El día en que un mariachi me quería follar y me entregue

Cuando trabajaba en El rancho, el primer lugar de eventos en el que trabajé, y estaba por separarme, me solté el pelo muy cañón y tuve sexo con clientes, proveedores, meseros, chefs, con el gerente…pero lo que nadie sabe es que se las di a líder del mariachi que trabajaba con nosotros y algunos del grupo en una noche que me invitaron a una fiesta de celebración de un concurso que ganaron.

Me di cuenta que el líder del mariachi (Martín), que por cierto era casado y que se había estado cogiendo a la otra vendedora del Rancho, me tiraba la onda y cada evento al que iba era cada vez más directo. Yo me hacia la desentendida y cuando alguno de mis compañeros me decía algo, yo les respondía que no me metía con casados; obvio era mentira, pero quería ser discreta, sobre todo porque para ese momento yo “andaba” con uno de los chefs y me acostaba con el gerente.

Una ocasión me contestaron para manejar un evento y casualmente fue el mariachi que trabajaba con nosotros. Se quedaron un buen rato después de que terminaron de cantar, para cenar y hacerse mensos, Martín aprovechó para tirarme la onda muy directo. Yo estaba trabajando, así que no podía prestarle mucha atención, menos cuando algunos de los invitados me sacaron a bailar. Pero mientras los del grupos guardaban todo para irse, Martín me llevó a un lugar un poco escondido y me besó; el beso pronto se acompañó de toqueteos en mis piernas, nalgas y tetas; yo me prendí, porque además su paquete se le notaba delicioso en esos pantalones que usan los marichis uuuuffffff yo también le agarré las nalgas y el paquete mmmm estaba duro, bien rico!!

Mi turno había terminado, y como no llevaba coche, me iría en taxi a casa, peor Martín insistió en que ellos me llevaban. Aunque llevaban camioneta, iba llena entre los instrumentos y los músicos, así que me senté en las piernas de Martín; íbamos atrás junto a la ventana y me senté sobre Martín, dándole la espalda a quien iba a la izquierda de Martín. Ya era muy tarde, así que casi todo iban durmiendo o durmiéndose, así que Martín aprovechó para meter su mano en mi entrepierna y presionar mi conchita con su pulgar, sobre mi calzoncito -yo llevaba un vestido entallado con apertura al frente- con la otra mano me agarraba las nalgas. Le susurré “No, Martín!”, “Están jetones (dormidos), Ingrid…además tú también tienes ganas, putita”, “Estás casado, Martín”, el seguía jugando con mi conchita, “Tu también y andas de cogelona con los del rancho, putita”, sacó su mano de mi vestido y me bajo el escote para sacarme las tetas, me bajó las copas del bra; “Me encantan tus pinches tetas, Ingrid”, me pellizcó los pezones. “Por favor, aquí no, Martín “, “sshh bien que te gusta que te esté manoseando, perrita; yo no soy como los pendejos del rancho o los otros putitos con los de seguro coges, Ingrid, como esos con los que bailaste ahorita en la fiesta que bien que te daban tus arrimones y manoseadas, yo sí soy un cabrón y sé cómo dominar a las putas calenturientas como tú”; uff eso me calentó un chingo!! Me dejo con las tetas al aire y volvió a meter su mano debajo de mi vestido, pero ahora me hizo a un lado el calzoncito y me dedeó; me vine de lo excitante de la situación y poco después llegamos a mi casa. Martín me acompañó a la puerta, abrí y el entró un par de pasos, pero cerró detrás de él, yo estaba muy sorprendida, entonces me dijo, “No me dejes así, Ingrid, no merezco una ayudadita?”, “Después, Martín, mi esposo está en el cuarto”, “Ese pendejo ni sabe que su vieja anda de puta, además seguro está bien dormido”, caminó hacia mi y yo me hice hacia atrás hasta toparme con la pared, entonces empezó a besarme el cuello, mientras me subía el vestido, “Yo también quiero que me cojas, Martín, pero ahorita no, por favor”, “Quiero vaciarme en ti, Ingrid, quiero bañarte con mis mecos”, “Yo también, pero ahorita no”, “Entonces Mámamela, puta, híncate y Mámamela, Ingrid”; me hinqué, le acaricié el paquete, le abrí el pantalón, le bajé el calzón y su verga salió disparada; estaba grande, dura, venosa, gruesa. La olí, la lamí y se la jalé un poco, después empecé a mamársela; “Bájate el vestido, quiero verte las tetas, putita”, así lo hice. Se la estuve mamando, hasta que empezó a cogerme la boquita y entonces sin aviso se vino en mi boquita. “Aaaahhhhh, ay no mames qué rico la mamas, pinche Ingrid”, yo me ahogaba, “Mmmmmmmm”, “Trágatelos, putita, trágatelos todos y luego besa al cornudo de tu esposo”, “Mmmmmmmm”. Se la seguí mamando hasta que fue perdiendo la erección. Se vistió, pero antes de irse, me pidió que le diera mis calzoncitos como regalo; se los di.