Sucias vacaciones en casa de un amigo

Vacaciones en casa de un amigo

Aquel compañero de ‘Uni’, me invito a pasar unos días correspondiente a la semana santa en su casa, obviamente era en casa de sus padres, pues él no está para nada independizado. Y aunque al principio dude, acabe por ceder más ante su insistencia, y claro está, también la de sus padres. Días de fervor en Sevilla, pero no tanto en Madrid, y menos en la casa que tiene en la sierra, donde era todo fiesta y descanso. Y recuerdo que, una de esas mañanas, me costó despertarme, tanto que mi amigo no dejaba de intentarlo, y que tras desistir. Acabó por soltarme…

«Bueno, tú descansa y repón fuerzas, pues esta noche salimos, y hazte a la idea de que vamos de marcha, y espero que mis padres nos dejen hasta las tantas».
Me dice, y una voz que proviene de la calle, le dice que se marchan, cosa que mi amigo se levanta y se dirige hacia la puerta. Acabando por decirme…

«José, no te preocupes por nada, pues no te dejaremos solo, creo que mi padre se queda también, ya que, ha dicho, no sé qué de acabar algo del trabajo».
Dice, haciendo una pausa, y acabando…

«Bueno, ahora cuando baje, antes de irme le diré a mi padre que tú también te quedas, vale…».
«Y de paso, le diré que te eche un repaso de vez en cuando, para que te vaya despertando”.
Y acabar…

“Bueno, también le voy a sugerirle que te vaya preparando una taza de Cola Cao, o acaso tú eres más de leche sola».
Dice, y el momento el sonoro grito de su madre, sumado al claxon, me hace pensar adormilado que lo reclaman, y tras sonar el sonido, minutos más tarde, de la puerta de la calle, me hace dar por sentado que, mi amigo ya sea marchado. Y al rato, me da por intentar levantarme, digo intentar, pues me siento aún adormilado, como si hubiera pasado toda la noche en vela, o que no la haya ni dormido.

Pero cuando me levante, mire que ponerme, acabando por coger una camiseta que había, y tras abrir la puerta del dormitorio, me encamine hacia el baño, donde tras orinar, orina que por cierto me salió con fuerza y eso sí, un buen chorreón. Dándome por notar ciertas molestias en mi orificio, y darme por sentarme sobre el bidet, eso sí, no sin antes echar el pestillo. Y luego, comenzar a limpiar mi orificio con agua fresca, alivió que sentí como si hubiera sido un buen orgasmo.

Y que, tras finalizar, me dio por untarme algo de crema, acabando por coger un bote de crema hidratante, pues no quise que se me resecara. Ya que llegue a pensar que estas molestias, podría ser lo más seguro… hemorroides, aunque a ciencia cierta no lo tengo claro, pero en esos momentos es lo único que se me ocurre. Y como antes de salir, acabe por lavarme las manos, la cara, el cuello, y acabar por bajar, deseando tomarme un buen vaso de cola cao.

Y lo cierto es que no llegué a ver ‘moros en la costa’, como suele decirse, encaminándome hacia la cocina. Me extrañé al no ver ni una taza, ni cuenco u otro objetó donde estuviera mi desayuno, o al menos ya limpios. Y como darme por abrir el lavavajillas, y encontrármelos, hay dentro casi todos sucios, y me repito, digo casi todos, pues pude ver como en el interior del fregadero, seno donde había uno entre otras cosas. Y os digo que, aunque no era mi cometido, no se me ocurrió nada mejor que ponerme a fregarlos, al menos si deseaba desayunar. Y cuando en pleno fregado y no, mejor dicho, apareció el padre de mi amigo Óscar, progenitor embadurnado en un toallón, dándome los buenos días y preguntándome…

«¿Cómo he dormido?».
Pregunta que finalizó sin dejarme ni contestarme al decirme…

“Yo la verdad, puedo decir que perfectamente”.
Y sentir en escasos minutos su cuerpo detrás del mío, sintiendo sus manos en mis caderas, y sus labios posarse en mi cuello… uuummm!!. Comenzando a besarme con suavidad y ternura, haciéndome estremecer, y en esos momentos darme por reaccionar, acabando al mismo tiempo, por decirle…

“Pero… ¿qué haces?”.
“Detente por favor”.
Digo, pero como esté en vez de eso, noto como le da por levantar mi camisa, lo justo y necesario para introducir sus manos, y poder echar hacia un lado la tela de mis calzoncillos. Y sobresaltándome al sentir su miembro, sintiendo como restriega su glande y encima húmedo por mis nalgas. Y en un momento dado, darle por chuparme la oreja, acabando por morder mi lóbulo, mientras le da por susurrarme al oído…

«Ponte de puntillas, que esto te va a entrar, y te aseguro que va de golpe y porrazo».
Y aunque dudo, cosa que no me lo llego a creer, pues coño… es el padre de mi amigo Óscar, pero al mismo tiempo, asustado, veo a este hombre irreconocible. Y asustado, no sé ni cómo esperarlo, y menos comportarme, mientras no dejo de sentir como restriega su glande entre mis glúteos… uuummm!!. Y volver a soltarme, sonando en esta ocasión como un ruego…

“Venga hombre, no te hagas de rogar”.
Dice, y me veo a mi mismo… obedeciendo, dándome por ponerme de puntillas como me ha pedido, y tras detener su glande entre mis glúteos, le da por presionar justo delante de mi orificio. Comenzando a sentir, como me va introduciendo su polla, sintiendo como despacio va entrando poco a poco… ooohhh!!.

Y al mismo tiempo, y no es para menos, siento con gran placer, como aquella crema hidratante que me puse sin pensar previamente. No solo está sirviendo perfectamente, digo ‘está’, pues en su caso, está sirviendo para que me entre con gran facilidad, mientras en mi caso, está sirviendo para que no me duela… uuummm!!.

Y sentir como ese hombre y padre de familia, o para ser exacto padre de mi amigo, le da por penetrarme mientras me da por encorvarme, facilitándole la penetración… uuuffff!!. Y lleva ya al menos embistiéndome veinte o veinticinco minutos, cuya polla me tiene de puntillas y con razón… ooohhh!!. Tiempo que le da por sacarme mi camiseta por la cabeza, comerme la oreja, y el cuello, e incluso la boca… uuuffff!!.

E incluso darle por pellizcar mis pezones, amasando mi mismo pecho, como si se me notara mis mamas, y llevado por el mismo placer y gozo… ooohhh!!. Coge, y le da por acabar por soltarme un par de salivazos por mi espalda, ¡observando como recorren la columna vertebral hasta finalizar en mis nalgas… uuummm!!. Y darle por decirme…

«No voy a poder aguantar mucho más, ¡voy a preñarte como una buena putita… uuummm!!».
Y decir eso, y sentir su polla, hincharse y escupir en mi interior todo el contenido de sus huevos, dejándome bien preñadito, y claro está ciertamente dolorido… aaahhh!!. Y me da por decirle…

“¿Qué me has follado sin condón?”.
Y responderme…

“Claro que sí, tú imagínate que lo hubiera hecho con él, dime… ¿dónde lo dejaríamos?, además luego es demasiado engorroso como hacerlo desaparecer”.
Me dice muy seguro de sí mismo, y con sarcasmo, vuelve a decirme…

“Además, para qué te preocupas, si no te voy a quedar embarazado, ¡yo, ya me he hecho la vasectomía… eeehhh!!”.
Y verlo tan tranquilo, como actúa como si nada, y encima para colmo, verlo como se dirige hacia el frigorífico, y darle por sacar algo del interior. Y viendo sorprendido que, eso no es otra cosa que un pepino, y verlo caminar hacia mí, como le da por levantarme la camiseta, y tras bajarme mi prenda interior, le da por aprovechar que sigo aún abierto, dándole por introducirme esa hortaliza… ooohhh!!.

Y verlo asustado, y al mismo tiempo extasiado, como le da por follarme repetidas veces con él, sintiendo con gran placer, como me lo mete y lo saca en mi orificio… ooohhh!!. Y al mismo tiempo, ¡coge y le da por masturbarme… uuummm!!, volviéndome a soltar…

«Así está mejor, no quisiera que se te cerrara, ¡quiero tenerte preparado para cuando me reponga… eeehhh!!».
Suelta y no me lo puedo ni creer, y ante el trato recibido, y para ser sincero, no me creo ni lo que acabamos de hacer, por no decir… lo que él me acaba de hacer. Me da por pedirle explicaciones, y esté hombre, darle por decirme…

“Que pasa, que ya ni te acuerdas nada de lo sucedido anoche”.
Suelta, y sorprendido me dice con ironía…

“Tan grande te fue la cogorza de sexo que te di, que aún te dura la resaca”.
Y escucharle como comienza a reírse, y no contento, darme por reiterarme, pidiéndole que me explicara esto último, reclamándole explicaciones. Y le puntualicé que me contara, tanto el cómo, como él porque, y mientras se sienta en uno de los taburetes de la cocina, coge y le da por contarme…

“Pues vale, mira, serian… no sé, quizás las tres de la mañana, cuando te vi aparecer por la cocina”.
Dice, y prosigue…

“Ibas adormilado, o eso me dio la sensación por la manera de caminar, y encima ibas con un atuendo poco común de un chico, pues ibas con una camiseta que más parecía un camisón”.
Y cuando fui a replicar, este mismo, tras hacerme callar con un gesto con su mano, le dio por decir… bueno, creo que es hora de dejarlo aquí, y de despedirse. Pero dejando en el tintero como siempre algo, quizás sea la finalización de esa explicación, pero bueno, todo se verá, pero de momento no quisiera pecar de pesado. Ni desear de recordar a aquellos lectores, que deseen compartir conmigo sus críticas, que obviamente acepto todas, ya que me enseñan a ver mis faltas. Pero eso sí, no siendo mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo que me gusta compartirlas.