Mayor intimidad con todos nuestros amigos

Voy por mi tercer matrimonio, el primero se rompió porque tras dos años, no parábamos de pelear, hoy somos buenos amigos y como amigos no peleamos. El segundo duró cuatro años, se rompió porque me puso unos muy dolorosos cuernos con un imbécil, realmente no le conozco casi y no puedo juzgar si lo es de verdad pero me hizo mucho daño o un favor, según se mire, además el daño me lo hizo mi mujer, sería absurdo llamar asesino al puñal que te clavan en el corazón, él solo fue el arma, en todo caso me gusta llamarle imbécil. Se puede poner cuernos pero no ser cruel y ella lo fue, es típico, odias a tu pareja porque te sientes mal por estar destrozándole, te hace sentir traidor porque lo estás siendo, en este caso traidora y empiezas a odiar a tu victima y eso se convierte en círculo vicioso.

Y voy por el tercer y actual matrimonio con María que deseo que sea el definitivo. Cuando estoy con María en la intimidad me paso largos ratos admirando su piel, sus formas, que para mi son únicas. Creo que a ella le gusta esa complacencia en su cuerpo porque tras ella hacemos el amor más intenso. Nada me parece más bonito que una mancha como de café derramado que tiene en la ingle y que sobrepasa cualquier braguita, de lencería o de baño, que se ponga. Alguna vez me ha consultado si ponerse bañador de cuerpo entero para ocultar la parte del vientre, del todo no puede porque también deriva hacia el muslo y yo le he suplicado que la deje libre porque nada me da más orgullo que su mancha. Y estoy seguro que es erótico porque te lleva la vista hacia su cadera, como el lunar que antiguamente se pintaban las mujeres para dirigir la vista hacia el labio.

Conocí a María, la vi por primera vez, en un bar de noche, estaba con unas amigas en la barra, yo sentado en una mesa con Gerardo, un amigo mio me había hablado de ella, que la había conocido y que quería ligársela. Yo la miraba y me encantaba, unas veces la veía y otras la tapaba una amiga que estaba delante de ella en la barra, si la amiga daba un pequeño paso adelante o María un pequeño paso atrás, la veía, si no, no y en ese verla y no verla me enamoré de ella.

María tiene una especial capacidad de vivir. Se bebe la vida a grandes sorbos, tiene una gran energía que se manifiesta en todo lo que hace. María…, no entiendo como sus padres le pusieron ese nombre tan sencillo, no sé en que estaban pensando, aunque también es un nombre sugerente por lo sencillo.

A mis primeras mujeres, que no les pongo nombre porque no vale la pena buscarles uno falso, las amé en su momento, me enamoré de ellas, A María no solo la amo, con ella me siento en casa, como, por supuesto, me pasó con mis padres y hermana, y si a las primeras mujeres no les puse cuernos, sí que tuve deseos, con María nunca he tenido ganas de engañarla. ¿Como vas a engañar a tu madre? ¿Como vas a engañar a tu casa? Pues contrariamente a la razón, estando con ella me he acostado con Ana y María con Pablo, siendo que nada me daba más miedo, tras la experiencia de mi anterior mujer, que María se acostase con otro, pero a diferencia, en ningún momento hubo intención de engaño ni fue un engaño. Si María es casa, Pablo y Ana, su pareja, es andar en zapatillas.

A veces soy muy negativo, pienso que todo se va a ir a la mierda, no mi relación, todas, las de los demás también, los miembros de cada pareja no hacen más que chocar una y otra vez. Siempre malinterpretas a tu compañero, solo algunas pocas veces las malinterpretaciones te llevan hacia el mismo camino… Vamos, que no quería que lo de María se fuese por el retrete. Ella era divertida, imaginativa, alegre y me quería como yo a ella, consideraba una suerte inmerecida estar con ella.

Casi se podía decir que convivíamos con nuestros amigos, pasabamos los festivos y vacaciones juntos y los cuatro estábamos sumamente a gusto y por lo que se ve, a veces la ecuación se invierte y el cariño lleva al roce.

En esta ocasión fuimos a pasar la Semana Santa a una finca que mi hermana y yo habíamos heredado en Puerto de Pollensa en la isla de Mallorca. Veníamos de pasar el día en uno de los rincones más bonitos de la isla, una cala de rocas que yo conozco desde hace muchos años por irme a bañar desnudo, yo la conozco por Llucalcari, en Deiá pero no creo que se llame así o puede que sí, lo que es seguro es que es el nombre de un conjunto de casas que hay al lado. Si bien lo conozco por ir a desnudarme, cada vez que voy me enamoro de la belleza del sitio. María ya lo conocía, Pablo y Ana no y les encantó.

En el lugar siempre hay gente de todas las edades, normalmente artistas, bañándose desnuda, parejas o matrimonios con o sin hijos, nunca hay más de quince personas, con nosotros no llegaríamos a los veinte. A cincuenta metros delmar hay un pequeño caño del que mana agua que termina formando un barro muy fino que muchos de los asistentes, no todos, se echan por el cuerpo dejándolo secar con lo que parte de la gente está como vestida, recubierta de barro que al secarse se convierte en blanco y luego desaparece en cuanto te metes en el agua y te frotas un poco y que se supone que tiene propiedades positivas en tu piel. Pablo y Ana se embarraron y se pusieron a tomar el sol, nosotros lo habíamos hecho otras veces pero ésta no. Pablo estaba bocarriba, Ana bocabajo. María les miraba a ambos y en un determinado momento alargó la mano hacia Pablo.

—Pablo, ¿te puedo tocar el pito un momento?, tengo curiosidad de tocarlo con el barrillo. —Todos miramos.

—Toca, si quieres. —dijo con una sonrisa. Nadie interpretó, creo, la cosa como algo sexual. Maria le cogió el pito y con el dedo gordo espolvoreó un poco el barro.

—¡Qué suave! Ja ja ja. —Y soltó el pene, más que soltarlo lo depositó en el mismo sitio. Todos reímos de verla reír a ella y cada uno volvió a lo suyo que era tomar el sol, el pene de Pablo creció pero sin llegar a erección y el suceso finalizó sin que nadie le diera importancia. Yo que estaba también bocabajo miré el culo de Ana y me figuré que hacía lo que María y le tocaba la curva que une el culo con la pierna, pero como no lo hice no pasará a la historia. Fue curiosidad, o envidia o una pequeña lascivia sin importancia.

Ese día tuve un accidente que casi no vale la pena contar si no tuviese relación con lo principal. Al entrar en el agua, que por cierto estaba algo fría, resbalé y caí de culo, me hice algo de daño y me raspé el culo e incomprensiblemente me hice una pequeña herida en la rodilla, nada grave salvo que con el agua de mar me escocía.

Volvimos a casa todos eufóricos, como casi siempre, por la belleza del sitio, al salir de la cala pasamos por el cementerio de Deiá que es un pequeño cementerio que para mí, y para mucha gente, es el cementerio más bonito de Mallorca y quizás de España y donde está enterrado un escritor famoso, Robert Graves y no mucha gente más porque es muy pequeño, no creo que lleguen a las treinta tumbas.

Una vez en casa nos duchamos por parejas para quitarnos la sal, pasamos nosotros primero, pendientes de que nos esperaban fuimos rápido, las caricias las dejamos para la habitación, donde jugamos un poco y me entretuve en escribir con rotulador la nostálgica palabra AMAME rodeando la parte superior y algo de los laterales del pezón mientras ella miraba como iban apareciendo las letras con orgullo y algo de excitación.

Al reunirnos todos, María le dijo a Ana, que era enfermera, que me curase las heridas para que no se infectaran. Le sacó alcohol, algodón, gasas, agua oxigenada y yodo.

—Como no, pero, como se acaba de duchar, no me hace falta más que yodo y gasas, el agua y el jabón es el mejor antiséptico. —Me hizo sentar en la cama con la pierna extendida y me puso yodo en la rodilla, me escoció un poco.

—A ver ese culo.

—Es solo un arañazo, no hace falta.

—Te he visto el culo muchas veces, quítate los pantalones, anda. —Me bajé los pantalones y me puse al borde de la cama para no mancharla con el yodo aún no seco de la rodilla, María y Pablo miraban sonrientes como Ana inclinada sobre mi, atenta, me ponía yodo en el culo.

—Escuece un poco.

—Cobardica —Luego sopló un poco para que se secase o no me escociese. Y lo remató con un sonoro azote en el otro cachete. Solté un <> y me vestí y le di las gracias.

—¿Por la cura o por el azote? —Bromeo en plan seductor.

—Ja, ja, por ambos, ha sido un azote muy sexi. —Le seguí el rollo contestando con coquetería.

Era media tarde, nos tomamos unas cervezas y nos relajamos en el sillón. Había cuatro sillones pero solo utilizamos dos, María y Ana se sentaron en nuestras rodillas y trago va, beso viene iba pasando el rato. Me metió una mano por la camisa y acarició mi pezón, sentir su mano blanca, pequeña y suave me gustaba.

—Me estás excitando.

—A lo mejor es lo que quiero.—dijo con voz seductora y cambió la mano al interior del pantalón con cara de picardía— ¿Y ahora?

—Ahora más ¿Vamos un rato a la habitación?

—Aún no, tengo otro plan.

—¿Qué plan? —Mientras hablábamos, muy suavemente me magreaba el pene que iba estando más resbaloso por las secreciones que me estaba provocando. Y se acercó a mi oído y me soltó una bomba.

—Quiero que te acuestes con Ana. —Casi se me para el corazón.

—¿Qué? ¿Te has vuelto loca? A mi nunca se me ha ocurrido acostarme con Ana. ¿Y tú con Pablo?, ¿es que te apetece?

—No es eso, tonto. Júrame que Ana no te gusta nada.

—Bueno, me gusta, es muy guapa. —Ana era hija de un español y una china, era muy exótica, tenía una piel preciosa, me gustaba— pero de ahí a pensar en acostarme con ella…, no me has contestado a si a ti te apetece con Pablo. —Era una conversación un poco absurda, casi al oído.

—Hoy en el baño he sentido que querías tocarle el culo, y quiero que se lo toques. Me hace ilusión, principalmente, que te acuestes con Ana. Cuando te estaba curando te he visto, imaginado, y en esa visión te lo pasabas muy bien. Y tengo miedo de que nos aburguesemos, que sé que todavía no nos pasa, pero nos vendría bien una canita al aire y estrechamos lazos—Con el pene cogido por debajo del pantalón me llamó la atención sobre él— Imagínalo dentro del coñito semioriental de Ana.

—Eres mala. —Se rió y me besó.

—Sí que me acostaría con Pablo porque sino no saldrían mis planes, tengo curiosidad y seguro me lo pasaría bien pero es secundario, lo que me hace más ilusión es verte con Ana. Confía en mí. Alguna vez lo he pensado vagamente pero hoy se me ha, digamos, revelado. —Me lo decía de tal forma bajito y al oído, que al hablar notaba el calor de su aliento, que me ponía caliente, ayudaría el tema de la conversación. Metí mi mano por su pantalón y le toqué el coñete que estaba algo húmedo.

—¿Y Pablo te la metería por aquí?

—Supongo. Qué íntimo ¿no? ¿Te excitaría? Lo podemos intentar ¿no te gustaría?

—Me excita pero no tengo tan claro que me gustase. Me da algo de miedo. Y tendrías que contar con ellos. ¿Como sabes que ellos estarían dispuestos?

—Estoy segura. Quítate el miedo. Aviso: Prohibidas las dudas, ah, y solo para hoy. —Yo sabía que ella era muy intuitiva. Y me metió la lengua por la oreja y luego me desabrocho los pantalones y me los bajó junto a los calzoncillos. Cogió una manzana de un frutero que caía al lado nuestro y le dio un bocado, gesto que parecía inocente.

—Date la vuelta. —Me dijo a mi y dirigió la vista a Ana— Ana, la herida del culo no sé si me gusta, puedes mirarla otra vez, por favor, a ver si está bien. —María se levantó, yo estaba bocabajo.

—Voy, pero no creo que haya cambiado mucho —dijo Ana y se levantó y se acercó a mirarme. María se fue hacia el sillón de Pablo y se sentó en sus rodillas, Pablo sonrió ignorante aún de la causa y de lo que iba a ocurrir.

Ana, de rodillas, miró mi culo, incluso me lo tocó con dos dedos rodeando la rozadura. —Va todo muy bien, es reciente y no ha cicatrizado del todo pero todo bien, el único cambio es que está un poco más seca. —Y se dio cuenta que María estaba sentada encima de Pablo dando otro mordisco a su manzana.

—Explicame que haces ahí, ¿me estas quitando a Pablo?. —Le decía en broma.

—Te he quitado el sitio. Quién fue a Sevilla perdió su silla. Quedate un ratito con Jaime que yo me ocupo de Pablo. Puedes besarlo porque te aviso que mi idea es besar a Pablo, un poco de juego, llevamos mucho tiempo juntos y todos tenemos curiosidad, pero si alguien no quiere que siga, paro inmediatamente. —Ana quedó desconcertada y miró a Pablo para que la sacase del apuro y Pablo miró a Ana y le hizo un gesto como de <>, no es fácil rechazar a María. En ese momento María melosa miró a Pablo y le dijo—¿Te parece un beso, yo quiero saber como saben tus labios? ¿Tú?—Dio otro mordisco a la manzana y le besó los labios, María entonces se apoderó de la barbilla de Pablo con su pequeña mano— Me gusta, sabe bien, a ti te sabrá a manzana. —y le besó metiendo la lengua. Ana se sentó en el sillón pero no encima de mí.

—Le está besando con todo el morro. ¿Tú que opinas?

—Estoy casi tan sorprendido como tú…, bueno, menos porque me ha avisado que lo iba a hacer pero no lo terminaba de creer. Puedes pararlo si quieres ¿O te gusto lo suficiente para que hagamos lo mismo?

—Puede. Igual tiene razón y todos tenemos curiosidad. Algo habrá que hacer… Si tu quieres…, me da algo de vergüenza ¿Yo, te gusto un poco? —Y ella misma desmintió lo que acababa de decir de la vergüenza, con una sonrisa acercó sus labios a los míos pero con la mirada en los otros. Acepté sus, para mi, misteriosos labios semiorientales, la besé mientras me subía los pantalones porque no quería imponer mi desnudo tan pronto si es que terminábamos llegando a eso.

—Claro que me gustas, pero no se me habría ocurrido intentar nada contigo.

—Puedes meter la mano por aquí. —Oímos que le estaba diciendo María mientras se metía la mano por su propio escote y se acariciaba a si misma la teta mirándole a los ojos y luego sostenía el borde de la blusa con la mano de la manzana para indicarle el camino que debería seguir la mano de él. La manzana, como si fuese la manzana de Eva, le añadía un fuerte toque erótico a María. Miré y Pablo, tras una duda razonable me miró, a lo que le puse cara de <> le metió la mano por debajo de la blusa siguiendo el camino tan claramente indicado y los movimientos y la cara de gusto de María delataban que se las estaba tocando. Intuí el placer de ambos, a María le gustaba mucho que le tocasen las tetas e imaginé lo que sentía Pablo en las yemas de los dedos rozando el pezón, con cara de apetito Pablo se ocupó en desabrochar los botones de la blusa y se lanzó a comer esas preciosas tetas, observé que se detenía y sosteniendo la teta con tres dedos leía el pequeño rótulo que yo acababa de escribir jugando, que decía <>, había disfrutado de escribirlo y ahora era motivo de erotismo para Pablo, Pablo miró la cara a María, le vi, no oí, preguntarle algo corto mientras pasaba el dedo índice por las letras, María le contestó, con cara tierna, con un <>, y Pablo pasó la lengua por el rótulo y terminó su recorrido en el pezón, Yo estaba entre horrorizado y excitado. María se expresó con un <> y yo a distancia respondí con un incremento de mi erección.

—¿Ves? Se han vuelto locos, van a por todas, pues nosotros no vamos a ser menos, no sé para que te has subido los pantalones. —En el caso de Ana no sabía si había más indignación o excitación. Y volvió a bajarlos y me acarició el pene con cierto pudor. María ya no tenía blusa y se estaba desabrochando los pantalones. Se dio cuenta que miraba y me sonrió. Cogí la cara de Ana y la acerqué a la mía como para besarla pero cuando estábamos a punto me separaba, jugué así varias veces.

—No hagas eso, me pones caliente.

—Si vamos a hacer algo deberíamos estar calientes, ¿no crees?

—Si fuésemos pareja sí pero creo que esto es como un juego. Creo que no sé lo que me digo.

—Si quieres voy más a saco— Le dije en broma— Así. —Y la besé en la boca mientras le quitaba su camiseta, tampoco llevaba sujetador, la miré a la cara y le dije muy bajo— Se lo que hacen ellos pero necesito que me des permiso para tocártelas. —Me dijo que si con la cabeza y le acaricié la teta izquierda y cogí su pezón, me sentí excitado de tener entre mis dedos por primera vez el pezón duro y flexible de Ana. De repente tenía una intimidad con Ana que nunca sospeché que ocurriría y me gustaba, su desnudez siempre distante estaba a mi alcance, se empezaban a oír suspiros en ambos sillones.

—¿Te gusta el juego? —Me dijo lentamente con la cabeza que sí— ¿Tienes celos? —Pregunté otra vez..

—Estoy segura de Pablo y no soy celosa. Creo que esto es una mezcla de curiosidad, algo de cariño y algo de sexo ¿Y tú? ¿Quieres tú que paremos? —Yo sí tenía algo de celos, pero las dudas me las habían prohibido.

—Yo tengo algo, pero no quiero parar, lo único que quiero ahora es seguir acariciándote que me gusta mucho, no puedo creerme la suerte de poder acariciarte aunque el precio es alto. —Y la volví a besar en la boca.

Pablo estaba ya desnudo, tenía una polla larga y delgada totalmente erecta y húmeda en la punta con pequeños movimientos propios provocados por un exceso de excitación, no la conocía en erección, me di cuenta que ya era inevitable que se la metiera a María para seguir con esos movimientos involuntarios y otros voluntarios dentro de su vagina. De momento María pasó sus dedos como una pinza suavemente desde los huevos a lo largo de todo el pene hasta salir por la punta, luego acercó la boca y lamió el glande, principalmente el frenillo, parecía que quería más que darle placer conocer su sabor pero por la cara de Pablo se lo estaba dando y mucho. Les perdí de vista para sumergirme en mi propio pacer y el de Ana. Aún hice un comentario.

—Jolín, que larga tiene Pablo la polla.

—Sí, me encanta, me llega muy al fondo, pero ahora quiero conocer la tuya dentro de mí. —dijo muy bajo y al oído.

—¿Sin ponerte caliente? —Bromeé.

—Tonto, estoy caliente.

Ana se bajó sus pantalones junto a las bragas y pasé una mano a acariciar, todavía algo distraído por estar bajo el influjo de la otra pareja, luego mis caricias fueron adquiriendo su valor propio olvidando a María, su vello púbico era más suave y escaso que el de María, casi de adolescente, acaricié, por supuesto, toda la vulva que se iba humedeciendo, me deleité y me concentré en ella. Mi polla reaccionó tanto a lo que había visto hacer a María como a la persona de Ana. Era tan gustoso sentir la intimidad de su clítoris como provocarla placer. Ana estaba muy excitada. Escuché y vi que María estaba teniendo un orgasmo con la polla de Pablo dentro de su vagina y sacudía su pelvis con las contracciones que nunca había visto desde afuera, mi consuelo es que es de orgasmo fácil. María cerraba los ojos por el orgasmo pero a veces los abría para mirarme o bien porque le ponía verme tocar a Ana o bien me dedicaba su corrida. Me tumbé en el suelo y arrastré a Ana a que se tumbase encima, nos estuvimos besando abrazados cuerpo con cuerpo, piel con piel, ¡qué suavidad de piel!. Le acaricié por todos lados, me demoré para conocer su cuerpo virgen para mí, dediqué especial atención a ese rincón del culo que deseé tocarle en la playa, me esforzaba en ser suave. Me cogió el pene y se lo introdujo poco a poco, su intimidad abrazaba a mi intimidad, estaba participando en el consumo de un prodigio; estaba lubrificada pero era un conducto estrecho y una vez dentro se incorporó y se sentó. Puse los ojos en las tetas y la mano en esa perlita llamada clítoris, se lo acariciaba mientras ella se encargaba de la fricción de nuestros sexos subiendo y bajando, notar el pene en roce con las paredes del conducto de la vagina me estaban volviendo loco de placer, masajeaba su clítoris no solo para darle placer, también por sentirlo, tenía mucha curiosidad de tocarlo, al fin y al cabo es medio chino. Oía cabalgar a Pablo sobre María y oía cierto chapoteo provocado por la fricción de sus sexos impregnados en las secreciones de ambos, María, indudablemente disfrutaba de tener el pene de Pablo en su vagina y gemía, la punta de ese pene debía llegarle hasta el mismo útero.

—Pablo, ¿Le has metido esa polla tan larga a María? —dije algo celoso pero más por morbo.

—Toda, precioso, me está tratando muy bien, —Me decía con voz entrecortada— tiene su pene dentro de mi vaginita y me está dando mucho placer, me gustaría traspasarte el placer que estoy sintiendo. Me voy a correr otra vez. Te quuuieeero Jaime. Ahhh. Un poco más rápido Pablito, ja ja… ahhhhhhh.

—Ahhhhhh —Le contestó Ana.

—Ahhhhhh —Le contesté yo.

—Ahhhhhh —Le contestó Pablo y nos quedamos todos tirados agotados, las dos vaginas llenas de semen, la de María solo la suponía llena y ocupadas por un miembro en decadencia preogresiva. Ana se reclinó sobre mí metiendo su cabeza en el hueco de mi cuello. Y colocó mis manos en su culo. Cuando el pene se salió le di la vuelta y me dirigí a lamer su clítoris, todavía le tenía curiosidad y ganas. Al rato volvió a correrse, subiendo y bajando desenfrenadamente la pelvis, cuando se calmó, de reojo, vi que María y Pablo nos estaban mirando. Subí a abrazar a Ana y le cogí una teta con la intención de que lo viese María.

—Si no es mucho pedir, Anita, ¿me devolverías a mi chico?

—Eres una mala pécora, así que <>, no te lo mereces pero a pesar de todo he disfrutado, y quiero recuperar a mi chico adultero que aún me gusta, pero tendrás que esperar. —Y bajó su boca hasta mis bajos y se los metió en la boca volviendo la cabeza para mirar a María a los ojos mientras lo sacaba y le daba unas lametadas, yo traté de adivinar como vería esto Pablo, supongo que Ana hacía esto medio por broma medio por el resto de indignación que debía quedarle— Ahora sí. Más que venganza es por hacerte sufrir un poquito como me hiciste sufrir haciendo que Pablo te tocase las tetas, pero que sepas que también he gozado con tu descabellada idea.

Nos abrazamos con nuestras parejas originales.

—¿Te ha gustado? —me preguntó al oído.

—Creo que no sé expresar lo que he sentido. Me ha excitado mucho ver como Pablo te metía la polla por tu agujero, ¿gustarme.?.. aún lo tengo que pensar… Supongo que sí, me ha gustado mucho lo que he hecho con Ana y no me ha parecido ninguna aberración, sino algo muy agradable y natural, me tendrá que parecer lo mismo lo tuyo… Y ver que te tocaba las tetas… hasta he sentido tu pezón en mis manos ¿Te ha gustado a ti? —Nombraba las órganos acariciados de María porque me daba morbo hablar de ello, me lo evocaba. Según lo recordaba mi pene crecía.

—Sí, me ha gustado, eso siempre gusta. Ahora, quiero que me la metas ¿Te daría cosa metérmela? Todavía tengo semen de Pablo.

—Qué quieres que te diga. Estoy dispuesto a intentarlo. —Le dije al oído bromeando, ¿donde iba a estar mejor mi pene que dentro de María?, y le introduje el pene que entró hasta el fondo sin dificultad. Era una sensación rara encontrar esa sustancia ajena aunque fuese de nuestro amigo íntimo. Y comencé a moverme entrando y saliendo de forma más brusca que la habitual. Quería preguntarle si a ella le gustaba recuperar mi polla en su vaginita, pero no lo hice porque era imposible hacerlo en voz baja con la agitación de follarla. También me recordé entrando en la vagina de Ana y rozando su clítoris semioriental y recordé que aún nos quedaban dos días con ellos, también puede que hubiera un incomprensible placer en la visión del coito entre Pablo y María y como le acariciaba las tetas dándome ese placer por diferido. El futuro inmediato parecía bueno, tanto si no se repetía, porque la vagina de María estaría a salvo, como si se repetía que volvería al paraíso del cuerpo de Ana. Paré un momento el bombeo para preguntarlo en voz baja y salir de dudas.

—¿Te la vas a volver a meter?

—Si te ha gustado a ti, tenemos aún dos días.

—Ummm… me ha gustado.

—Pues mañana mismo, ¿vale?, si ellos quieren, desde luego, esta noche quiero dormir contigo.

—Vale —Y con más calma bajé a estimularla sus bajos con mis besos y mi lengua, mi mente todavía recordaba a Pablo dentro de María, luego cuando hubiese tenido un preciado orgasmo provocado por mí, volvería a metérsela.