Por celos me follan como una buena puta

Hace varios años, mientras estudiaba la carrera, tuve un novio al que llamaré Carlos. Carlos era moreno y no muy alto, usaba lentes y a primera impresión tenia mal carácter, además de ser sarcástico y de humor negro, así que no a mucha gente le agradaba. Pero conmigo era diferente, era muy atento, caballeroso y desde que empezó nuestro noviazgo era de lo más cariñoso y tierno por lo menos hasta antes de lo que voy a contar.

Llevábamos pocos meses de novios y mucha de la gente que conocíamos le hacía bromas pesadas sobre que yo era mucho para él. Tengo que aclarar que para nada soy una modelo, mido 1.55, y soy más bien rellenita, por lo mismo tengo piernas gruesas y nalgas grandes, soy talla 36C de brassiere, afortunadamente se me marca una cintura más pequeña y eso hace que mi cadera se vea muy pronunciada, tengo la piel muy blanca, cabello castaño oscuro y cara de niña buena, aún en mis actuales 30.

En fin, a Carlos le molestaban mucho esas bromas de sus amigos, pero fingía no darles mayor importancia. Todo iba muy bien entre nosotros hasta que uno de sus amigos comenzó a mandarme mensajes en los que me decía que yo le gustaba mucho, que Carlos no valoraba la suerte que tenía y finalizaba con fotos de su verga, que sinceramente no era la gran cosa. En ese entonces yo era muy recatada y como una buena chica decidí enseñarle los mensajes a mi novio para que el arreglara las cosas con su amigo, claro que no sabía lo que provocaría.

Ese día llegando a la escuela lo saludé y estuvimos juntos antes de empezar clases, todo de lo más normal y le dije que tenía que hablar con él de algo que me molestaba, estudiábamos en la tarde así que quedamos de vernos en el horario de la última clase que empezaba a las 8 de la noche. Los viernes en la tarde hasta los maestros mataban clase para irse a beber así que casi no había gente en la escuela.

En cuanto dieron las 8 de la noche nos sentamos en una banca cerca de la salida y le entregué mi celular para que leyera los mensajes que su amigo me había estado mandando, le aclaré que quería estar bien con nuestra relación y que lo quería mucho, y le dije que para evitar problemas sentía que lo mejor era que entre él y su amigo arreglaran las cosas. Carlos casi no me puso atención, pero su rostro se ponía rojo, apretó la mandíbula y hacía gestos que hasta ese momento no había visto. Sin decirme nada guardo mi celular en su mochila, me agarró muy fuerte de la muñeca y me llevo casi arrastrando al interior de la escuela, fuimos hasta una parte en donde hay muchos árboles, jardineras y más mesas, alcance a ver una que otra parejita fajando, pero el lugar estaba casi vacío. Me llevó hasta una de las mesas más retiradas, dejo las cosas a un lado y me arrincono contra una pared

-Estoy hasta la madre de ser tu burla, ¿crees que no veo como disfrutas cuando me dicen que no soy suficiente para ti? Pero hasta aquí llegó tu pendejo. De seguro eres tú la que anda de puta ofrecida con XXXXX y me vienes a enseñar tus puterias para dártelas de Santa.

-Óyeme cabrón, tú no tienes ningún derecho de…

Sus palabras me dolieron, pero no tanto como la cachetada que me dio, no lo esperaba en absoluto. Mi sorpresa fue aún mayor cuando empezó a ahorcarme con una mano y con la otra levanto mi blusa y mi brassiere dejándome las tetas al aire. Teniéndome así empezó a manosearme como desesperado, decidió seguir lastimándome, pero ahora con los dientes, chupaba y mordía tan fuerte que parecía que quería arrancarme los pezones, me estaba llenando tanto de saliva que sentía como me escurría. Yo le suplicaba casi llorando, pero no se detenía.

– ¿Qué te pasa Carlos? Me estas lastimando. Aquí nos pueden ver.

-Cállate si no quieres que te vuelva a cachetear perra, esto es lo que querías, ¿no? Andas de calienta huevos con mis amigos y conmigo te pones de puta mojigata, apenas y me dejas agarrarte las tetas y te cuidas la pucha como si no te hubieran metido la verga nunca, pero ya se te acabo tu pendejo.

Mientras me decía eso me desabrochaba el pantalón y lo bajó hasta que terminó en mis rodillas y después en el suelo, me jalo la tanga tan fuerte que además de lastimarme casi la rompe. Me apretaba las nalgas y me sobaba la concha muy fuerte con toda la mano.

-Carlos, ya por favor. Perdóname, no lo vuelvo a hacer.

Ya llorando le pedí perdón por algo que no había hecho con la esperanza de que se tranquilizara, intente taparme, estaba segura de que si alguien pasaba me podría ver casi desnuda en una jardinera. Como respuesta recibí otra cachetada.

-Que te calles perra buscona, ¿Así lloraste cuando te mandaba las fotos de su pitito? Te voy a enseñar a respetarme zorra. Esto es una verga de a de veras y donde sigas jodiendo y chillando te la voy a meter hasta por el culo.

Jalo mi mano y la puso en su verga, que además de estar durísima era mucho más grande de lo que esperaba. Cabe resaltar que en ese momento llevábamos solo algunos meses de novios, no habíamos pasado de besuqueos o acariciarnos por encima de la ropa, en contadas ocasiones había dejado que me tocara las tetas por debajo del bra.

No sé si de la impresión de sus palabras, por el tamaño de su verga o de tanto que me había estado manoseando, pero empecé a mojarme. Carlos lo noto y metió sus dedos lo más adentro que pudo de mi vagina, me estaba dedeando con odio, tenía la única intención de abrirme lo más posible, yo sentía mucho dolor, pero a la vez me estaba gustando. La mano que le quedaba libre me rasguñaba, me apretaba las tetas y las nalgas, y con su boca me seguía babeando y mordiendo. En ese momento no era su noviecita, era una puta a la que tenía casi encuerada en público y estaba usando como a un juguete.

-Ya estás empapada perra, ¿Te gusta que te dedeen en la calle? ¿Te gusta que te traten como la puta que eres? Estas gritando que te den verga y verga es lo que te voy a dar.

Me saco los dedos tan rápido que pensé que se me iban a salir las entrañas, me empujo con fuerza para recargarme en la mesa (que por cierto era de concreto) y me dejó empinada, ya no nos cubrían los árboles, si llegaba a pasar alguien seguro nos verían.

Sin avisarme me clavo la verga de un solo golpe, yo grité. En lugar de detenerse se movía como loco, empujaba con fuerza, la sacaba entera y la volvía a meter de tajo, era la primera vez que cogíamos y el muy cabrón me estaba violando a media escuela. Sus huevos rebotaban en mis nalgas, mi vagina se sentía más abierta que nunca y dolía, dolía muchísimo, pero aun así yo ya estaba gimiendo y jadeando

Jalaba mi cabello y me nalgueaba, estiraba mis tetas para que chocaran con el concreto de la mesa, en lo único que tuvo piedad fue cuando intento meter algo por mi culo.

-No, por favor, por mi culo no, no me metas nada

– Jajajaja, qué perra ¿Te duele? Te voy a perdonar el culo esta vez porque te voy a llenar de leche esa pucha de zorra. Quien te viera empinada a media escuela y abriendo las patas para que te entre más la verga. Eres una perra, así se trata a las putas como tú. Toma perra esto es lo que te mereces, tomaaaaa….

Cuando sentí como me estaba llenando todo de leche caliente yo también tuve un orgasmo, me vine fuertísimo, tanto que mojé mi ropa, que estaba en el suelo, y la de él. Mis piernas temblaban y me maree.

Cuando se vacío adentro de mí se hizo para atrás, yo perdí el equilibrio y caí de rodillas pensando que ya todo había acabado. En eso se acercó me jaló del cabello y empezó a restregarme su verga en la boca, en toda la cara y en mi cabello.

-Ven para acá perra, limpia tu desmadre. Eso es sé una buena puta y límpiame la verga

Cuando por fin se le pasó todo se acomodo la ropa y lo único que dijo fue “Vístete rápido ya para irnos”. Yo había empezado a llorar nuevamente, estaba adolorida, me sentía humillada, pero sobre confundida. ¿Cómo había sido posible que yo también me viniera?

Pasé al baño a intentar acomodarme un poco, pero el olor a sexo no se me iba a quitar, saliendo de ahí me tomo de la mano como si nada y me acompaño al metro, ninguno de los dos dijo nada en el camino.

Cuando por fin nos despedimos nos besamos, yo seguía en shock. De camino a mi casa no pude dejar de pensar en todo lo que había pasado. Ni siquiera había llegado cuando empecé a recibir mensajes de Carlos diciéndome que había disfrutado muchísimo, que lo perdonara si me había lastimado, pero estaba demasiado excitado y celoso, que no me preocupara por nada que el hablaría con XXXXX para decirle que me dejara en paz, que me quería y que, aunque nuestra primera vez había sido muy intensa le había encantado, y para la siguiente procuraría no ser tan brusco.

Cuando por fin llegue a mi casa tome una ducha y me descubrí todos los rasguños y moretones me confundí más, una parte de mi quería llorar, pero al mismo tiempo empezaba a mojarme de nuevo. Terminé masturbándome sola en mi cuarto varias veces esa noche y descubrí otro aspecto de la sexualidad que hasta ese día desconocía.

Seguí siendo novia de Carlos por muchos años, pero pocas veces me cogió tan rico como la primera vez.