó mi papá.
Creo que en vez de pensar en mi placer, estás pensando en el tuyo. Siento que querías hacer esto desde hace tiempo y esperaste el momento adecuado.
Te voy a ser sincero. Me gusta ver a jovencitos con MILFs y la sola idea de un hijo penetrando a su madre y que ambos se ahoguen en la lujuria, me pone a mil.
Mi mamá por supuesto ya había tenido tiempo para procesar todo y estaba decidida. También había sentido esa fantasía con su vástago, como muchas madres alrededor del mundo.
Sin embargo, aunque tuviera el deseo, simulaba cierta compostura para no verse como una ninfómana sin ninguna restricción.
En un principio pensé que mi padre se habría hecho a sí mismo un cornudo. Uno sí, pero con consentimiento (cucklod). Se regocijaría en la idea de escuchar esas experiencias incestuosas entre su hijo y su esposa. Incluso llegaría al climax viéndonos. Pero eso lo contaré en otro momento. Me debo centrar en el primer encuentro con mamá.
Tras una larga discusión y debates durantes los siguientes días, mis padres acordaron que estarían dispuestos a semejante morbosidad. Yo seguía sin enterarme por aquella época.
Recuerdo que era un fin de semana. Cómo olvidarlo. Mi papá me dijo que estaría fuera de la casa durante tres días y que llegaría el lunes por la mañana. Me quedé con mi hermosa madre todo el fin de semana sin desenfreno.
Era viernes por la noche y estaba en mi habitación jugando videojuegos. Mi mamá me comentó que la acompañara a brindar porque había conseguido empleo en una clínica. Es enfermera de profesión. Había estado mucho tiempo sin trabajar. Ese era el pretexto para que me emborrachara. En mi casa, beber licor es de lo más normal. Por mi corta edad no me restringen el beberlo siempre en celebraciones, pero ese viernes por la noche me emborraché y no solo de licor.
Sirvete más- me decía mi mamá cuando miraba mi copa de vino vacía-.
Estás rara- le decía extrañado.
Celebremos ahora que ya no estaré mucho tiempo en casa por el trabajo. Y tu papá me abandona.
Se fue por trabajo, mamá.
Era un broma- sonreía mientras se servía más alcohol.
Hablamos de trivialidades durante varios minutos y gracias a que ya nos hacía efecto el licor. Empezaban las conversaciones sobre relaciones humanas. Ella relataba que mi papá la había descuidado mucho. Eso era falso. Mi padre siempre ha tenido las mejores atenciones con la MILF de mi madre.
Ese tipo de comentarios lo dicen las mujeres cuando desean abrirse a otros hombres y buscan pretextos.
Yo le seguía la corriente y deduje que quería tener la típica charla de salud sexual y el empleo de preservativos para no contraer enfermedades, etc.
Me sorprendí muchísimo cuando la conversación giró en torno a algo más pecaminoso.
¿Ya has tenido sexo, hijo?
No me preguntes esas cosas, ma. Yo no te pregunto si tienes sexo con mi papá.
Te respondo. Sí, pero ya no es como cuando éramos novios. Antes casi todos los días. Ahora es eventual.
Ah.
Ahora contestame.
No, mamá. Aún no. ¿Contenta?
Pero te masturbas.
¿Podemos cambiar de tema?- le pregunté un poco incómodo-.
Eso es normal. No te avergüences.
Sí, me había masturbado mucho. En la pubertad uno se convierte en adicto a la pornografía.
No, mamá.
Te puedo enseñar- propuso ella-.
Mi madre y yo nos encontrábamos en el umbral de la borrachera y la sobriedad.
Ya estás borracha, vete a dormir- le aconsejé.
Se acercó a mí y puso su mano sobre mi pierna y poco a poco se deslizó hasta llegar a mi pene. No dije nada. Me quedé sin palabras. Me masaje[o un poco y susurró.
No digas nada y continúo. Si no quieres nada de esto. Levántate y vete a tu habitación.
Empecé a tener una erección que se volvió incómoda en el pantalón y mi verga buscaba salir. Escribo estas palabras porque, evidentemente, no discutí nada durante los siguientes minutos.
Estaba sentado en el sofá. Mi madre lentamente se arrodiló en frente de mí y me abrió la bragueta, bajó mi pantalón y ropa interior. Y ante ella le mostré mi polla creciendo. Estaba temblando un poco. Tenía miedo de hablar porque sentía que tartamudearía.
Tras echar una mirada de perra en celo, empezó a masturbarme y dar bocados de mis huevos. Ya no hubo retroceso cuando se introdujo mi miembro completamente erguido y duro con sus manos y yo inmediatamente sostuve su cabeza para que le llegara hasta la garganta.
Así – dije susurrando.
Ella empapaba toda mi verga con su saliva. Era como lo imaginaba en los videos pornográficos o era que estaba al frente de una verdadera puta.
En todo ese trabajo manual-bucal. No le había visto las tetas e hice un ademán como para bajarle la parte superior del vestido que traía puesto. Era floreado y corto.
Cuando le bajé la parte del hombro, ella se colocó de pie y se quitó todo el vestido de un tirón. Y no sé cómo fui tan estúpido que no había distinguido que no traía brassier, pero tampoco tanga. Se quedó únicamente con unos zapatos beige que eran del mismo color de su piel
Unas tetas medianas con pezones gordos. Un abdomen cuidado, a pesar de que no hacía mucho ejercicio y un culo redondo y macizo. Eso era lo que tenía al frente. No parpadeé y ella se dio una vuelta. Cuando termino de exhibirse se arrodilló nuevamente y continuó con su mamada, eventualmente colocaba mi verga entre sus tetas, que ya expulsaba líquido preseminal.
Despues de jugar un rato, se recostó en el sillón.
Ven- dijo ella con tono de complicidad-
Me abrió las piernas y mostró su sexo depilado. Metí mis dedos de manera inexperta, pasaba mi lengua por sus labios vaginales. Ella restregaba mi cara por su concha. Creo que se excitaba más por la situación incestuosas que por mis torpes movimientos. Solo pensaba en metersela.
Así, mi amor, así- gemía para darme ánimos.
Me coloqué de pie y ella como en un acto reflejo, se puso en cuatro contra el sillón y me empinó todo su culazo. Como desesperado le introduje mi verga hasta el fondo. Se oyó el roce de sus nalgas contra mi abdomen.
Le di una y otra vez.
Sí, sí, sí, mi vida – elevaba sus gemidos.
Mientras la penetraba masajeaba todo ese culo tan delicioso.
En un momento le jalé el cabello y se dejó, arqueando más el cuerpo. Era la primera vez que estaba con una mujer y era mi madre, una madre deliciosa y lujuriosa.
Sentía que no podía más. Me iba a correr. Tomé la iniciativa y cambiamos de posición. Me senté al costado de ella.
Ponte encima-dije como si estuviera desesperado-.
Me obedeció.
Tenía sus tetas en mi cara mientras cabalgada. Mi pene entraba con facilidad por los fluidos.
Que rico, amor.
Mamá te quiero mucho.
Ah, ah. Agárrame la cadera.
Obedecía todo lo que me decía y tras un largo periodo estaba apunto de correrme. Sentía que iba a salir y le trasladé la información.
Correte si quieres, ya me vine varias veces.
De hecho muchas contracciones habían sido sus orgasmos. Lo que ella esperaba era mi semen. Otra morbosidad más: el semen de su hijo, por donde alguna vez salí.
Ahhhh- elevé la voz para anunciar que estaba por correrme dentro de ella.
Vente, vente- exhalaba.
Nunca había sentido tanto placer hasta ese momento. Me corrí bastante. Ella aguantó mi semen en su vagina. Mi pene regresaba a su estado natural dentro de ella. Estuvimos unos segundos más abrazados y se puso de pie. Vi como nuestros fluidos se habían mezclado. Noté que el semen salía y se deslizaba por una de sus piernas.
La miré y estaba satisfecha, ella me devolvió una mirada de que esto recién había comenzado. Pensé que habíamos engañado a mi padre, un adulterio incestuoso. Luego me di con una gran sorpresa al conocer los detalles de mi primer encuentro que habían organizado mi padre y mi madre. Y cómo esta situación se fue degenerando más y más, con el beneplácito de mi querido padre.
Continuará…