Una noche de lluvia me enciende el coño
A pesar de que tenía tiempo que éramos vecinos, nos habíamos tratado poco, un saludo, alguna plática breve y cosas así. Pero a partir de aquella reunión improvisada de vecinos en la que estuvimos tomando y platicando, noté que me comías con la mirada y entre abrazo y abrazo, aprovechaste para tocarme un poco mis nalgas y rozar mis tetas. Tu casa está frente a la mía, por lo que siempre que salgo puedes verme, yo aprovechaba para moverme un poco de más o ponerme algo que resaltara mi cuerpo; cuando estabas afuera o te asomabas, sentía tus ojos en mi. Eso me gustaba, me excitaba, y debo confesar que me calentaba más saber que aunque estabas casado, y tu esposa es guapa, querías encamarme y de seguro te masturbabas pensando en mi. Me pone muy hot que hombres casados me deseen!
Esa noche había una lluvia durísima y como pasa seguido en nuestro fraccionamiento, se fue la luz. Los truenos eran horribles! Me escribiste para saber si todo estaba bien y preguntarme si necesitaba algo, te dije:
Yo – No, vecino, pero…ay, qué pena, pero me ponen muy nerviosa los truenos, sobre todo sin luz, podrían recibirme un ratito? –en realidad yo sabía que ella no estaba, pues me dijo que se iría ese día por la mañana a casa de su mamá a Pachuca y volvería hasta la próxima semana jejeje-.
Roque – Pues mi esposa no está, vecina, pero la recibo con gusto; es más, mejor no salga, está lloviendo muy fuerte, mejor yo voy, si no le molesta.
Yo – Ay, vecino, qué amable; en serio no le importa?
Roque – Claro que no, vecina, estamos a unos metros. No se preocupe, voy para allá.
Yo – Gracias, vecino.
Yo estaba ya en pijama, traía un conjunto de playera y pantalón, súper delgados, de hecho se transparentaban un poco, además no traía ropa interior y se notaba; quería provocarte, Roque, quería que me cogieras. Hacía frío, por supuesto, y se me notaba, mis pezones duritos se veían claramente, sobresalían. No me tapé, quería que me vieras así. Llegaste un poco mojado, te presté una toalla y como me agaché un poco para recogerla de un mueble –me agaché de más a propósito- sentí tu mirada clavada en mis nalgas, seguro notaste que no traía calzoncito; al voltear y darte la toalla, confirmaste que tampoco traía brassiere; el frío se notaba. Como no había luz, iluminé con varias velas; eso ya me parecía excitante.
Yo – Qué lindo, vecino, mucha gracias por venir. Es que enserio me da como miedo estar sin luz y con esos truenos, ay, no.
Roque – Jajaja no pasa nada, vecina, pero no se preocupe, ya estoy aquí.
Yo – Qué se le antoja tomar, vecino?
Roque – Usted diga, lo que se le antoje invitarme.
Yo – Un vinito?
Roque – Ándele.
Yo – Entonces no está su esposa?
Roque – No, se fue unos días con su mamá a Pachuca; creí que le había comentado.
Yo – Ay, sí es cierto! Qué tonta, no me acordaba; aquí tiene, salud. Nos sentamos?
Fuimos a la sala, después de un rato, empecé a mover el cuello, como si me molestara.
Roque – Le pasa algo?
Yo – Pues tengo como una contractura o algo en los hombros y me molesta el cuello.
Roque – Le doy un masaje? Soy bueno.
Yo – En serio? A ver.
Roque – Mire –te hiciste hacia atrás en el sillón, lo más posible- siéntese aquí.
Yo – Ahí?
Roque – Pues para darle el masaje bien.
Yo – Tengo trasero grande, vecino, estoy nalgona, cabemos?
Roque – jajaja Nos apretamos, no?
Yo – Bueno.
Me acomodé delante de ti y pegué mis nalgas a tu paquete; los dos jugábamos el mismo juego, sabíamos que acabaríamos cogiendo; yo empezaba a mojarme y no traía panties! Empezaste el masaje, me relajabas los hombros, se sentía muy rico, me recargué en ti para darte una mejor vista de mis tetas; la playerita de mi pijama tiene escote y abrí un par de botones más, además se notaban mis pezones duritos, ya no por el frío, sino la excitación. Tus manos pasaron de los hombros a cerca de mis tetas, al costado de mi abdomen. Yo comencé a gemir suavemente.
Yo – “Mmm qué rico, vecino…sígale, sí?”.
Roque – Rico, verdad, vecina? –pegué mis nalgas más a tu paquete, ya se sentía duro-.
Yo – Deli!
Comenzaste a rozar mis tetas por abajo.
Yo – Así, vecino…así –me agarraste las tetas y las masajeabas firmemente, delicioso, enseguida me hiciste gemir- ay, así…mmmmmmm…qué rico masaje, vecino.
Roque – Le gusta, vecina?
Yo – Mucho…mmmmmm –me movía un poco-.
Roque – Qué ricas tetas tiene, vecina –me las amasabas y me pellizcabas los pezones, estaban ya bien duritos- qué buena estás, Ingrid –me susurraste y tu verga se sentía bien dura en mis nalgas-.
Yo – Ay, qué rico me las agarra, vecino…y qué duro se siente aquí abajo…mmmmm.
Roque – Así me la pone, vecina –me estabas poniendo a mil cómo me agarrabas las tetas, cómo me pellizcabas los pezones y con lo dura de tu vega en mis nalgas-.
Yo – En serio? Por?
Roque – Está bien buena.
Yo – Buena? Para qué?
Roque – Para manosearla bien rico, para cogérsela de muchas formas, para metérsela hasta adentro una y otra vez.
Yo – Ay, sí, por favor!
Metiste las manos debajo de mi playerita, después de agarrármelas unos minutos, bajaste una de tus manos a mi conchita; ya estaba empapada, por ti, quería, necesitaba una buena cogida de tu verga.
Roque – No sabe qué ganas tenía de tenerla así, vecina.
Yo – En serio?
Roque – Cada vez que la veo con esas lycras y esas playeritas, no sabe cómo se me antoja; cada que puedo le echo ojo, vecinita. Y cuando vienen a verla o llega con uno de esos amiguitos…nomás imagino cómo se la deben estar cogiendo.
Yo – Ya sabía que me echaba ojo, vecino, por eso me tardaba más afuera cuando sacaba la basura, para que me viera y se le antojara, por eso empecé a cambiarme con las cortinas abiertas, para calentarlo.
Roque – Qué canija, vecina!
Me levanté, me di la vuelta, me quité la playerita, quedando sólo con mi pantalón y tetas al aire.
Yo – Me quiere coger, vecino? –te sonreí coqueta, putita; tú te agarrabas la verga sobre tu pijama, pero la sacaste; estaba enorme y durísima, se me antojó aún más-.
Roque – Muero por cogerte, Ingrid; quiero metérsela, vecina…me calienta que sea tan puta; ya traes la pucha empapada, mira cómo traes el pantalón de la pijama. Encuérate, vecina –te obedecí, mientras te desnudabas también- venga, vecina, súbase en esta rica verga que bien que quiere.
Yo – Pero claro, vecino…mmmmmmm
Roque – No mames, qué pinche buena está, vecina –me senté en ti, poniéndote mis tetas en tu cara, primero te embarré mi conchita en tu pecho, tú me agarraste las nalgas-.
Yo – Se te antojaba esto, vecino? Me querías coger?
Roque – Te me antojas un chingo, vecina; siéntate, métetela solita –la acomodaste y me senté en tu verga deliciosa, metiéndomela poco a poco- ay, así, vecina, así.
Yo – Mmmm qué rica verga, vecino –empecé a subir y bajar, tú me ayudabas agarrándome las nalgas- cómeme las tetas Roque –enseguida me las besabas, chupabas, mordisqueabas…ah, lo hiciste deli- ay, así, vecino…mmmmmm…necesitaba esto; cógeme rico, vecino –yo estaba súper caliente, además me comías y me cogías bien rico, tu verga me entraba hasta el fondo, me hiciste gemir deli y me vine- me hiciste venir de volada, vecino.
Roque – Qué rica carita pones cuando te vienes, Ingrid…
Yo – Sí?
Roque – Pones una cara de puta, deliciosa…una cara de “sígueme cogiendo…dame más verga”.
Yo – Pues sígueme cogiendo, Roque…dame más verga, sí? Lo necesito.
Roque – Lo que diga, vecina.
Me acostaste en el sillón, me pusiste las piernas en tu pecho y me la metiste, me agarrabas las tetas. Me hacías las piernas hacia mí para que me entrara más tu vergota.
Roque – Qué rico se ve cómo te entra, vecina…me encanta tu puchita rasurada; eres una puta deliciosa, Ingrid.
Yo – Ay, no manches, me entra hasta el fondo…coges más rico de lo que creí, Roque.
Roque – Te gusta, vecina? Te gusta la cogida que te estoy dando?
Yo – Me encanta, me encanta! Escúpeme las tetas, sí?
Roque – Quieres te escupa las tetas, vecina?
Yo – Si, Roque…escúpemelas, por favor.
Roque – Jajaja sabía que eras toda una puta, Ingrid…que te gusta que te cojan como a una piruja, vecina…se te ve en la cara lo puta –me escupiste las tetas y me embarraste tu saliva en las tetas, eso me puso más caliente todavía- así, vecina puta? Te gustó?
Yo – Ay, sí, sí…mmmmm qué rico, vecino –me pusiste un cojín en la cadera para levantarla más y que me entrara todavía más tu rica verga; así estuvimos unos minutos-.
Roque – Ponte de perrito, vecina, quiero darte viendo tu delicioso culo.
Yo – Vamos a mi cuarto, vecino, quiero que me cojas en mi cama.
Subimos y todo el camino fui antojándote mis nalgas; sentía tu ojos en mi culo, no sabes cómo me calentó eso!! En cuanto entramos me abrazaste y me besaste manoseándome; sentía tu verga endurecerse al máximo de nuevo, me pusiste contra la puerta del clóset, me levantaste una pierna y me la metiste. Así estuviste bombeándome unos minutos.
Yo – Cógeme, Roque, cógeme…soy una puta, vecino, soy su puta.
Roque – Ahora sí ponte de perrito, vecina; quiero ver ese delicioso culo bien empinado –me puse de perrito en la cama, frente al espejo y me incliné, invitándote a metérmela Roque-.
Yo – Así, vecino?
Roque – Uy, vecina…pero qué culona está usted!
Yo – Es suyo, vecino…le gusta?
Roque – Me encanta, vecina…y más que usted sea tan cogelona –te vi por el espejo-.
Yo – Métemela, vecino…cógeme –me pegaste en las nalgas con tu verga dura-.
Roque – Ahí te va, Ingrid puta –me la metiste de un empujón-.
Yo – Ay, cabrón, qué rico –tú me bombeabas y me vías por el espejo, yo gemía y ponía mi carita de cogelona-.
Roque – Pinche culote rico que tiene, vecina…y le entra toda la verga en su puchita –empezaste a dedearme el culito con tu pulgar, me bombeaste la conchita con tu verga y el culito con tu dedo, me vine de nuevo, poco después te ibas a venir-.
Yo – Dame tu semen, vecino…quiero tu lechita.
Roque – En dónde la quiere vecina? En dónde quiere que me venga?
Yo – En mis tetas, vecino…écheme su semen en mis tetas.
Roque – Póngase pues –me senté en la orilla de la cama, tú en el piso de pie, te la jalaste un poco, esperé me echaras tu lechita y me llenaste las tetas con tu semen, me salpicaste la cara un poco-.
Yo – Cuánta lechita calientita! Vecino…qué rico!! –entonces te la mamé para limpiártela- mmmmmm…mmmmmm…-me embarré tu semen en las tetas con tu verga y la volví a mamar- mmmmmmmm…mmmmmm
Roque – Aaahhh eres una puta cogelona riquísma, vecina.
Nos dimos un regaderazo y nos acostamos. En la madrugada estábamos de cucharita, yo abrazándote, me desperté, seguía caliente, sentirte desnudo me excitó, mis pezones se pusieron duros, los restregué en tu espalda, busqué tu verga, la acaricié, te la jalé suavemente, empezó a endurecerse y te susurré…cógeme, vecino.