Extrañas pero agradables vacaciones con mi hermana

Las vacaciones estaban siendo fabulosas, mi madre, mi hermana y yo llevábamos una semana ya en el apartamento de La Manga, esperando a que mi padre cogiera las vacaciones y se viniera con nosotros, pero aquella misma mañana cuando estábamos terminando de desayunar para irnos a la playa, una llamada telefónica fue el detonante de unas vacaciones que para mi serían dificiles de olvidar.

Empezaré por el principio, que es presentadoos tanto a mi familia como a mi. Mi padre es Jacobo, tiene 47 años y es un oficial del ejército español, es un hombre elegante, fornido, recto y serio. Conoció a mi madre, Ingrid cuando en su juventud estaba destinado en Mallorca y ella era una jovencisima y guapa holandesa de vacaciones en la isla. Se enamoraron, ella dejo su vida en Amsterdam y se vino a España con el, se casaron y nací yo. Mi madre he deciros que tiene 44 años, es muy guapa, rubia y con los ojos azules, talla media, delgada y con unos imponentes pechos. Mi hermana pequeña Martina de 18 años, es una gota de agua de mi madre, son prácticamente idénticas, el mismo pelo, los mismos ojos, solo con la única diferencia de que Martina es mas bajita que mi madre y sus pechos y su culo no son tan prominentes como los de mamá. Y el que os cuenta esto soy yo, Marco 20 años recién cumplidos, alto y fuerte como mi padre, pero a diferencia de el yo soy rubio y con los ojos azules ya que heredé los genes neerlandeses de mamá.

Como os decía nos encontrabamos veraneando en un apartamento en La Manga, que ponía a disposición el Ministerio de Defensa para oficiales y sub oficiales del ejército. Mi padre seguía en Madrid pues aún le quedaba una semana para empezar sus vacaciones, pero esa mañana mientras entrenaba con uno de sus caballos, pues hace hípica, tuvo una caída y se fracturó una pierna y la clavícula. Cuando sonó el teléfono a mamá le cambió la cara. La dijeron que estaba en el hospital militar, pero que no se preocupara porque estaba bien, solo que lo tendrían que operar.

Rápidamente mi madre evaluó la situación y dijo que lo mejor es que ella se iría a Madrid con papá, pero que nosotros nos quedaramos aquí. Rápidamente cogí el coche y la acerqué a Murcia para que desde allí cogiera un tren que la llevaría hasta Madrid. Mi madre se despidió de Martina y de mi, dijo que nos portaramos bien y que cuidara de ella. Teníamos la despensa llena y además nos dejó dinero en efectivo por si queríamos comer fuera. Y sus palabras resonaron en mi cabeza, cuidaría de mi hermanita muy bien.

De regreso a La Manga, Martina se sentó en el asiento del copiloto, estaba preciosa. Llevaba puestos unos pantaloncitos vaqueros muy cortos, enseñando las nalgas, una camiseta de hombreras blanca, su melena rubia recogida con una coleta y unas gafas de sol modelo piloto. Cualquier hombre del mundo perdería la cabeza por ella, incluido yo.

He de confesaros, que yo jamás me había sentido atraído por Martina, siempre la había mirado con los ojos del hermano mayor protector. Pero un buen dia un par de años atrás y en otras vacaciones de verano, pero esta vez en nuestro chalet del pueblo, una calurosa tarde del mes de julio, me levanté de siesta. Mis padres no estaban en casa, me puse el bañador con la idea de darme un baño en la piscina. Fui al baño y mientras orinaba, por la ventana pude ver a mi hermana. Estaba tumbada en un sofá blanco, bajo el porche que hay en el jardín junto a la piscina. Estaba completamente desnuda, su cuerpecito ya había adoptado cuerpo de mujercita, supondría que se encontraba sola y nadie podría ver lo que estaba haciendo. Con el dedo corazón de su mano derecha frotaba su clítoris muy despacio, mientras con la mano izquierda acariciaba sus pequeños pechos. Estaba tumbada boca arriba, con las piernas separadas, bajo su mano se intuía una pequeña cantidad de vello púbico de color muy claro y su menudo cuerpo se movía al compás hacia arriba y hacia abajo. Cuando terminé de orinar mi polla estaba completamente dura, por lo que me dolió cuando las últimas gotas de orina terminaron de salir. La agarré fuertemente y comencé a masturbarme mirando como mi hermanita hacía lo propio. El vientre de Martina cada vez se movía mas rápido hacia arriba y hacia abajo, lo que me hizo pensar que estaría a punto de correrse, y que se corrió fuí yo. Me encontraba de pie frente al inodoro, mirando por la ventana y entonces apunté al interior de la taza del vater y tras un par de sacudidas, una enorme cantidad de semen salio de mi polla y las gotas cayeron a borbotones en el agua de la taza, hundiendose poco a poco en esta. Tuve que apoyarme en la pared para no caerme de los espasmos que mi cuerpo sufrió con el orgasmo. Cogí un trozo de papel higiénico, me limpié bien y me puse el bañador. Cuando Martina terminó, cogió su bikini rosa se lo puso y se zambulló en la piscina. Yo por mi parte esperé un poco y luego bajé para que Martina no sospechara que la había podido pillar. Cuando bajé dejé la toalla en el sofá donde se había masturbado y me encontré que este tenía una enorme mancha en la tapicería, sin duda eran los jugos que habían salido del chochito de mi hermana. Cuando Martina se zambulló para bucear, aproveché para acercar mi naríz a esa mancha y embriagarme de su olor, no me pude resistir e incluso lo lamí. Me lancé al agua y me puse a jugar con ella. Desde ese momento algo cambió de la relación con mi hermana pequeña. Empecé a verla con otros ojos, aprovechaba cualquier situación para rozarme con ella, en la piscina, en la playa. Incluso cuando la aplicaba crema solar tocaba mas de la cuenta. El problema es que también empecé a sentir la misma atracción también hacia mi madre. Desde aquella tarde, hasta esta misma semana, me deleitaba con sus cuerpos tapados por la poca tela de sus bikinis, y de mi madre cuando hacía topless y mostraba sus enormes y preciosas tetas, con sus dos preciosos y grandes pezones rosaceos. Lástima que a mi hermana le diera vergüenza hacerlo. Me pasé la semana haciéndome mas pajas que un mono.

Volviamos en el coche y comenzamos a hablar de como estaria papá.

-Marco… ¿Crees que papá estará bien?

-Si, el capitán Marquez le ha dicho a mamá que le tienen que operar, pero que no es grave.

-¡Ojalá!

-Tranquila ya verás como no es grave.

-No se, alomejor teníamos que habernos ido también con mamá…

-Que no tonta, que no es nada.

Por nada del mundo quería irme a Madrid. Lógicamente estaba preocupado por mi padre, pero la idea de estar a solas con mi hermana de vacaciones, estaba empezando a crear enormes fantasías en mi mente.

-Martina… ¿Tienes novio?

-No Marco, ahora ya no

-¿Y Edgar?

-Lo dejamos hace un par de meses.

-¿Y eso?

-Era muy plasta… ¿Y tu?

-¿Y yo qué?

-¿Que si no tienes novia?… Desde que lo dejaste con Raquel no te he vuelto a ver con ninguna.

-Bueno digamos que me enamoro de la persona equivocada. (Diciendo esto y de una forma disimulada, acaricie a Martina de los muslos)

-¿Y quien es la persona equivocada?

-Venga niña no seas cotilla, dejamé.

-Esta bien, borde…

Seguí acariciando sus muslos como si de un juego se tratara, pero mis intenciones tenían malicia. Quería aprovecharme de esa situación. Su piel era muy suave, ella de forma inocente se dejaba tocar, no imaginaba que su hermano mayor estaba abusando de ella. Tengo que decir que desde la primera vez que la ví en la piscina del chalet siendo una niña, hasta ahora, Martina ya se había convertido en toda una mujer y ahora estaba buenísima. La de veces que el payaso de Edgar se la habría follado durante estos años. Tenía la polla a punto de estallar, los bermudas vaqueros me oprimían de forma considerable, casi me rozaba con el volante, si no llegábamos los huevos me iban a reventar. Además sentía vergüenza de que ella mirara y se diera cuenta de mi erección. Tengo una polla considerable y el paquete se marcaba de forma imposible de ocultar.

Llegamos al apartamento, mientras Martina preparaba una ensalada para comer pues ya era mediodía, yo me fui al baño a descargar tensiones. Cuando entré vi en el cesto de la ropa sucia un tanguita negro, no sabía bien si era de Martina o de mamá, por el tamaño y por unos vellos púbicos que tenía pegados en la parte de delante supuse que sería de mi madre. Me dio igual con el calentón que tenía, no pensaba dejar escapar esa oportunidad y llevándomelo hasta mis narices al mismo tiempo que con mi mano agarraba mi estaca comencé a machacármela, estaba tan cachondo que no tardé ni un minuto en correrme. Esta vez descargué directamente sobre el tanga negro que quedó cubierto de semen. Lo escondí y lo llevé a la terraza donde estaba la lavadora y lo metí dentro. Despues de comer nos quedamos viendo la tele. Eran ya las cinco de la tarde cuando mi madre nos llamó diciendo que ya estaba en el hospital y que papá se encontraba bien a pesar de las lesiones y que lo operarian a la mañana siguiente. Esto por un lado nos tranquilizó y por otro me puso muy contento pues mi madre nos dijo que mínimo se quedarían una semana en el hospital. Lo que quería decir que tendría muchos días por delante para estar a solas con Martina en el apartamento. Ahora solo tendría que idear un plan para poder consumar mi objetivo, follarme a mi hermanita.

Continuara…