Como me gusta espiar a la gente follando
Josema e Ivette, estaban desolados y abatidos, cuando ambos asistieron al cumpleaños de mi primer hijo en el que estaban toda la familia, excepto Mary y Pepe los cuales invitados por Ana y su marido fueron a visitar y conocer una ciudad tan impresionante como Córdoba.
Josema e Ivette jugaron con los bebés, disfrutaron de ellos, mis padres fueron los primeros en abandonar mi casa. Rosa, Julio, Josema e Ivette, se quedaron a cenar. Durante la cena salió el tema de los bebés y los embarazos, siempre habíamos sido cuidadosos con mi hermano en el tema de nuestra depravación, desde el principio quisimos protegerlo. Para Rosa nuestro hermano pequeño era su debilidad, no podía verlo sufrir de aquel modo.
“Podías preguntar a nuestra tía Mary sobre la manera en que ella engendró sus hijos” soltó Rosa sin medir las consecuencias de aquellas palabras.
Josema quiso saber más, pidiéndole a nuestra hermana que le contara. Ivette no entendía a qué se refería Rosa, desviamos la atención sobre el tema al escuchar llorar al peque de la familia. Entre Encarna, Elisa y yo dimos unos capotazos al tema y desapareció de la conversación. Aunque Josema intentaba retomarlo, hasta la misma Rosa se dio cuenta de su error y cambiaba también el tercio. Terminamos de cenar con la esperanza de que aquel comentario no llegara a más. Encarna me contó que en la despedida de soltera de Ana, Mary y ella estaban embarazada y a nuestra tía se le escapó que ambos tenían el mismo padre. No me podía creer que Mary no tuviera su boquita tragona cerrada, estaba claro que le daría un severo correctivo. Rosa tendría un castigo de dos semanas sin ningún tipo de sexo.
Dos días después Josema e Ivette, fueron a ver a nuestra tía. Él le dijo que cenando en mi casa, Rosa mencionó que le preguntara a ella sobre cómo engendró a sus hijos. A Mary y Pepe no le cogió por sorpresa, la noche aquella los llamé contándole lo ocurrido. Nuestra tía los invitó a cenar, tal y como acordé con ella me llamó, en 10 minutos estuve en su casa. Les hice prometer que lo que escucharan allí no saldría de esa casa.
Mary relató su historia bajo la atenta mirada de mi hermano y su novia, los cuales alucinaban con el jefe y la sumisión de ambos, de como me convertí en su amante, en este punto sujeté su mano. Siguió contando de su primer hijo con el jefe y el último cuyo padre biológico era yo, y que este último embarazo fue muy controlado.
Josema e Ivette no salían de su asombro, volví a intervenir para recordarles que aquello no debía salir de allí, que a nadie beneficiaría que esa historia la conocieran más personas. Ellos prometieron que no dirían nada. Tras la cena llena de preguntas y respuestas sinceras los acompañé a su casa. Llegué a mi casa y mis mujeres me esperaban preocupadas. Las tranquilicé diciéndoles que ellos se comprometieron en guardar el secreto.
Todo volvió a la normalidad, mi hermano era un hombre de palabra y no tenía porqué desconfiar de él. A mi tía le dije que tenía prohibido el sexo durante un mes por su desliz. El día que los visitaba la amarraba a la silla para que presenciara como Pepe disfrutaba con su sometimiento. Ella aceptó su castigo al igual que lo hizo mi hermana Rosa.
Dos semanas después recibí en mi oficina la visita de mi hermano. Salimos a tomar café, él estaba nervioso, sin saber cómo hablar del tema que traía. Habían tomado una decisión y querían ver mi opinión.
“Ivette y yo hemos pensado que tú fueras el padre biológico de nuestro hijo, igual que lo eres del hijo de Mary” me soltó sin muchos rodeos.
“Joder Josema, esto no lo esperaba, siempre quise mantenerte al margen de mi depravación, no está bien lo que me estás proponiendo tío, esperad nuevos avances, adoptar un hijo” le contesté.
“¿No te gusta Ivette?”
“Claro que me gusta Josema, soy un hombre, ¿A qué hombre no le gustaría follar con Ivette?”
“Entonces que problema hay, eres el ideal, compartimos genética y nadie podría sospechar que no soy el padre biológico, además del hijo de Mary, tienes 4 más con tus mujeres, está claro que tus espermatozoides son más que validos”
“Joder tío, eres mi hermano, sé lo que va a ocurrir, no quiero que acabes como Pepe”
“¿A que te refieres?”
La charla se estaba alargando más de un café, con lo que fuimos para la oficina donde trataríamos el tema más tranquilo.
“Me refiero a que si Ivette folla conmigo, no va a quedar solo en la fecundación, soy adictivo en el sexo, se quedará embarazada y me buscará para que la folle. Querido soy un depravado, no me la entregues o entrará en una espiral de depravación como en la que se encuentra Mary”
“No lo creo, Ivette y yo nos amamos”
No lo dejé que me explicara más, lo entendería mejor con una demostración práctica. Le pedí que guardara el secreto que le iba a contar, el me prometió que se llevaría mis secretos a la tumba. Cerré las cortinillas de mi oficina y llamé a Rosa. No tardó ni 20 segundos, tras besar a Josema le dije que iba a preguntarle algunas cuestiones.
“Rosa, ¿tú amas a Julio?”
“Por supuesto que amo a Julio”
“Si te digo que elijas tres noches con él o una conmigo ¿Qué elegirías?”
“Sin dudarlo una noche contigo” Josema puso las manos en su boca, incapaz de articular palabra, con los ojos como platos.
“¿Si te pido que cortes tu relación con Julio?”
“Con todo el dolor de mi corazón lo dejaría”
“¿Porqué lo dejarías?”
“Porque me lo pide mi macho”
Me levanté a cerrar el pestillo de la puerta, al pasar de vuelta le di un buen morreo bajo la atenta mirada de nuestro hermano.
“Esta bien Rosa, desnúdate” le pedí.
“No por favor no lo hagas, he entendido todo” dijo el bueno de mi hermano al ver que nuestra hermana se empezaba a desabrochar la blusa.
“Lo siento nene, soy de Paco y haré lo que él me mande” le contestó.
Josema avergonzado puso las manos en sus ojos, me acerqué y le dije que quitara las manos de su cara, el había venido y yo le estaba mostrando lo que iba a suceder si seguía con su plan. Mientras se desnudaba seguí interrogándola.
“Si te pido que te acuestes con una mujer o un hombre desconocido, ¿Qué harías?”
“Follar con ellos, y ya que lo hago intentaría disfrutarlo”
Ante nuestros ojos estaba la niña bonita de la familia, desnuda. Seguramente fue durante algún tiempo la musa de las fantasías de nuestro hermano menor.
“Ahora Rosa, mientras te vistes explícale a nuestro hermano qué pasaría si Ivette follara conmigo”
“Paco la hará gritar de placer, se correrá como nunca lo ha hecho, la llevará al cielo y cuando crea que está de vuelta al suelo, volverá a tocar el cielo, cuando se de cuenta estará enganchada a él, como lo estoy yo, lo está Mary y lo está Ana”
“Por dios tío, ¿también Ana? ¿Su hijo también es tuyo? a quien más tienes sometido, eres un puto depravado”
“Si hermanito, Ana también es mi amante, su hijo es de Tomás, usé preservativo en todo momento mientras ellos estaban buscándolo. Sí, soy un depravado y no sólo lo soy con ellas, Pepe y Julio también son míos”
Josema no sabía que decir, que hacer, su cara era un poema ante la confesión de Rosa y la mía. Le pedí que abandonara esa idea de que yo preñara a Ivette. Él era mi hermano pequeño, mi debilidad.
“Mira hermanito, se que la reproducción asistida no ha ido bien, estoy dispuesto a pagar un nuevo tratamiento, sin que me lo tengáis que devolver, no entregues a tu novia a otro hombre o correrás el riesgo de perderla”
Rosa acompañó al coche a nuestro hermano, con el cual mantuvo una conversación larga antes de que le diera dos besos y se metiera en el coche. Aunque ella estaba castigada sin sexo, le pedí que volviera a mi despacho y cerrara el pestillo de la puerta al entrar. Me había puesto cachondo desnudarla delante de nuestro hermano y la sumisión mostrada. Ella me miraba sin saber que decir.
“Querida, estás castigada sin sexo, aún así te voy a regalar mi semen, Desnúdate” le pedí que paseara desnuda por la oficina. Saqué mi polla y empecé a masturbarme admirando el cuerpo de Rosa, ese cuerpo que yo disfrutaba, que era mío. Me acerqué a ella y la morreé mientras pellizcaba su culo. Puse mi mano en su cabeza para indicarle que se pusiera de rodillas. Sumisamente se arrodilló mirándome a la cara, sin apartar la mirada agarró mi polla y sacó su lengua de paseo, lamiendo desde mi glande hasta la base.
“¿Has visto como te miraba nuestro hermanito?” Le pregunté.
“Sí, me he dado cuenta”
“Se ha notado que en su adolescencia has sido la musa de sus masturbaciones a solas”
“Seguramente así sea. He visto como me pegaba un repaso visual de arriba abajo”
Ella seguía lamiendo mi polla, metiendo en su boca mi glande y succionándolo, soltándolo para contestar.
“¿Y tú en tu adolescencia en quien pensabas cuando te masturbabas Rosa?”
“Pensaba en ti, eras mayor que nosotros, él era un crío, tú eras adolescente cuando en mi pubertad me tocaba buscando placer”
“Hoy he visto tensión sexual, a él lo he visto con ganas de haberte follado aquí y ahora, pero tú también lo has deseado ¿verdad?”
“No puedo negarlo, Josema es guapo y tiene un buen cuerpo gracias al ejercicio”
“Esta bien, me gusta que seas sincera, ahora cierra los ojos y fija su imagen en tus retinas, piensa que es su polla la que estás chupando y hazlo correr en tu boca”
Fue una gozada, ella había deseado que la entregara a nuestro hermano, su felación fue perfecta, mamó y tragó mi polla hasta la garganta, me corrí en su boca, tragándose todo el semen rápidamente y sacando hasta la última gota. Abrió sus ojos y al verme sonrió.
“Que cachonda me he puesto, sabes muy bien como sacar mi parte más puta, hazme algo, mastúrbame, cómeme el coño, no me dejes así sin nada”
“Estás castigada, pero hoy te has portado bien y aunque te he regalado un buen vaso de leche te voy a hacer una concesión, dejaré que te corras, siéntate en el sillón, cierra tus ojos, abre tus piernas y vuelve a pensar en Josema, mientras te masturbas”
Se sentó en el sillón e hizo lo que le pedí, yo la observaba, miraba sus movimientos, en cierta manera escudriñaba cada movimiento de sus largos dedos, cómo pellizcaba sus pezones y jugaba con sus pechos para después bajar y tocarse a todo el largo de su coñito, parándose en el clítoris el cual circunvalaba una y otra vez, para después bajar a su vagina y tomar lubricación en sus dedos y seguir tocando su puntito de placer.
Me situé junto a ella y le dije que siguiera con los ojos cerrados. Metí dos dedos en su boca para ensalivarlos y llevarlos a las aureolas de sus pechos haciendo círculos en ellos y pellizcando sus pezones. Me acerqué a su oído y empecé a relatarle.
“Imagina que te hubiera entregado a Josema y cómo él con sus fuertes brazo te aprieta contra su pecho y te morrea. Imagina como con sus manos magrea tus pechos y pellizca tus pezones mientras tú agarra su polla dura y la masturbas. Siente como baja su mano y te toca la vulva metiendo sus dedos en tu húmedo coñito. Estás cachonda, deseando de que te clave su venosa polla y te levante en cada embestida, ¡pídeselo!”
“Fóllame Josema, hazme tuya, parte me el coño”
“Así es, putita, te ha puesto a 4 patas y te está embistiendo, te está partiendo, siéntelo”
Bajé mi mano e introduje dos dedos en su coñito, los cuales chapoteaban, follándolo con ellos. Me acerqué a su boca y la morreé, sus labios y su lenguas estaban ansiosas por aquel beso. Su corrida fue muy húmeda, temblorosa como si realmente hubiera metido una polla dentro de ella. Al separarme abrió los ojos y volvió a sonreírme.
“¡Pero que puta soy! Me he meado de gusto, te adoro” me dijo mientras plantaba un besazo en mis labios.
Aquel día no estaba previsto conceder ningún deseo a Rosa, pero me alegré mucho al hacerlo. Ver cómo se masturbaba y como atendía a mis estímulos fue muy instructivo.