¡Lo aceptó! Soy sumiso y me gusta ser cornudo

He tenido muchas relaciones con parejas, ya estuvieran casadas o fueran pareja. Donde ellos de forma general son cornudos consentidos, porque lo disfrutan, pero era la primera vez que me encontraba con un marido al cien por cien sumiso y hasta un punto exagerado. Que nunca me lo hubiera imaginado y si me lo hubieran contado no me lo hubiera creído, como no me lo creí cuando me entere. Pero antes hay que ponerse en situación.

Judith se había ido a Alicante a solucionar lo que tuviera que solucionar. Por medio del WhatsApp tuve algún contacto con ella, pero en ningún momento le llegué a preguntar en qué punto estaba de sus soluciones. Que fuera ella quien lo dijera cuando lo considerase oportuno y ya hablaríamos. A la misma vez había llamado a Don Ramón, para saber qué era lo que quería. Don Ramón había sido el mejor de mis profesores, con el cual tuve una fuerte conexión y el que dirigió un trabajo mío cuando acabé la carrera, durante algo más de dos años estuvo conmigo codo a codo. Le debía mucho, no solo por su ayuda si no por todo lo que me enseño. Tenía una gran deuda con él y es de bien nacidos ser agradecidos.

Llevaba mucho sin saber con él, aunque le había seguido por algún libro o artículo escrito. Se que las cosas en un momento dado le fueron mal, por un pequeño “escandalo” por haberse enrollado con una alumna, que al parecer llevaba con ella desde que tenía 17 años. La moral de algunos lo llegaron casi a crucificar. En cuanto me entere de esto, hace ya años, porque fue al poco de terminar mi trabajo, me puse en contacto con él y no respondió a mis mensajes, donde le decía que contara conmigo para lo que necesitara. Después cambió de número, se tomó un tiempo sabático y desapareció.

Me dio mucha alegría hablar con él y necesitaba un favor, que formara parte de un curso-seminario para profesionales de mi medio y añadió siempre que llegáramos a un acuerdo en mi remuneración, rápidamente le dije que en eso no había ningún problema, que me mandara los detalles y le pase mi correo electrónico. Note como respiraba con alivio y quedamos en seguir en contacto. Quería esperar para saber qué pasaba con Judith antes de comprometerme, porque pensé que lo mismo haría falta estar junto a ella. Al día siguiente me llamó para decirme que ya había hablado con Ximo.

Voy a resumir mucho esta parte, no fue capaz de terminar con Ximo y esta vez sí opine… “Es que ni le haces ningún favor a él, pero mucho menos a ti” ella me replica… “Es que se lo insinué y solo con eso, le dio un ataque de ansiedad… ¿Qué podía hacer?” me jodía el chantaje emocional y se lo hice saber, pero me añadió… “Fíjate que está dispuesto hasta que vivas con nosotros y el no hacer nada conmigo si tu no quieres, es que ni un beso…” y ya no me aguanté, siendo muy sincero… “Mira Judith, si no fuera un chantajista emocional, si no fuera un moñas, no me importaría que se convirtiera en un muerdealmohadas para nosotros, pero me supera los que les gusta rebozarse en sus penas, no lo aguanto, me comen la energía”, se quedó callada y al final fui un poco tajante, porque le dije que cuando de verdad tuviera las ideas claras me avisara, que si no, estaba todo bien y que le fuera todo de maravilla.

Después de eso estuve leyendo el mail de don Ramon y le dije que el primer día estaría a la hora indicada en donde se iba a impartir el curso-seminario. Me decía que le dijera el día exacto en el que iba a estar en Madrid para reservarme el alojamiento y le dije que ya lo tenía en el hotel habitual, que me pregunto cuál era y no se lo dije para evitar que tratara de pagármelo. También quiso cenar conmigo antes de iniciar todo y le dije que reservara donde quisiera para el primer día que nos íbamos a ver, porque no sabía si podría antes.

Llegue el viernes por la tarde, con el tiempo justo para dejar el equipaje e ir a ver una obra de teatro. Este viaje no tenía intención de ver a nadie. Primero porque no me apetecía mucho y segundo porque con tan poco tiempo quería prepararme bien la semana que se me avecinaba. Que tampoco era difícil porque ya tenía de otras veces el trabajo medio realizado. Lo bueno de Madrid es que nadie me molestaría. El sábado por la mañana temprano, me fui a correr al parque del oeste que se encuentra próximo al hotel, como suelo hacer siempre. Regreso, un buen desayuno y con mi portátil a una terraza en concreto donde sirven un café de categoría mundial y seguir trabajando un poco. Después un largo paseo para comer un buen bacalao y regresar al hotel.

Leo un poco y después voy a ver un musical, que me gusto más que la obra de teatro, será porque la música amansa a las fieras y en ese momento aplacó mis fieras interiores. El fin de semana fue de lo más relajado y el lunes por la mañana llegué con las pilas cargadas a tope. Me encuentro con don Ramón que me estaba esperando, lo primero que me dijo varias veces que no le tratara de don y le dije que eso me sería difícil y me dejo por imposible. Él iba a hacer las presentaciones de las distintas personas que íbamos a participar y le dije que me dejara entrar a mí solo, que ya me presentaría yo a mi manera. Quedamos para ir a comer a las tres de la tarde.

Al entrar en el aula, había exactamente 47 personas, más de las que me habían dicho. Había más mujeres que hombres y estaban entre los 48 y los 23 años. La presentación fue rápida, hice una entrada de lo que íbamos a tratar y comenzó un diálogo entre todos, de pronto me dio entre un agradable escalofrío y una dulce sorpresa, porque entre todos la que tomó la palabra en ese momento era Natalia, que seguía igual que cuando estábamos en la universidad. Lo único que con una apariencia mucho mejor. Cuando entré en la universidad ella ya llevaba tres años, nada más verla me dije esa es para mí, me gustó desde el principio y a pesar de que era mayor que yo, teníamos amigos en común y tuvimos una buena conexión, pero no la suficiente.

Como digo no había cambiado muy poco y lo que había cambiado a mejor, que ya era difícil estar mejor. Morena de piel y de pelo. Ojos grandes y de color avellana tirando a amarillo, mirada profunda, desafiante y con un punto de misterio. A todo eso había que sumarle ahora una mirada potente, dominante. Llevaba una melena por debajo de sus hombros. Labios carnosos y sonrisa preocupantemente seductora. Hablaba con más seguridad y me aguantaba decirle nada. Recuerdo que en su día pregunté a Victoria si a esa chica le gustaban las mujeres, porque eso se rumoreaba y al no rendirse a mis encantos… Victoria, que en ese tiempo no era pública su condición sexual, me dijo tajantemente que esa chica no era de su “comunidad”. Ahora la tenía delante de mí nuevamente, tuvimos una corta conversación, pero interesante.

— Si no me esperaba encontrar a alguien era a ti. Que mira que he regresado veces a Madrid y de ti nada se sabía.

— Jajaja… es que siempre he sido muy misteriosa. Ahora en serio, es que no me muevo por los mismos ambientes que los demás y que soy una mujer muy ocupada, me faltan horas. ¿Tú te has casado o vives con alguien?

— Ni una cosa ni otra. ¿Y tú?

— Yo sí estoy casada y desde hace mucho, poco después de terminar tú en la universidad. Pero sin hijos.

— Pues siempre decías que querías como mínimo cuatro, que bien me dabas la paliza a mí, bueno y a todos los demás.

— Jajaja… es verdad que daba mucho la paliza con eso. Es que me case con un divorciado que ya tenía varios hijos, se había hecho la vasectomía… y eso (Encogiendo los hombros, con cara de tristeza)

— Pues ya que nos hemos vuelto a ver, tenemos que quedar un día a comer o mejor a cenar. (No quise desaprovechar la oportunidad)

Pero de nuevo me dio calabazas, que ya me las dio en un pasado. “Seguro que cualquier día, lo mismo antes de lo que te imaginas” tampoco había cambiado en eso, porque era lo mismo que solía decir cuando éramos unos chavales. Me quedaba una semana para ver si se materializaba esa comida o cena. La comida con don Ramón era en un sitio cercano al cual nunca había ido. Se podía ir andando y como me entretuvieron con preguntas de última hora, llegué un poco más tarde al restaurante. Cuando llego está Don Ramón sentado mirando su móvil, al verme lo deja y me siento.

Don Ramón pide dos, así de esa manera y nos traen dos vinos de Jerez, me doy cuenta de que hay tres servicios en la mesa y en ese momento me dice que el Jerez es para esperar hasta que llegue su mujer. Estoy de espaldas a la puerta y se pone de pie para saludar a su mujer, que no es otra que Natalia. Me quedé muerto, no me lo esperaba. Pero rápidamente entendí el pasado. Alumna y profesor. Don Ramón ahora tendría un poco menos de 70 o los 70, físicamente se le veía muy bien. En aquel entonces la diferencia de edad no era tan visible como ahora, porque ahora ella debía de estar en unos magníficos 42. Pero lo dicho me quedé más que sorprendido, porque nunca me llegó la más mínima información.

Seguía siendo una delicia de mujer. La conversación de la comida fue de trabajo principalmente y después de nuestras vidas. Aunque se les veía muy felices, había algo que me chirriaba, me lo decía un sentido especial que tengo. En un momento parecía que la pareja éramos Natalia y yo, porque el cada vez hablaba menos. Todo me vuelve a chirriar cuando estamos en una “discusión” sobre el mar o montaña para las vacaciones, algo que no tenía ninguna trascendencia y ella como no estaba de acuerdo con su marido, de una manera desenfadada pero contundente le dice… “Ramon tú te callas que de otras cosas sabrás mucho, pero de esto y de la vida no sabes nada” frases similares he oído muchas veces, pero sin mayor importancia, como una broma, pero esta vez no me sonó así y poco más de sí dio la cena. Lo más importante tal vez para él, fue que quería que todo lo que había organizado saliera bien y eso estaba más que asegurado, porque él era desde siempre la persona más organizada en todo.

Pasaron tres días más y no hubo nada destacable, todos estábamos muy liados, ellos con lo suyo y yo porque además tenía que seguir llevando en la distancia mi trabajo, que no era un problema. El cuarto día Natalia nada más verme por la mañana, antes de empezar el día, me dijo que esa noche teníamos cena. Pensé que al decir teníamos, se refería a los tres. Pero no fue así, habíamos quedado en un restaurante vegetariano. Al llegar Natalia ya estaba dentro, se había adelantado y lo que pienso en ese momento, que, como el día de la comida, está esperando a su marido como la esperamos el día de la comida a ella. La diferencia es que solo había dos servicios en la mesa. Aclarándome ella que su marido no iba a ir.

— ¿Pero está bien don Ramon?

— Jajaja… pero dale con el don. Apéale del don que él te lo ha dicho también, le haces más mayor y no, Ramon está perfectamente y me ha dicho que lo pasemos bien, que te trate bien y que quedes contento. Por eso he programado una noche que te va a gustar.

— Ya me contarás lo que has programado.

— Sorpresa, déjate llevar.

— No sé, no sé, me cuesta dejarme llevar, soy más de llevar.

Nos reímos y ella pide por mí, que sabe lo que está mejor y la verdad que lo que cenamos estaba todo buenísimo. Lo que no he dicho es que Natalia esa noche va vestida de forma exquisita, sin llevar una ropa llamativa, pero sí sugerente. Una falda amplia que le llega a la altura de sus rodillas, justo al inicio de ellas. Una blusa con un botón “tonto” que se le desabrocha convenientemente cada dos por tres, dejando ver de forma insinuante, parte de un sujetador blanco bordado, trasparente y viéndose parte de un pecho. Lo que más destacaba era su culito, que seguía estando totalmente en su sitio, respingón como siempre. Pide unas infusiones para tomar y no sé lo que son, jamás las había oído.

“Si te sigue gustando bailar, podemos ir a un lugar muy conocido y bailamos o si quieres algo más tranquilo, podemos ir a un pub que se puede escuchar jazz en vivo, que sé que te gusta o nos tomamos una copa en tu hotel” al decirme esto, no quiero mal interpretar lo que estoy escuchando, pero lo del hotel como que me ha dejado confundido y no quería meter la pata. Don Ramón era Don Ramón y por eso, aunque me apetecía bailar, preferí ir a escuchar un poco de jazz que me encanta. Bailando podía lanzarme a donde no debía lanzarme y donde no quería, no por falta de ganas. Estábamos en el pub, que ya había estado allí, lo único que lo habían reformado y cambiado de nombre.

— Fíjate Carlos, siempre había pensado que te gustaba, pero me he dado cuenta que no era así o que ya me he hecho mayor y ya no me ves de la misma manera.

— Lo que acabas de decir es una idiotez, sigues estando buenísima, claro que siempre me gustaste a mí y a un puñado más, que ahora entiendo porque me distes esos quiebros.

— ¿Así que te diste cuenta de mis quiebros? Jajaja… Seguro que ahora lo entiendes.

— Ahora sí, además es que nadie de la época me comentó nada.

— Es que todo se hizo público después de que acabaréis la universidad. Pero te quiero preguntar, si es como dices… ¿Por qué no has elegido que fuéramos a tu hotel? ¿Es que me quieres devolver las calabazas?

— Jajaja… no soy ni vengativo ni rencoroso, que no es la primera vez que me dan calabazas, como ejemplo hace nada me dieron unas y hace un poco más me dieron las más grandes. Si no fueras la esposa de Don Ramón, que no le apeo del don porque no quiero, ya estaríamos follando en mi hotel. Creo que queda claro, me es imposible hacerle eso y ya te digo que no es por falta de ganas, que siempre te he tenido muchas.

— No serán tantas…

— Si el primer día que nos vimos, después de tanto tiempo te entre con todo. Si mientras estaba hablando y te veía, se me venía a la cabeza de todo. Pero una vez que me he enterado de que estabas con Don Ramon, ya se me olvido todo.

— No seas tonto, Ramon es un esposo muy comprensivo y como hombre, un ser muy tolerante. Pero sobre todo es un buen fámulo del amor, el mejor. Ha sabido y hemos sabido crecer sin remordimientos, sin compromisos ajenos y satisfechos con nosotros mismos.

Al terminar, aunque la veía con ganas de venirse conmigo, la rechace con delicadeza de una forma elegante. Natalia no insistió a pesar de que su cara mostraba desconcierto. Una vez que llegué al hotel, lo primero que hice con tranquilidad fue mirar que significaba fámulo… “CRIADO DOMESTICO” no sabía si ella sabía su significado real o se había confundido. Si era el significado real, que pintaba que era así, no entendía a qué se refería con llamarlo criado doméstico. Si era lo que creía, no veía a Don Ramón entregando a su mujer, que no es que fuera malo, pero con su carácter me extrañaba mucho.

Aunque era tarde, llamé a uno de mis amigos de Madrid y antiguo compañero de universidad, le expliqué porque estaba en Madrid y mi sorpresa por saber que Natalia y el viejo profesor eran pareja. Él se pensaba que yo lo sabía y al decirle que no, me detallo todo y el “escandalo” que se formó, también me dijo que él seguía teniendo relación con ellos, porque su mujer y Natalia trabajaban en el mismo sitio, después de darme todos los detalles me dijo lo siguiente… “Carlos eres muy buen amigo y como hay confianza te lo digo, no te lleves a engaños son una pareja muy estable, se aman con locura y son uña y carne, siempre van a todos los sitios juntos y por lo que me cuenta mi mujer, además de contarse entre ellos todo, Natalia es muy fiel a pesar de la cantidad de tíos que le tiran los tejos, no metas la pata” y eso certificaba lo que pensaba que no era de los de entregar a su mujer a otro.

Sabía que no había sido imaginación mía, ni un sueño, que Natalia esa noche había querido “fiesta” y tenía que tener cuidado por si se sentía ofendida, a pesar de que fui escrupuloso en no ser hiriente. Llegó como si no hubiera pasado nada la noche anterior y me está esperando Don Ramon, cruzo los dedos y me dice… “Disculpa que os dejara solos anoche, pero a última hora no me encontré bien, pero ya se me ha pasado. Esta noche y no admito un no, vendrás a cenar a casa” acepté, más por no ofender que por otra cosa. Me paso su dirección y me dijo que a partir de las seis de la tarde podía pasar, que él ya estaría en su casa. Me fui al hotel, me cambié, me eché un rato porque tenía un dolor de cabeza monumental, me quedé dormido y a las dos horas se me pasó.

Bajé a comprar algo para llevar a la cena y luego en un taxi me fui a su casa. Vivían en un ático con muy buenas vistas. La primera sorpresa de la noche… me abre la puerta Don Ramón y va vestido como de mayordomo, no exactamente pero casi, parecía que estábamos en carnaval. Me llama la atención porque me había quitado el traje e iba vestido de sport. Pasamos al salón y ha preparado un combinado que me sirve, noto que está bien cargado. Segunda sorpresa… acto de aparición de Natalia, que me da unas buenas noches de forma muy sugerente y cuando la miro, tengo que frenar mentalmente a mi polla, si como digo, a mi polla, porque ahora me explico el calor desmesurado que hace en su casa.

Natalia lleva un vestido para detallar. El vestido era de color glitter negro, ajustado. Cuello en V, pero nada de un escote suave, un escote profundo y sin sujetador. No lleva mangas y va sujeto por unos tirantes estilo espagueti. Por detrás el vestido se ve que tiene una caída hasta la parte posterior de las rodillas, pero por delante el vestido era de frente rajado vendaje midi, que le llegaba solo un poquito más debajo de la unión de sus piernas, en cuanto se sentara, iba a enseñar de todo. Como era elástico, le quedaba como un guante, marcando sus formas, que eran mejores que las de antes. Me dejó sin palabras, llevaba un pequeño recogido en su pelo y unas sandalias con una altura de tacones estratosféricos.

Don Ramón le entregó otro combinado, me miraba con una mirada sugestiva y como diciéndome, que mirara lo que me había perdido la noche anterior. Se sienta y como había imaginado se le ve todo, hace un cruce de piernas más que sugestivo, mostrando que tiene unas piernas perfectas y unos muslos muy bonitos. No tengo ninguna duda que esas piernas y el resto del cuerpo, son gracias a muchas horas de ejercicios, además de la genética. Me siento junto a ella, pero en otro sillón, quedamos en una posición de 45°, Don Ramón se queda de pie detrás de un sillón de una plaza. Ahora la única que habla es ella. Recordándome varios “amores” de mi época estudiantil y de la buena fama de la que gozaba.

Me mantenía como la noche anterior, en guardia y tratando de no ofender a mi mentor Don Ramón, ese hombre que siempre me ayudó de forma desinteresada. La escuchaba, pero estaba más a mi bola, porque no entendía cómo podía comportarse de esa manera, no porque fuera censurable, que cada uno en su casa hace lo que quiere y en la pareja cada cual tiene sus códigos. Me refiero a esa provocación que me estaba haciendo, porque en ese tipo de situaciones si el marido no fuera Don Ramon, ya había entrado a saco, pero no quería malos rollos, estaba claro que era una provocación.

Estaba deseando que cenáramos y marcharme a mi hotel. Que lo de la noche anterior si se miraba bien era normal. La diferencia de edad llega un momento en que se nota y más siendo la mujer más joven, si a eso se le añade lo buena que estaba, los buitres tenían que estar sobrevolándola constantemente y porque mi sensación es que el pudiera estar tolerando todo por no perder a su mujer, una aceptación forzada. Natalia que debe de notar mi contrariedad, decide aclarar la situación, aunque primero me dice que vayamos a sentarnos para cenar. Hay una mesa montada pero solo para dos personas. Nos sentamos y Don Ramón se nos pone a servir, no me lo esperaba.

— Sé que puedes estar perplejo, pero te voy a aclarar todo. ¿Te parece?

— Tú misma.

— Jajaja… veo que el autosuficiente e imperturbable Carlos se ha quedado mudo. Mira Ramón y yo tenemos una pareja que le gusta transgredir los preceptos marcados por la sociedad para las parejas. Nos gusta sentirnos libres y nos gusta “sufrir” a nuestra manera, el más sufridor es Ramón, que le gusta ser mortificado por su dulce esposa, porque está harto de tanto respeto que se le tiene. ¿Lo entiendes ahora?

— En esta vida lo entiendo todo o casi todo. ¿Pero qué pinto yo en esta ecuación? Porque mira que hay hombres.

— Lo que pintas… os tenéis los dos un respeto y una admiración en la que os habéis mitificado. Nuestra complicidad siempre ha estado entre estas cuatro paredes y nadie lo ha sabido jamás, eres el primero en saberlo. Y ahora te estarás preguntado porque tú, además de otras preguntas. ¿Me equivoco?

— Si, tengo curiosidad.

— Ha llegado un momento de dar un paso más. Que Ramón vea a su mujer en “acción” él siempre lo ha deseado, pero no encontrábamos el hombre adecuado. Porque los dos somos muy exquisitos, tenía que ser un hombre que culturalmente esté a nuestra altura, un hombre por el cual Ramón sienta cierta admiración. Un hombre que físicamente esté a la altura y tú lo estás, se ve a primera vista, hemos seguido tus logros desde siempre. Se que te gusto o gustaba y tú siempre me atrajiste. ¿Qué dices ahora? Pero se sincero.

— La verdad que no me lo esperaba. Me alegra saber y discúlpeme Don Ramón, que eres tan puta. Pero por primera vez no sé si seré capaz de hacer nada con una mujer. Ver ahí plantado a Don Ramón, como que me corta y ya digo que es la primera vez.

— Carlos no te equivoques, es condición sine qua non, que mi marido esté presente y que nos castigues a los dos, a él viendo cómo me “castigas” a mí y a mí con un duro castigo. Si no te ves capaz, tendremos una cena cordial y hablaremos de antiguos recuerdos.

Se me quito hasta el hambre y mi polla estaba que reventaba, porque su escote me hacía que me traicionaran mis pensamientos. Ya me había dicho también que Ramón no hablaba porque ella no se lo permitía, porque ella era la que mandaba. Le pregunté… “Pero déjate de rollos, por algún otro motivo me habéis elegido y quiero saberlo” se mordió el labio inferior, puso carita de niña inocente y me respondió suavemente… “Porque siempre has tenido y ahora más, cara de libertino sensual, que le gusta dejar su impronta sobre los demás, se ve que eres un macho dominante ¿Me equivoco?” no la conteste, el ambiente empezaba a estar demasiado caliente.

Don Ramón siempre había tenido expresión seria, nunca le vi sonreír, con un vocabulario extenso y muy cuidado, jamás le escuché una palabra más alta que la otra y mucho menos ninguna palabrota. Por eso y mandando callar con voz contundente a Natalia le pregunte a el… “Don Ramón quiero saber su opinión y ya le aviso que no me vale que me diga que está de acuerdo con ella”, miro a Natalia y esta le dijo seria… “Venga bragazas responde a Carlos” y él con su misma voz de siempre, tal vez con un toque de excitación… “Desde hace muchos años se me antojo que Natalia tuviera una relación sexual con otro hombre, se lo merece, yo ya no se lo puedo dar y es una mujer muy…” se quedó en el muy, no se atrevió a finalizar la frase y como me supo mal que lo llamara bragazas, acabe yo lo que imagine que quería decir… “Si Don Ramon por lo que veo en principio, tiene una mujer muy puta”. El no añadió nada más, aunque con su cabeza hizo un discreto movimiento de afirmación.

Acepte y entonces ella le pregunta… “Ramón estás a tiempo de echarte para atrás, no quiero que te sientas mal, que a nuestra manera también lo pasamos bien. Tú decides, antes de dar este definitivo y gran paso”, me esperaba un sí o un no, como es lógico y me lo esperaba con su típico tono inexpresivo y me equivoque, nos sorprendió a su mujer y a mí… “Carlos si alguien merece follársela eres tú, pero solo te pido una cosa… baquetéala y se duró por ti, pero sobre todo por mí, que sienta nuestro castigo infinito por ser tan puta” me levanté, le dije “Don Ramón así será” y estiré mi mano para que me la cogiera Natalia.

No iba a ser como otras veces, me la lleve hacia los sillones, nos sentamos en el mismo y Don Ramón se sentó enfrente. Llevaba una copa en la mano y se encendió un puro, que no sabía que fumaba. Se recostó como si fuera a ver una película en la televisión. Lo primero que hago es besarla apasionadamente y en cuanto mi boca beso la suya, por mi mente pasaron en décimas de segundo las veces que desee hacer eso. Natalia respondió con fogosidad. Acariciaba sus piernas, hasta que poco a poco fui subiendo mi mano. Notaba por su respiración como lo estaba disfrutando, porque según subía mi mano, su respiración se aceleraba, lo único que no llegaba a donde ella estaba esperando, me tomaría mi tiempo.

Sigo durante un rato haciendo lo mismo, la única diferencia es que ahora rozo sus braguitas con la yema de los dedos, pero sin llegar a tocar del todo, si al principio fue muy discreta abriendo sus piernas, ahora las tenía abiertas del todo. Seguro que su marido no podía ver en detalle lo que, hacía mi mano, pero tampoco le hacía falta, porque en el momento que mis dedos tocaron su coñito Natalia gimió muy fuerte y se retorció en el asiento echándose para atrás, sacando su culo del sillón, para darme facilidades. Se giró un poco y me toco la polla por encima del pantalón, que estaba como el acero, la palpo bien y sin esperarmelo miro a su marido… “Ya no digas nada, porque no hay vuelta atrás, quiero probar lo que tengo en mi mano” se lo dijo con voz de cachonda perdida.

Quise acariciar sus tetas, esas tetas que siempre me habían gustado y nunca había visto. No tuve que hacer mucho esfuerzo, con semejante escote y sin sujetador fue cuestión de segundos, tenía los pezones durísimos, me agache un poco y lleve mi boca a su pezón, que era de color rosado. Natalia era habilidosa porque logró desabrocharme el pantalón en un suspiro y bajó un poco mi bóxer para agarrar bien mi polla, me apartó la mano y me aparto a mí, porque fue directa a comerme la polla. Primero la estuvo lamiendo un buen rato, luego se la metió en la boca y dio un sonido gutural de placer. Quise fijarme en Don Ramón que tenía cara de satisfacción y no perdía detalle.

Natalia se colocó mejor, agarró mi polla con las dos manos, como si tuviera miedo que se fuera a escapar. Apretaba segura. Tenía los ojos cerrados y se la introducía hasta el fondo de su boca, estaba haciéndome una mamada memorable. Que no todas saben qué hacer con una polla como la mía. Abrió los ojos y me empezó a mirar con cara de viciosa cuando me oye que conteniendo mi voz por el placer que me estaba dando le digo a su marido… “Don Ramón que excelente mamadora que es Natalia, joder que pasada” el solo sonríe orgulloso. Era el momento de follarme su boca, que no todos los hombres saben hacerlo, requiere su técnica y me puse a ello. Encontré la colaboración de Natalia, que en su cara mostraba el placer que recibía.

Era mi momento, por eso hice que parara, la hice desnudarse y me desnudé también. Luego la tumbe sobre el regazo de su marido, quedando su culo justo en el apoyabrazos. Me puse a comerme su coñito y desde el principio no dejo de gemir, gritar y de dar gracias a no sé quién, porque solo le entendía lo de gracias. Don Ramón besaba su boca y ella muy cachonda le preguntaba si era así cómo se imagina el sabor de su boca, él cómo contestación era besarla con más ganas. No duró mucho y tuvo un orgasmo intenso. Resoplo un par de veces y no le di tiempo a nada más, porque esto continuaba.

Hasta ahora todo había sido muy suave, ahora venia lo mejor, una sesión de sexo contundente. Hice que se pusiera de rodillas en el sillón, con el culo hacia mí y antes de empezar a follármela, le dije… “Lo de antes era un sucedáneo de lo que viene ahora, porque soy muy vengativo y ahora toca desquitarme de esos años que me calentabas” primero empecé a azotar su culito de forma contundente, pero la muy cabrona aguantaba bien mis azotes, era como si me estuviera retando. Por eso le pedí a su marido que me trajera un cinturón de él. Don Ramon que se había situado de lado para ver su cara y como se le iba quedando el culito, puso una sonrisa malévola y eso provocó a su mujer que le dijo… “Ya que eso te ha hecho reírte, dale el que llevas puesto, desnúdate que Carlos vea al verdadero ídolo acaponado y sodomita”, me quedé expectante.

Don Ramón con un poco de nerviosismo se quitó el cinturón y me lo dio. No perdí tiempo, lo doblé sobre sí mismo y empecé a azotar a Natalia, que gemía, protestaba y lo disfrutaba. Mientras azotaba de forma dura a Natalia, su marido termino de desnudarse, tenía puesta una jaula en su polla, ella hizo que se diera la vuelta y llevaba puesto un plug anal, en forma de tapón, con la cabeza rosa. Hizo que se quitara su jaula y su polla era de lo más normal, lo raro que no tuviera una erección, lo que también explicaba muchas cosas. Ya me daba igual todo y el único problema que había es que no llevaba encima preservativos.

Su marido me trajo unos que no eran de mi talla, aun así, me puse uno como pude, quedándome apretado que parecía que mi polla iba a explotar. Iba a empezar a follármela y Natalia me dice… “Despacio que tienes un verdadero ariete y muy cabezón”, agarró mi polla, juego un poco en la entrada de su coñito, la coloco bien, me agarro de sus caderas y sin más, le clavo mi dura polla de una vez, tal vez fui un poco brusco, pero entro sin problemas hasta el fondo, pero lo único que se oyó de ella fue un largo y profundo grito de placer. No espere a que se amoldara, empecé a empotrarla hasta que se corrió un par de veces, fue una follada salvaje.

Saqué mi polla y el preservativo se había roto, menos mal que no me corrí. Porque aquí sí se le puso la cara a Don Ramon llena de preocupación, pero lo más insólito fue lo que dijo Natalia… “Pues da gracias que no se ha venido dentro de mí, porque si me preña, vas a tener que mantener al hijo de otro” puso cara de resignación al oír las palabras de su mujer. Buena excusa para lo que quería hacer, siempre me había prendado del culito de Natalia y ahora que lo había visto, mi capricho y mi deseo era mucho mayor. Por lo que le dije que pensaba correrme dentro de su culito. Sacándole de sus pensamientos a su marido que dijo… “SI hazlo, fóllate el culo de esta puta degenerada, que se merece que se lo rompan, que a mí solo me dejo al principio intentarlo, luego me dijo que no y ahora que no puedo me dice que me dejaría”, Natalia nos dice que vayamos a la habitación.

Me gusto oírla decir eso, no sabía que iba a ser tan fácil y me equivoque, porque sobre todo para su marido no iba a ser tan fácil. De una bolsa grande de papel de una tienda muy conocida, Natalia sacó tres paquetes, los desenvolvió y eran tres arneses con sus respectivos consoladores de látex. Tres tamaños diferentes y dijo más a su marido que a mí. Este agarrando el más grande es con el que te voy a desvirgar el culo, que es más o menos como la polla que hará lo propio con el mío. A continuación, le preguntó si seguía queriendo que yo le rompiera el culo y Don Ramón aceptó.

Y aquí viene lo mejor, Don Ramon se quita el plug que lleva y resulta que era uno muy pequeño. Desprecintó la caja, los tres eran nuevos. Natalia quería ser ella la que desvirgara el culo primero y Don Ramón dice… “De eso nada, lo echamos a suertes y veamos quien es el primero, que Carlos sea la mano inocente”, los dos se enzarzaron en una pequeña discusión, hasta que les di la solución… “Tranquilos que vuestros culos serán desvirgados a la vez” y me miraron extrañados, les faltaba experiencia, explicándoles cómo lo haríamos. Don Ramon no dijo nada en principio y a Natalia se le abrieron los ojos demostrando su caliente alegría.

Lo primero que les pregunté si tenían algún lubricante y no tenían, por lo que me apañaba con una crema para la piel. Me puse a preparar el culito de Natalia, empecé follando su culito con un dedo, luego con dos y al final, aunque me costaba bastante con tres. Mientras lo hacía y al notar su resistencia, le acariciaba su clítoris, todo eso hizo que su coñito rezumara de placer. De vez en cuando un buen azote la calmaba en su resistencia. Don Ramón se preparaba su culo él solo. Natalia ya tenía el arnés puesto y me costó separar la tira trasera para que me dejara sitio para follarla. Respiro profundamente y me dijo que ya estaba preparada, Don Ramon decía que él no y los dos a la vez le dijimos que nos daba igual.

Don Ramon siguiendo mis instrucciones se colocó un par de almohadas debajo, para que su culo quedara bien levantado. Se tumbó y estaba muy nervioso como su mujer. La diferencia es que cuando Natalia se puso detrás de su marido y colocó el consolador en la entrada del culo de su marido, se excitó de una manera brutal, hasta se le escapó un gemido. Le dije que solo lo colocara, que no hiciera nada más, que ya sabría cuándo y cómo tenía que hacerlo. No era mi primera vez, porque tenía mucha experiencia en hacer una follada doble. Me coloque detrás de Natalia, unos pequeños azotes y se relajó, lo suficiente para encastrar en la entrada de su anito la cabeza de mi polla. Respiración intensa, tensión en el resto del cuerpo y sobre todo en su culito, que apretaba duramente la cabeza de mi polla.

Le dije que empezara con su marido que fuera al mismo ritmo que marcaba yo. Esto la hizo olvidarse un momento de mi polla y en cuanto noté que empezaba a follar el culo de su marido, introduje un poco más de mi polla en su culito. Fue más fácil de lo que había pensado, aunque notaba una resistencia natural por lo apretado de su culito. No mucho después mi polla entera estaba dentro del culito, le dije que se relajara y que cuando quisiera, al ritmo que le apeteciera se moviera. Tenía más miedo que otra cosa, algo normal. Hasta que fue moviéndose suavemente y empezó a sentir placer, a eso había que sumarle las ganas que tenía de follarse el culo de su marido.

Lo que nos llevó a que fuera como una invitación para mí, porque empecé a follarme su culito de forma como se merecía semejante culo. Ya se le pasaron todos los miedos y mi follada fue a más, notaba como eran follados los dos, como estaban de cachondos y como lo estábamos gozando los tres. Ella no dejaba de decirle a su marido que pensaba follarle culo todos los días y él estaba tan cachondo que solo le respondía… “Lo que tu mandes, amor”, luego pasó algo que fue llamativo, Don Ramon grito como si se estuviera corriendo y Natalia le preguntó qué le pasaba, él decía que se había corrido y ella le preguntaba… “¿Estás seguro amor?” él le respondía con un largo si, lo que le llevó a tener un orgasmo brutal y me corría en su culito, se lo llenaba de mi corrida.

Nos apartamos y era cierto, la almohada estaba manchada. Los dejé solos y me fui al baño. Me di una ducha y me asee, como hago siempre. Estaban los dos con una amplia sonrisa, que no me extraño en ella, me extraño en él. Les estaba diciendo que me iba a marchar cuando los dos insistieron en que me quedara a pasar la noche en su casa ya que ya era muy tarde. Me prepararon una habitación y acepté quedarme. Me tumbé desnudo y me tapé con una sábana. Estaba tumbado y echando un ojo a unos mensajes que tenía. Solo había uno de verdadera importancia, los demás no me preocupan nada.

Abren la puerta de mi habitación sin llamar. Es Natalia, que viene con una bata vaporosa y transparente, abierta, viéndose toda su desnudez. Me trae un vaso de leche y me dice… “Es para que te repongas, que todo lo que me habían dicho era verdad. Hijo mío me has llenado bien llenada y no me mintieron, ni exageraron con la temperatura de tu amiguito y sobre el tamaño” le digo que no quiero que se vaya a molestar su marido y quitándose la bata me dice… “Iba a ser una sola vez, pero me ha gustado tanto que si tienes fuerza quiero seguir y como una vez que pase esto no se va a volver a repetir, Ramón me ha dicho que te deje seco”, quito la sabana que me cubría y abriendo las piernas, se sentó a horcajadas sobre mí.

A continuación, se acariciaba sus teas, se pellizcaba sus pezones, se mordía el labio mirándome y luego fue subiendo hasta sentarse sobre mi boca, apoyándose en el cabecero. La tuve en esa posición, moviéndose cada vez más sobre mi boca, hasta que estalló en un magnífico orgasmo. La puerta estaba abierta y seguro que Don Ramón había oído a su amantísima esposa. Fue bajándose hacia mi polla que ya estaba en plan garrote, la cogió, se la colocó en la entrada de su coñito y se la clavó de golpe, lanzando un sonoro gemido. Me besó y lamió la corrida que me dejó en mi boca. Se notaba que la ponía cachonda. Esta vez follábamos suaves, al ritmo que ella quería, era como si estuviera degustando un manjar exquisito.

Se tumbaba totalmente sobre mi pecho, me mordía el cuello, las orejas y movía sus caderas con mucha suavidad, mientras me decía susurrando… “Siempre fuiste una tentación, eres el paradigma del semental que siempre imaginamos, salvaje, indomable, pendenciero, seguro que un cabronazo empotrador de mujeres comprometidas…” y fue aumentando su cabalgada sobre mi polla, como aumentaban sus gemidos, su respiración y ahora se erguía, hinchando su pecho y tratando de contener su respiración, algo que no conseguía. Acariciaba sus pezones, los pellizcaba suavemente y mirándome de forma intensa, sin querer vocalizarlo en alto, me gesticulaba que fuera duro.

Por lo que se ve, esa parte no quería que Don Ramón se enterase e hice lo que quería y que a mí me apetecía mucho. Puse a prueba su docilidad y si era tenía la misma capacidad de mansedumbre que su marido. Fui poco a poco, pero sin aflojar, su cara se iba desencajando, pero no protestaba, todo lo contrario, me desafiaba con su mirada y llegó un momento en que aprovechó que se corría para gritar desaforadamente, dejándose caer sobre mi pecho. Estando en esa posición me dijo lo que me parecía una cursilada, pero acepté complacerla… “Quiero que me llenes con tu néctar la boca, porque si a mi marido le gusto solo el sabor de otra polla, cómo le sentará…” no lo dude seguimos follando y en el momento que me iba a correr se lo indiqué, se lo tomo todo y se despidió sin hablar, solo con una sonrisa.

Me levanté antes que ellos para que me diera tiempo ir al hotel a cambiarme, no me gusta llegar a ningún sitio con la ropa del día anterior, manías que tengo y si lo puedo evitar lo evito, que no siempre lo consigo. Nos vemos antes de entrar y todo perfecto, no noto nada extraño y es mi último día, me marcho al día siguiente. Don Ramón me dice que se tiene que marchar a Educación, que no se me ocurra irme sin despedirme. Estoy ya trabajando y estamos en pleno coloquio, cuando Natalia me hace señas muy disimuladas de algo. Al final me parece entender que mirara mi móvil. Si me hubieran llamado o me hubieran enviado algo, era imposible que me enterara porque en situaciones como esa, mi móvil está apagado.

A mitad de la mañana hay un descanso de veinte minutos más o menos, que se suelen alargar a la media hora. Finalizado el coloquio, tienen que hacer una prueba escrita, les paso los sobres y se ponen a escribir. Mientras enciendo mi móvil y tengo un WhatsApp de Natalia… “URGENTE: En el descanso tercera planta, puerta 315”, una vez que lo leo apago de nuevo el móvil y ella me está mirando, ha visto que lo he leído. En el descanso subo a la tercera planta, busco la puerta 315 y entro, es un aseo. Está Natalia dentro y saca una llave y cierra. Sus ojos lo dicen todo… “Es la última vez, pero quiero que me hagas sentir lo fuerte y duro que eres, nada de cremas ni nada…” llevaba unas mallas y se las bajó junto a las braguitas, no se andaba por las ramas, había prisa y ella tenía prisa.

Antes de hacer nada quise tocar, acariciar su culazo, en la posición que se había puesto invitaba a ello. Acaricie su culito y baje mi mano para meterla entre sus muslos, era increíble lo mojada que estaba. Mientras acariciaba a su coñito le pregunté cómo había acabado la noche, excitada me dijo… “Ramón se puso cachondo, aunque su amiguito no respondiera adecuadamente, le encanto tu sabor y me comió entera, hasta hacer que me corriera, me confesó que le hubiera gustado más que mi chocho estuviera lleno, es que he descubierto que es muy guarrete” y su respiración ya estaba a mil por hora.

Me estaba conteniendo para no tener una erección y le ordene… “Venga puta, cómeme la polla que eres una experta” mientras se agachaba a comérmela me decía… “Lo de puta en tu boca me pone muy cachonda, me gusta como lo dices y como suena”, lleve con mi mano su cabeza hacia mi polla. Poco tardó en crecer mi polla dentro de su boca, entre sus gemidos de satisfacción y los míos de placer. No había tiempo así que le dije que parara. Se levantó y se apoyó para que me follara su culo, le dije que se quitara las mallas. Se las quitó y le dije que en esa posición no la follaría. Le dije que me iba a follar ella a mí y no lo entendió. Por eso me senté en el inodoro, luego le dije que se clavara ella la polla y lo intento, pero no fue capaz.

Esta vez le dije que se agarrara a mi cuello, la levanté con mis brazos y en esa posición me folle su culito, me costó mucho clavársela, pero una vez que lo hice mi follada le destrozaba el culo, me lo decía, protestaba, me decía que era más doloroso y quise comprobar si en verdad quería que parase, por eso hice amago de parar y bajarla, ante lo que se enfureció… “NO LO HAGAS, NI SE TE OCURRA… lléname el culo con tu corrida, me da igual todo lo demás, estoy sintiendo un placer que nunca he sentido…” lo decía con voz entrecortada y de vez en cuando me insultaba provocándome. Se corrió como cuatro veces seguidas y luego me corrí yo.

Se sentó en el inodoro porque me decía que le flaqueaban las piernas, mientras me lavaba en el lavabo, me confesaba que nunca había tenido tantos orgasmos seguidos y que habían sido más placenteros que el sexo vaginal. Estaba asombrada y me decía que me fuera bajando y que ella se tenía que tomar un respiro. No regresó en toda la mañana y cuando llegó Don Ramón me preguntó por ella. Le dije que se había ido en el descanso, pero que no sabía nada más. Llamó a su móvil y después me dijo que se había indispuesto, que me despidiera de su parte. Aquí de momento termino todo, que pasara en un futuro… quién lo sabe…

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