Una semana que no fue para nada normal ¡Una gran aventura!

Buenas a todos. Espero y deseo que esteis todos bien.

Nosotros por aquí todo bien, medio confinados, y ya mismo, creo que lo estaremos del todo. Aunque después del primer confinamiento casi improvisado, este como se ve venir de lejos, nos pilla mucho más prevenidos. Tete ya está por aquí, Mireia dijo que se vendrá también para no estar sola en casa, y seguramente también lo haga Judith….asi que estaremos entretenidos los cinco.

Mi marido os explica sus aventuras, en orden temporal, yo como soy novata, las escribo cuando las recuerdo.

Hace unos meses, a principios de año, recién llegados de New York, cuando aún no estábamos instalados en la casa, y dormiamos en un hotel (cuando estábamos los dos) me pasó una anécdota divertida y morbosa.

Recuerdo que era un lunes, el fin de semana había sido tranquilo, pero en lo sexual muy movidito. Como ya me vais conociendo, sabreis que soy de aquellas chicas que cuando más les das, más quieren.

Por la mañana me había levantado caliente. Después de un fin de semana intensivo, queria más.

Karlo se fue de viaje de madrugada, no recuerdo exactamente donde.

Me puse un mono interior de rejilla, de color negro, con una apertura debajo de la barriga, y un tanga de color rosa. Una falda corta, de piel negra, unas botas altísimas, y un jersey de color berenjena. Mi chaquetita de cuero negro, y una coleta, que es muy cómoda.

Llegué a mi despacho sobre las diez de la mañana, después de tomarme un café con Mireia en la cafeteria de Conchi.

Me puse a trabajar, pues tenía mucho lio.

Un poquito más tarde, recibí un whatsapp de Karlo, para decirme que teniamos unos clientes para el apartamento que alquilamos, justo entre su despacho y el mio. Me pedía que les abriera yo, e hiciera todo el papeleo.

Yo no sé si os pasa a tod@s, que cuando me pongo lencería, voy excitada todo el dia. Me siento caliente. Incluso al mediodía, le envié un whats a Mireia, para ver si podíamos vernos y jugar. Lamentablemente estaba con la regla, así que lo dejámos correr.

Después del almuerzo, eran las tres y algo del mediodia, decidí jugar un poquito sola. Me puse unas bolas chinas, metálicas, gruesas y frias. Sentada en mi mesa, con un ligero movimiento de piernas, me daban mucho gusto.

Justo a las cuatro de la tarde, llamaron al timbre. Eran los inquilinos. Tres tipos, alemanes, que se quedaban hasta el jueves.

Les enseñé el piso, les expliqué como funcionaba todo. Los tres no me quitaban ojo, no se si por la minifalda, por las medias de rejilla, o porqué iba en zapatillas. Aunque lo más probable es que fuera por mi manera de andar, pues me daba miedo que se me cayeran las bolas que llevaba introducidas.

Quizás todo el conjunto fue lo que llamaba la atención.

Después de acompañara a uno de ellos al parking, y explicarle como funcionaba el ascensor (se entra al parking con un ascensor para coches, no hay rampa), me dijeron que les sirviera el desayuno a las siete de la mañana.

Tocate las narcies, menudo madrugón. Y Alba (la asistenta que se encarga de todo) de vacaciones.

Continué con mi trabajo, eran las nueve de la noche, y decidí quedarme a dormir en el despacho de Karlo (mi despacho no tiene camas, es un estudio).

Bastante tarde, me llamaron al móvil. Eran los alemanes, que se estaban haciendo un lio con el ascensor del parking, e incluso tenian a la polícia allí con ellos, pues tenian el coche encima del bordillo.

Esta vez, evidentemente sin bolas chinas, bajé para ayudarlos.

Si por la tarde eran los tres alemanes los que me desnudaban con la mirada, ahora eran ellos tres, más los dos policías.

Reconozco que puedo parecer presumida, pero estoy divina con el conjuntito que llevaba.

Mi nivel de calentura no había bajado ni lo más mínimo. Allí en un segundo con esos cinco hombres, dos de ellos de uniforme, mi líbido se disparaba. Me notaba empapada.

Me subí al coche con ellos, y entramos en el parking.

Subímos los cuatro en el ascensor hacia nuestros respectivos pisos. Una vez en el rellano, uno de ellos, me ofreció a entrar a tomar una copa.

Decliné su invitación, pues no tenía el panorama muy claro, y no quería meter la pata.

Me fui a mi cama, con un vibrador en la mano. Tenía necesidades sexuales urgentes, y no paré hasta tener un buen orgasmo.

A las seis de la mañana, sonó el despertador. Parecía una inocentada.

Nada más poner el pie en el suelo, noté que continuaba igual de caliente que el día anterior. Ni la ducha me calmó.

Decidí jugar a la provocación, que como sabéis, me encanta.

Me puse una camiseta, no muy larga, y completamente desnuda, y descalza, fui al piso de los alemanes para preparar el desayuno.

A las siete en punto, los tenía a los tres vestidos, con sus trajes, y con una cara de embobados digna de ver.

Reconozco que cojer el azúcar del armario, ayudó mucho a su cara de bobos.

Con solo levantar un brazo, se me veía un poco el culito, y evidentemente, mi vagina.

Ellos se miraban entre los tres, como no dande crédito a lo que estaban viendo.

Incluso se dijeron algunas palabras en alemán.

Me pasé el dia entero haciendo recados y trabajando fuera del despacho. Como el miércoles me tocaba madrugón otra vez, decidí quedarme otra vez en el despacho. Fui al hotel para cambiarme, y coger un par de cosas y ya está.

De madrugada, escuché ruido en el rellano. Uno de los tres llegaba algo tocado por el alcohol, y no atinaba con la llave.

Abrí la puerta. Llevaba puesta la misma camiseta, pero esta vez con un tanga.

-Buenas noches , la cena ha ido bien verdad?-les pregunté, apoyada en el marco de la puerta del piso- y tus amigos?

-se han ido con unas chicas que hemos conocido, pero yo he bebido demasiado, y he preferido venir aqui.

Los dos amigos se habían ido de putas, y a este, no le gustaba el tema de pagar por sexo. Algo normal, pues era el único de los tres, bastante guapo.

-sigue en pié la copa de ayer?-le pregunté, cansada ya de jugar con un vibrador.

-bien, pero en el piso no tenemos nada.

-lo sé, ahora cojo yo alguna botella del mio.

-dame cinco minutos que me duche, que voy un poco tocado.

Me parecío genial que se diera una ducha.

Le abrí la puerta de su piso, y yo, me cambé el tanga, y unicamente con la camiseta y una botella de Mcallan me fui a ver que hacía con el alemán.

Me abrió la puerta en shorts y con una camiseta. Aún tenía el pelo mojado.

Se sentó en sofá, y yo me fui a la cocina a por dos vasos.

Evidentemente al cojer los vasos del armario, le enseñé mi precioso culo. Se que le gustó, por su cara, y sobretodo porqué entre sus piernas, algo se estaba poniendo duro.

Me senté a su lado, y puse dos copas. Le dimos un sorbo, los dos en silencio.

Un segundo sorbo. Seguímos en silencio, y no lo soporto.

Le iba a preguntar si estaba casado (llevaba anillo)o si tenia hijos, y tal, pero como no era lo importante en aquel momento, le dije que esperara 3 minutos.

Corriendo, me fui al piso de Karlo, y cogí unos cuantos preservativos de su mesa.

Cuando entré, esta vez, me senté en frente. Dejé los preservativos al lado de la mesita, y mirándolo fijamente a los ojos, le pedí que se masturbara para mi.

El, lejos de ponerse colorado, se quitó los shorts, y se agarró su pene.

Antes de empezar, me acerqué a el y le susurré al oido:

-pon las manos en la butaca, te la pondré dura sin tocarte.

El sonrió, y soltando su pene, puso sus manos a la vista.

Me dí la vuelta, para apartar los vasos de la mesita. Le dí un último sorbo al mio, y le pasé el suyo.

Me senté en la mesita, y separé mis piernas. Metí mi mano dentro de mi tanguita. Su pene ya estaba duro. Me arrodillé en el suelo, y me quité la camiseta.

-no toques-fue lo primero que le dije.

Rozando mis pechos con su pene, y su pecho, le di un beso en los labios. Entonces, continué bajando hasta que su polla me quedó a la altura de mis pechos.

Karlo siempre me dice que le vuelve loco que lo masturbe con mis pechos, así que le regalé al alemán un buen sobeteo.

El hombre tiene buen miembro, y muy duro. Se marcaban mucho sus venas.

Llegado el momento, empecé a pasar mi lengua por aquel enorme trozo de palo duro. La metí en mi boca, y a base de jugar con mi lengua, hice que el tio se volviera loco de gusto.

Como sabía que iba un poco pedo, y no quería que se corriese todavía, me senté a su lado, y quitándome el tanga, le pedí que me comiera mi coñito, que estaba chorreando.

Entonces fué el el que se arrodilló al suelo, y me estuvo lamiendo el clitoris, metiéndome dos de sus dedos. Me corrí, y el hombre seguía chupando.

En un momento, paró cogió uno de los preservativos, y se lo puso. Se incorporó un poco, y metió su dura polla de un empujón.

Fue un error dejar que llevara el la iniciativa, pues se corrió al quinto empujón.

Incluso me pidió perdón.

Me coloqué bien el tanga, cogí mis cosas, botella de MCallan incluida, y me fui para mi piso.

Justo cerre la puerta del piso en el rellano de la escalera, se abrió la puerta del ascensor. Eran los dos guiris. Se les pusieron los ojos como platos al verme allí desnuda, con una botella en la mano, y con mi camiseta en la otra.

Primero hice el gesto de taparme un poco, pero después me fui hacía el piso de mi marido, y desde la puerta, les pregunté si querian entrar.

Ni contestaron.

Entramos los tres al despacho de mi marido, despejé la mesita que hay delante del sofá, y me senté en ella.

Uno de ellos jugaba con mis tetas, lamiendo mis pezones, el otro, más ansioso, se desabrochó los pantalones, y se sacó la polla. La cogí por la base, y me la llevé a la boca.

Cuando estuvo razonablemente dura, le puse un preservativo, y me puse a cuatro patas encima de la mesa. El hizo el resto, me apartó el hilo del tanga, y me metió su dura polla, en mi sediento coño.

Su amigo, se puso delante mio, se bajo la bragueta y los pantalones, y casi sin pedir permiso, la metió en mi boca. Ya estaba bastante dura, y sabía a latex.

Me lo monté con los dos, en orden…y con bastante más exito que su amigo antes. La verdad no recuerdo cuantos orgasmos tuve, pero fueron varios.

Una vez todos servidos, se fueron para su casa.

A las seis de la mañan sonó el despertador. Parecía imposible, llevaba solo dos horas durmiendo.

Les preparé el desayuno, con la camiseta del dia anterior, sin peinar, sin lavar ni nada. Como una “walking Dead”….

Se levantó el “eyaculador precoz” de la noche anterior, y el muy “guasón tenía ganas de marcha”. Le dije sin tapujos (iba dormida, no tenía muchas ganas de explicaciones) que con un fracaso ya había tenido bastante.

Cerca de las siete, todos desayunando, me fui para la cama otra vez. Aquel día volvía Alba de sus vacaciones, asi que ya recogería ella todo lo del desayuno cuando llegara.

Creo que eran las nueve, más o menos, cuando noté una preséncia. Entreabrí los ojos, era Mireia, que llegaba al despacho con un café en la mano.

La tenía sentada a mi lado en la cama. Me hablaba en voz baja, con calma, tranquilidad, paz….

Le estuve explicando la movidita de la noche anterior.

Mientra yo hablaba como una cotorra, vi que dejaba el café en la mesita, y como su mano derecha desaparecía debajo de las sabanas.

Ella conoce esa cama, tan bien como yo. Ese piso en particular, ha sido y es para las dos como un templo del sexo. Allí hemos descubierto muchos secretos, que ni nosotras mismas sabíamos que guardábamos.

Mi primera vez con dos chicos, la primera vez que vi a dos hombres juntos (uno de ellos mi novio, en aquellos tiempos), la primera vez con otra mujer, la primera doble penetración, la primera orgía, no se….yo creo que casi todas nuestras primeras veces de todo lo sexual, allí, en aquella cama o aquel sofá como testigo.

Una vez Karlo nos propuso quitar esa habitación, para hacer otro despacho, y las dos le insistimos mucho, pero mucho mucho en que aquella cama no se toca.

No tardé nada en notar sus manos, en mi pierna, y en nada, en mi vagina. Me coloqué bien, para que pudiese tocarme como es debido. Separé un poco mis piernas, y Mireia me masturbo el clitoris, regalándome un orgasmo mañanero de aupa.

-me follas?-me dijo al oido, al tiempo que me daba otro beso en la boca.

-ahora mismo.

Y que menos, di un salto de la cama, y me puse el arnés. Mireia se puso encima de la cama, apoyada sobre sus rodillas y sus manos, y esperando que hiciese yo el trabajo. Le subí la falda, llevaba un culot de color burdeos y unas ligas marrones.

Le bajé el culot hasta las rodillas, y le fui metiendo el vibrador poquito a poco.

Mireia no tardó mucho en estar completamente húmeda, y facilitarme el trabajo.

La estuve follando durante un buen rato, hasta que tuvo un orgasmo, seguido de uno que tuve yo, al escucharla a ella gemir.

El dia, como había empezado muy bien, ya que no hay nada como un buen orgasmo para espavilarse, me lo dediqué a mi: esteticien, peluqueria, etc…incluso un par de conjuntos para el trabajo.

Había quedado para comer con una amiga de Lleida que estaba en la ciudad, así que me fui al despacho a dejar todas las compras, saludé otra vez a Mireia, y después de ponerme bien guapa, me fui a comer con Núria.

Justo entrábamos en el restaurante, recibí un Whatsapp de Karlo, que ya estaba cogiendo un Taxi en el aeropuerto de Barcelona. Me dijo que por la tarde había quedado con Tete, que también estaba en la ciudad.

Todos debéis haber oido hablar de Tete…el cubano medio mulato…que a pesar de tener un pene de lo más impresionante que podeis imaginar, tiene un corazón todavía más grande. Es de las mejores personas que he conocido nunca. Siempre tiene un buen consejo, o un gesto amable cuando toca…os lo digo yo, que he convivido con él mucho tiempo, y el que queda….

La comida con mi amiga se alargó bastante, cuando nos pusimos a contar batallitas del Insti, y cosas de jovenzuelas…nos reimos un montón.

Para celebrar que nos veiamos, la invité a un masaje en una famosa sauna de la ciudad. Nada sexual, nos tumbamos en dos camillas una al lado de la otra, y nos dan un masaje relajante un par de chicas.

A media tarde, pasadas las seis, me despedí de mi amiga, y me fui en Taxi al despacho.

Dejé mis cosas en mi estudio, y justo al salir, me encontré a Mireia saliendo del despacho de mi marido.

-están liados ya-me dijo Mireia riéndose-no los he querido molestar, pues hace dias que no se ven.

Entré sin hacer ruido, al piso, y fui en silencio hasta el despacho. La puerta estaba entreabierta.

Mi marido estaba completamente desnudo, encima del sofá, y Tete dándole por detrás a un ritmo bastante fuerte.

Primero pensé en unirme a la fiesta, pero como se que llevaban dias sin verse, decidí dejarlos sólos.

Como estaban los dos de espaldas a la puerta del despacho, no me habían visto, asi que no pude evitar hacer lo natural en estas ocasiones. Meter mi mano en mi entrepierna, y masturbarme mientras miraba el espectáculo.

Cuando acabaron y me vieron, esbozaron una sonrisa. Tete se me acercó y me dio dos besos. Intenté no focalizar mi mirada en su pene, aunque con esa polla me pasa como a casi todos los hombres con las tetas: se me van los ojos.

Mi marido se acercó a mi, desnudo, y me dio un besito, antes de irse a la ducha.

Estuve un rato charlando con los dos, y me dijeron que iriamos a cenar los tres con Mireia.

Justo al salir del despacho para irnos al Hotel mi marido y yo, nos cruzamos con los alemanes. Los saludamos y les presenté a Karlo.

Los tres se quedaron bastante sorprendidos, cuando les dije “os presento a mi marido” después de lo que había pasado la noche anterior.

-si, a los tres-le dije a Karlo en el ascensor cuando nos despedimos de ellos-primero uno, y después los otros dos.

-y que tal? parecen buena gente.

-el mas guapetón un fracaso, iba pedo. Los otros dos bien a la vez, pero por separado también hubieran sido un fracaso.

-asi que nada memorable.

-exacto, nada memorable. Divertido por el proceso, pero para nada memorable.

Me dio un beso, al tiempo que me pasaba la mano por el culo.

Siempre que puede me toca el culo. Incluso cuando nos vamos a dormir, si me pongo de lado, se duerme con una mano encima de mi culo.

En el hotel, me hizo el amor en la ducha. Nos encanta hacerlo bajo el agua.

Nos pusimos guapos, y fuimos a cenar.

Por raro que parezca, llegamos los primeros. Una vez acabámos, nos fuimos a tomar una copa.

Como con una no tuvimos bastante, al final fueron un par o tres. Total que salimos del Club contentos…

Mireia nos ofreció ir a su piso. A mi ese piso, me da mal rollo.

Se que es el antiguo piso de Susana, que después lo compró Karlo, y se lo alquilo a Mireia, supongo que debe ser por eso.

Como iba un poco contentita, pues accedí, además estaba a cinco minutos caminando del donde estábamos.

Mientras mi marido preparaba unas copas, en la cocina, Mireia y yo nos lanzamos a por Tete, que se partía de risa.

Entre las dos le empezamos a chupar la polla. Mireia jugaba con sus testículos, y yo me metía el glande en la boca, y lo lamía con ganas, consciente de que no me cabía dentro de la boca ni una tercera parte de aquel pedazo de miembro.

Mi amiga y yo juntamos nuestras bocas, y con su polla en medio de las dos, nos mobíamos arriba y abajo.

Llegó Karlo, con un par de pastillas azules, y unas copas. Tete y él se las tomaron, y entonces si que empezó el festival.

Recuerdo muchos momentos de aquella noche, y otros muchos se me escapan, ya que fue mucho rato el que estuvímos enredados los cuatro.

Uno de los momentos, recuerdo a mi marido sentado en el sofá, yo chupándole el miembro, y Téte follándome a cuatro patas, mientras con una de sus manos masturbaba a Mireia, que estaba pegada a mi.

Mireia penetrada por mi marido por detrás, y por Tete por delante….luego uno la boca y el otro el culito…fue un no parar.

Acabámos con uno de los momentos memorables, pues no se dá muy a menudo, mi marido follándose a Tete, mientras Mireia y yo le chupábamos la polla al cubano. Brutal la corrida que nos regaló, y brutal la de mi marido dentro de su culito.

Nos fuimos nosotros dos a nuestro hotel, Tete se quedo aquella noche en casa de Mireia (estuvieron enredados toda la noche, Mireia sabe sacarle partido al cubano).

En el ascensor del hotel, Karlo se me arrimó y me dió un beso en la mejilla. Al pegarse a mi, pude comprobar que su pene seguia tieso. Yo estaba cansada, pero siempre pienso que hay que darle gusto al cuerpo.

Nada más entrar, me desnudé lentamente, mientras él me miraba sentado en la cama. Su polla estaba a punto de reventar los vaqueros.

Me quedé en tanga, y me arrodillé en frente suyo. Le bajé los pantalones y los calzoncillos. Pase mi lengua unos instantes por su polla, dura como el acero. Me la puse entre los pechos, y empecé a masajearla, con unos leves movimientos arriba y abajo, y alternando con lametones y mimos. Karlo se moría de gusto.

Estuve masturbándolo con mis pechos un ratito.

Me levanté, le di un beso en los labios, y me puse de rodillas en la cama.

Karlo me untó un poco de lubricante en el culito, y me lo folló.

Tengo el dilema personal muchas veces, de si me gusta más por delante o por detrás.

La vagina me da muchos orgasmos, muchos. Pero cuando mi marido me folla por el culo, me muero de gusto. Es como un dilema interno que tengo. Bueno, hay que decir, que lo ideal es una por delante y otra por detrás….

Me folló el culo durante un buen rato, le pedí su leche, estaba sedienta, asi que cuando estaba a punto de acabar me di la vuelta, y cerrando mis labios para aprisionar bien su polla, me tragué todo su regalo. Que ganas de semen que tenía….

Nos quedamos los dos dormidos, bastante rápido. Para el jueves no tenía planes, y Karlo tampoco puso el despertador.

A media mañana, me desperté antes que mi marido, por la poca luz que entraba a través de las ventanas de la habitación.

Estaba completamente dormido, desnudo, con una cara de angelito que me vuelve loca.

Lo destapé lentamente, sin que se despertara. Me encanta despertarlo por la mañana después de una maratón de sexo, con una buena felación. Y a el también le encanta despertarse asi.

Empecé a chuparla, poquito a poco, no tardó mucho en ponerse contenta. Karlo me susurró un buenos dias, separó sus piernas, y se dejo hacer. Continué deslizando su polla entre mis labios y mi lengua. Estaba dura, y muy muy apetecible. Apoyé mis manos en mis piernas, usando solo la cabeza, como el me ha enseñado.

Se la chupé hasta que se corrió. Su corrida era más espesa que la última de la noche anterior, y mucho más sabrosa. Soy adicta a su semen. Dejé caer su leche por su propia polla, para poder seguir chupando y chupando, hasta que quedo vacía, y evidentemente limpia.

Me puse encima de él, y nos dimos un beso.

Karlo se deslizó por debajo mio, entre mis piernas, hasta que mi vagina quedó a la altura de su boca, y me devolvió el “buenos dias” que le acababa de regalar.

Y asi, empezamos el día como lo habíamos acabado…dándonos placer sin parar….porque, ¿sabeis? eso no nos lo quita nadie…

muaks.